
Cuando los piratas atacaban un galeón, o más tarde una fragata, disparaban a la arboladura del barco, porque su intención era inmovilizarlo y hacerse con la embarcación. Quien se defendía, lo lógico es que tratase de meter lumbre a pie de agua, para hundir al enemigo.
Meliá está sufriendo por su presencia en aguas del Caribe un ataque de piratería del que hablamos pocos: la estigmatización por parte de muchos inversores estadounidenses, que no quieren que se les relacione con ningún tipo de vinculación en Cuba tras la reactivación con la ley Helms-Burton, lo que alimenta que los bajistas icen la bandera de la calavera sobre fondo negro.
El disparo de esa piratería ha provocado que Meliá haya quedado a merced de los intereses de mercado, en esos mares del Caribe que se llevan el 35 por ciento de su inversión, mientras que los del Mediterráneo un 50 por ciento, para defender su liderazgo de la hotelería mundial. Los piratas, o puede que corsarios porque miran a una bandera para luego ganar con lo que otros hayan perdido, distorsionan el peso real de Cuba en el negocio de Meliá, que representaba alrededor de 23 millones -algo más de un 7 por ciento-, y ahora ha bajado de una forma muy considerable, a mucho menos de la mitad.
El abordaje de Meliá es tan sorprende que los gestores de la sicav Cima nos contaban esta semana en elEconomista que el negocio de gestión de Meliá te lo está regalando la bolsa en los precios actuales, al cotizar a la mitad de su valor contable.
Y es que esta actividad es el verdadero motor de Meliá, que quiere menos hoteles en propiedad y mayores márgenes por la gestión hotelera. "Ahora mismo supone el 32 por ciento del ebitda (beneficio bruto), y de las 16.000 habitaciones que queremos abrir próximamente: el 92 por ciento serán en gestión", nos explicaba en una entrevista en mayo su primer ejecutivo, Gabriel Escarrer, quien no esconde que el crecimiento viene por ahí y que su deseo es tener el 50 por ciento del ebitda generado por el modelo de gestora.
En aquel momento, la acción de Meliá estaba a 8 euros, pero llegó a caer a 7, obligando al capitán Escarrer a dar un giro de timón que no quería para no reducir el capital libre en bolsa por debajo del 30 por ciento. Pero para conservar algunas de las velas y la movilidad del barco ante el ataque de los piratas, Escarrer anunció una recompra de acciones por valor de 60 millones de euros, para tratar de hundir a los bajistas.
La fragata Meliá, casi desarbolada, parece que ha salvado velas suficientes para zafarse del ataque de los piratas, y tiene viento a favor para poder navegar con la ayuda de la mejora de rentabilidad. En el cuaderno de bitácora de Escarrer está anotado que frente al 37 por ciento que supone la venta en Meliá sobre el total, este número debería acercarse en cuatro o cinco años a casi el 45 por ciento. Y por cada venta que hace en su casa Meliá, gana 11 puntos de margen.