En los últimos meses parece haberse convertido en algo habitual escuchar el termino abundancia, exceso, sobre-oferta o sobre-capacidad. Las mejoras en los sistemas productivos y la competencia parecen haber elevado la producción de materias primas, lo que está condicionando los precios a nivel mundial. La Eurozona se encuentra en deflación, en EEUU no logran tampoco su objetivo de inflación, incluso China ha visto como los precios han pasado de un 7% (internanual) a un 1,5% en pocos años.
Y es que la deflación es un fenómeno que ocurre por la debilidad de la demanda, por un aumento de la oferta o por ambos factores combinados. La moderación de los precios que se está produciendo a nivel global no tiene una explicación consensuada por los expertos, unos economistas hablan de sobre-capacidad del sistema productivo (exceso de oferta) y otras de una clara falta de demanda a nivel mundial.
Producción de materias primas
Lo cierto es que tal y como publica el Banco Mundial los precios de los productos alimenticios están disminuyendo a nivel mundial . Desde agosto de 2012 sólo se han registrado caídas, las cosechas sin precedentes de trigo, maíz y arroz, un mayor abastecimiento y más existencias a nivel mundial continuaron impulsando los precios internacionales a la baja.
A este aumento de las existencias en cuanto a alimentos se refiere se puede extrapolar al mundo de la energía. A día de hoy se está produciendo el mayor número de barriles diarios de petróleo. La OPEP mantiene y aumenta paulatinamente su producción, a la vez que otros participantes vienen pisando fuerte, como es EEUU gracias al 'fracking', Brasil con el crudo extraído de las aguas ultraprofundas o Rusia que produce unos 10 millones de barriles al día.
Por otro lado pero siguiendo con la energía se prevé que los precios del carbón, que ya han bajado 52% desde 2011, seguirán cayendo. Las compañías mineras desde Colombia hasta Australia mantuvieron la producción a medida que los precios caían por cuarto año en 2014 en un contexto de abundancia global de carbón transportado vía marítima que, según Deutsche Bank AG, este año se triplicaría.
Los avances tecnológicos (que permiten producir más con menos), la competencia producto de la globalización y el clima que ha acompañado en determinadas zonas del mundo para que se den grandes cosechas han desembocado en una era de abundancia y sobre-oferta que está hundiendo los precios de cereales, otros alimentos y la energía. Este fenómeno está afectando los índices de precios de todas las grandes potencias.
Gracias a esta 'super-abundancia' se ha podido navegar con tranquilidad entre los grandes planes de estímulo de los bancos centrales del mundo. Tal y como explica el célebre economista Nouriel Roubini, los economistas austriacos habían alertado de un futuro marcado por la hiperinflación como consecuencia de las políticas monetarias de los bancos centrales, que han impreso grandes cantidades de divisa y han multiplicado sus balances, con el objetivo de reactivar la demanda.
Sin embargo, la hiperinflación no ha llegado porque ahora "vivimos en un mundo en le que hay un exceso de oferta una demanda pequeña. El resultado es una desinflación persistente a pesar de los estímulos monetarios... Por ejemplo, la revolución del shale gas y shale oil en EEUU ha debilitado el precio del gas y el petróleo".
El mundo se encuentra inmerso en un proceso de desinflación. Incluso EEUU, cuya economía crece a un ritmo considerable, ha visto como el último dato de inflación mostraba un crecimiento de los precios interanual del 0,8%, muy por debajo del objetivo. En la Eurozona, el último dato muestra un descenso del -0,6%, mientras que en el Reino Unido la inflación es del 0,5%.
La única economía relevante que estos momento sufre una inflación elevada es Rusia, donde los precios han subido más de un 11% según los últimos datos publicados. Aunque en este país, el crecimiento de los precios se debe al desplome del rublo, que ha encarecido sensiblemente todas las importaciones, tirando del IPC hacia arriba.
