
Las bodegas encaran una lucha para proteger sus marcas, y con ellas su reputación, de las falsificaciones de vino. Los abogados expertos en propiedad intelectual recomiendan a estas compañías realizar monitoreos constantes del mercado, tanto en comercios físicos como en tiendas online, sin olvidarse especialmente de plataformas digitales como Amazon o Aliexpress.
Sin embargo, en ocasiones el hallazgo de la falsificación llega por casualidad. La Guardia Civil desmanteló el pasado mes de febrero una red internacional que llevaba años dedicada al comercio ilegal de vino con "Denominación de Origen Rioja" y que se distribuía en Vietnam y China. En este caso el chivatazo lo dio un ciudadano español que viajó a Vietnam y compró una botella en una tienda gourmet sospechando de su autenticidad para traerla a España y analizarla.
Karin Guridi, abogada y asociada de Balder, bufete especializado en propiedad intelectual, explica a este diario que la recomendación que hacen a los clientes es que vigilen regularmente el mercado para detectar posibles falsificaciones y hacerles frente a la mayor brevedad posible. La experta señala que, además de por casualidad, las bodegas son conocedoras de que han falsificado su marca mediante inspecciones que realizan ellas o bien agencias especializadas en la detección de falsificaciones.
Principales pistas
Las principales pistas para conocer que una botella de vino ha sido falsificada la dan "las cápsulas (corchos), que presentan alteraciones o manchas (porque han sido retiradas y vueltas a colocar o se han perforado); el propio vino, que contiene restos debido a su modificación o adulteración; la forma y el tipo de cristal de la botella, que son diferentes a los de la botella original, o su precio si es sospechosamente más bajo en comparación con productos aparentemente idénticos".
"En lo referente a la etiqueta, los indicios más llamativos son las faltas de ortografía, la baja calidad de la impresión o del papel o una colocación descuidada sobre la botella (burbujas de aire, esquinas despegadas, colocación torcida)", dice.
Además, recuerda que actualmente las bodegas incluyen códigos QR en las etiquetas que dan información al consumidor sobre su elaboración y permiten la trazabilidad de la botella y también una numeración que se puede verificar en la página web de las bodegas para confirmas que es original.
La abogada de Balder indica que la principal y más sólida defensa de una bodega contra las falsificaciones es registrar sus marcas y el diseño de las etiquetas en todos aquellos países de su interés comercial. De esta manera, podrá solicitar la intervención aduanera para detener aquellos vinos sospechosos y oponerse a solicitudes de diseños de marcas que imiten a la suya.
Además, los Consejos Reguladores de las Denominaciones de Origen (D.O.) también persiguen a fabricantes y distribuidores que las utilizan de forma fraudulenta.
Los daños
La falsificación no solo puede causar daños económicos a las bodegas, al reducir sus ventas porque los consumidores opten por vinos falsos más baratos, también puede dañar la marca si el vino no cumple con la expectativa del consumidor o incluso, si impacta negativamente en la salud del usuario, acarrearle relevantes daños reputacionales.
Karin Guridi señala que las personas que falsifican una marca de vino o usan una denominación de origen sin estar autorizado afrontan hasta seis años de cárcel, en función de la gravedad del delito. Además de penas de carácter económico por falsificar una certificación española y, si el producto daña al consumidor, prisión por un delito contra la salud pública.
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