Visiblemente cansados, y con una sensación de fracaso, los líderes de la Unión Europea concluyeron ayer la tercera cumbre sin resultados para el reparto de los altos cargos.
Tras un encuentro maratoniano de más de 20 horas, los jefes de los Ejecutivos de los 28 estuvieron a punto de llegar a un acuerdo para asignar las presidencias de la Comisión Europea, del Parlamento Europeo, del Consejo Europeo y la jefatura de la diplomacia europea. La presidencia del Banco Central Europeo (BCE) no quedó incluida, a pesar de la intención inicial.
Sin embargo, las divisiones dentro del Partido Popular Europeo (PPE) y la oposición de una decena de países, sobre todo del Centro y Este de Europa, hundió un preacuerdo que se había tejido en los días previos para dar la presidencia de la Comisión a los socialistas.
El presidente francés, Emmanuel Macron, habló de "fracaso", mientras que el jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, se refirió a una sensación de "enorme frustración" por no haber cerrado un acuerdo importante para asegurar la gobernabilidad de la UE.
Acuerdo difícil
Los líderes se volverán a encontrar hoy, a las 11 de la mañana. El objetivo es llegar a un acuerdo antes de que mañana el Parlamento Europeo elija a su presidente en su primera sesión constitutiva, ya que tal movimiento determinará la configuración del paquete de líderes. Sin embargo, la canciller alemana Angela Merkel reconoció que será "complicado" conseguir el acuerdo hoy. Sánchez comentó que todavía existe "una enorme disparidad de criterios y de intereses", que "hacen muy difícil el acuerdo".
El principal punto de la discordia fue la cesión de la presidencia de la Comisión Europea al socialista Frans Timmermans, a pesar de que Manfred Weber (PPE) había sido el ganador de las elecciones. Hasta la conclusión de la cumbre de ayer, se creía que esta cesión había sido acordada por Alemania, Francia, España y Holanda, en representación de las tres principales familias políticas, durante la cumbre del G20 celebrada el pasado fin de semana en Osaka (Japón), como manera para desbloquear el reparto de sillas.
A cambio, el compromiso de Osaka otorgaba a Weber la presidencia del Parlamento Europeo, mientras que la jefatura de la diplomacia europea también iba para el PPE. Los liberales se quedaban por su parte con la presidencia del Consejo Europeo. Fuentes europeas explicaron que el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, se encontró en el G-20 con este acuerdo, y con el que los cuatro socios pensaban que podían reunir la necesaria mayoría cualificada entre los líderes y en el Parlamento Europeo. Tusk había estado trabajando en un paquete diferente, en su ronda previa de contactos con los Gobiernos durante los días pasados.
Sin embargo, Sánchez alteró el sentido del relato tras la cumbre al decir que el acuerdo fue sellado días antes de Osaka entre Timmermans y Weber, como medida para salvar el proceso del candidato principal (spitzencandidat), por el que solo los cabezas de las familias políticas que se presentaron a las elecciones europeas pueden aspirar a dirigir la Comisión. Sánchez explicó que se observó que Timmermans tenía más probabilidades de reunir la mayoría necesaria, e indicó que así se evitaba también una crisis interinstitucional con la Eurocámara, dado que ésta apoyaba el proceso de spitzencandidat.
Los cuatro países de Osaka se limitaron a respaldar el acuerdo entre Weber y Timmermans, y defenderlo en la cumbre. Sin embargo, encalló antes de que arrancara la cita en la reunión del PPE europeo. Tanto Sánchez como Macron atacaron al centro-derecha por no haber cumplido con su parte del acuerdo. Más bien, la oposición de la mayoría del PPE a ceder el Ejecutivo comunitario evidenció que Merkel no había comunicado, o convencido, al resto de los suyos sobre el acuerdo.