
No pudo ser. Casi exactamente 25 años después de su primer intento, el partido del populista antieuropeo Nigel Farage fracasó una vez más en el objetivo que se le viene resistiendo desde hace décadas: ganar un diputado electo en Westminster. Su nueva formación, el Partido del Brexit, terminó segundo por apenas 600 votos en una elección especial para ocupar un escaño vacante en el municipio de Peterborough, pese a ser el favorito de las encuestas, jugar en un terreno que votó a favor del Brexit por un 61%, tener un candidato local famoso entre sus vecinos, y haber ganado allí en las elecciones europeas de hace apenas dos semanas.
Los grandes beneficiados fueron los laboristas, que mantuvieron el escaño pese a sufrir una fuerte caída de 17 puntos respecto a las últimas generales y haberse pasado la campaña envueltos en escándalos. El escaño, recordemos, estaba vacante porque la anterior diputada, Fiona Omasanya, había sido condenada a tres meses de prisión por sobrepasar los límites de velocidad e intentar culpar a una persona que se encontraba en Rusia en esos momentos. Y su nueva candidata, y flamante diputada electa, Lisa Forbes, se había visto envuelta en un escándalo de antisemitismo tras dar a "me gusta" a un tuit que denunciaba una "conspiración sionista" en Reino Unido.
La clave fue la división de la derecha 'brexitera'. Los 'tories' cayeron 25 puntos, al 21%. Lo suficiente para mantener a raya al Partido del Brexit, que se nutre casi exclusivamente de votantes conservadores desencantados, y apenas llegó al 29%. Los laboristas, con el 31%, firmaron así la victoria con el menor porcentaje de voto en Inglaterra desde 1945. Gracias, en parte, a que frenaron sus pérdidas por el lado europeísta: los Liberal-Demócratas apenas les arañaron 9 puntos.
Los resultados mostraron un gran cambio respecto a las europeas y ponen en duda la capacidad de Farage de conseguir escaños en las generales. El Partido del Brexit perdió 6.300 votos en apenas dos semanas, de los cuales la mitad volvieron a los 'tories'. Mientras, los laboristas recuperaron 3.000, provinientes de los Liberales y los Verdes, en una demostración de 'voto útil', ya que nadie esperaba que ninguno de esos dos partidos ganara.
Y ese, la utilidad del voto en un sistema en el que solo la lista más votada tiene premio, es el techo con el que Farage lleva chocando desde que fundó el UKIP en 1994. En un círculo vicioso, los votantes esperan que solo laboristas y conservadores puedan ganar, y mucha gente se rinde al voto útil hacia ellos. Los perjudicados, los pequeños: si 1.000 de los votantes que le apoyaron en las europeas hubieran confiado en el Partido del Brexit en vez de volver a los 'tories', Farage habría ganado su primer escaño.
Los candidatos a suceder a Theresa May, que hoy oficializó su dimisión, no tardaron en sacar una conclusión. "Tenemos que aprobar el Brexit antes de octubre para recuperar los votantes fugados a Farage" fue la frase repetida por casi todos. De lo contrario, advierten, los laboristas podrían repetir lo de Peterborough por todo el país: la derecha dividida en dos mitades casi iguales... y el izquierdista Jeremy Corbyn, el gran ganador de hoy, hinchándose a escaños con menos del 30% de los votos.