
Con la entrada del exvicepresidente Joe Biden en la carrera a las primarias demócratas para la presidencia de EEUU, la foto de lo que será la campaña parece cada vez más clara. El que fuera mano derecha de Barack Obama lidera las encuestas como claro favorito, seguido en la distancia por el finalista de las primarias de 2016, el senador izquierdista Bernie Sanders. Pero la enorme cantidad de candidatos -al menos 21- y la drástica evolución del electorado demócrata en estos años abren la puerta a todo tipo de sopresas.
Biden, candidato presidencial frustrado ya dos veces -1988 y 2008- entró en la carrera presidencial con un mensaje nítido contra Donald Trump: "Si dejamos que gobierne otro mandato, cambiará el espíritu del país". De su mano, dos ventajas: su grado de reconocimiento entre el público general y su buena imagen, que le da la ansiada etiqueta de "presidenciable". Eso se refleja en una intención de voto en las primarias de entre el 30% y el 40% en las primeras encuestas tras su anuncio, suficiente para ser el líder claro, aunque aún es pronto para darlo por sentado. Hasta que comiencen los debates, en junio, los sondeos sulen fallar más que acertar.
En contra, dos problemas que pueden ser insalvables a largo plazo. Por un lado, Biden, que entró en el Senado hace 46 años, en 1973, tiene una visión política más centrista y conservadora para lo que es actualmente su partido. Mientras sus rivales prometen algún tipo de sanidad pública, ayudas para los estudiantes y reformas del mercado laboral que favorezcan a los trabajadores, Biden es más moderado en todos esos temas y se limita a proponer "mejoras" sobre lo que hizo junto a Obama en sus años de Gobierno. Su programa de futuro es muy plano en comparación con la gran cantidad de propuestas innovadoras que ponen en la mesa sus oponentes.
Por otro lado, como hombre blanco mayor -sería, con 78 años, el presidente de más edad en su toma de posesión-, tiene un problema a la hora de movilizar al votante joven, mayoritariamente femenino y de color que impulsó a los demócratas a la victoria en las elecciones legislativas de 2018. Especialmente cuando está rodeado de candidatos jóvenes, de mujeres y de negros e hispanos.
Además, muchos analistas han advertido de que centrar su campaña en Trump y su "guerra cultural", recordando las manifestaciones de supremacistas blancos en Virginia en 2017 como primer argumento, es el mismo error que cometió Hillary Clinton. Las elecciones de 2016, argumentan, ya demostraron que la mala opinión que muchos votantes conservadores tenían sobre su propio candidato no impidió que le votaran. Y en 2018, los demócratas ganaron pasando de puntillas sobre la figura del presidente y centrándose, en su lugar, en criticar su política fiscal y sanitaria.
Sanders... y los demás
Detrás de Biden, dos grupos. Uno de cinco candidatos, encabezado por el senador Sanders -en torno al 15-25% en las encuestas-, y seguido de un grupo de aspirantes menos conocidos a nivale nacional que rondan el 5-10%: el exdiputado rockero Beto O'Rourke, el alcalde 'milenial' y homosexual Pete Buttigieg, la senadora indo-africana Kamala Harris y la senadora izquierdista Elizabeth Warren. Todos tienen fondos de sobra y perfiles capaces de atraer a una masa de militantes demócratas si logran destacarse en los próximos meses.
Por debajo, un gran pelotón de candidatos que apenas rondan el 1-3% y que solo aspiran a coger sitio antes de la larga serie de debates presidenciales. Esos encuentros, que comenzarán en junio y se extenderán hasta el inicio de las primarias, el próximo mes de febrero, son la gran esperanza de todos los que no son Biden, y especialmente de los más desconocidos.
En total, la página de estimaciones y encuestas FiveThirtyEight calcula que, en base a su apoyo electoral y su nivel de conocimiento, Biden tiene en este momento una probabilidad de ganar del 35%, según los resultados de todas las primarias de los dos grandes partidos en las últimas décadas. Detrás, Sanders tiene un 18%. Y el enorme pelotón que les sigue suma un 47% en conjunto, con Buttiggieg, Harris, O'Rourke y Warren acumulando la mayor parte de esas probabilidades.
Por supuesto, el juego acaba de empezar. Pero Biden se ha convertido de entrada en el candidato a batir, y el resto deberá moverse para arañarle apoyos. El tiempo corre, incluso en las interminables campañas electorales estadounidenses.