Argentina ha dado síntomas suficientes de alarma como para infundir preocupación en sus homólogos latinoamericanos. La fortaleza del dólar que acumula tres semanas consecutivas subiendo frente a sus principales pares, entre ellos el euro, y la decisión de la Reserva Federal de mantener intacto el denominado dot plot -los objetivos futuros marcados por Janet Yellen- en lo que respecta a elevar hasta tres o cuatro veces el precio del dinero en EEUU está poniendo nerviosos a los inversores con activos en economías emergentes.
El origen del último tornado que sacude al mercado de divisas hay que buscarlo en Argentina. Allí, el Banco Central de la República (BCRA) decidió el pasado viernes elevar los tipos de interés hasta la cota del 40% para proteger a su moneda, cuando sólo una semana atrás el nivel de referencia para fijar el precio del dinero se situaba en el 27,25%, 1.275 puntos básicos por debajo.
El viernes 27 de abril, el organismo movió su primera ficha hasta el nivel del 30,25%, el jueves avanzó hasta el 33,25% y el movimiento más abrupto -y el que causó un mayor impacto en mercado- fue el del viernes cuando elevó esta referencia 675 puntos básicos de una sola jugada.
Argentina, en donde la inflación se sitúa en el 25,4% -lejos del 47% que batió en julio del año pasado-, es consciente de que cada vez que sube el dólar, los precios locales en pesos, automáticamente, se disparan y esto tiene particular relevancia en una economía donde el mercado negro de dólares está a la orden del día y un gran número de productos, viviendas o automóviles están denominados en dólares.
Además, el Gobierno de Macri aprobó el pasado 25 de abril un impuesto del 5% para los tenedores de los denominados Lebacs, títulos de deuda soberana a corto plazo, que ha provocado una importante salida de capitales.
Tras la adopción de la última de estas medidas, el mercado de divisas fue, siguiendo su rol habitual, el primero en reflejar el nerviosismo. El peso argentino se desplomó un 6,06% en la semana frente al dólar estadounidense -cayó un 1,4% frente al euro- y, aunque se recuperó tímidamente al cierre del mercado del viernes, tocó mínimos históricos, en los 22,39 pesos.
Algo que para el ministro de Hacienda argentino, Nicolás Dujovne, es un "tipo de cambio competitivo, incluso más competitivo que el del inicio de la gestión" del presidente Mauricio Macri, quien trata, a todas luces, de alejar de la mente de los argentinos la posibilidad de que se produzca otro corralito como el vivido en el año 2001.
Un cambio de paradigma
El carry trade, aquella fórmula por la cual un inversor en dólares decide comprar deuda extranjera -por tanto, su divisa- aprovechando la diferencia de rentabilidad que le ofrece la deuda emergente, está en peligro, ya que la subida del dólar amenaza con borrar todas las ganancias y provoca, por ende, una salida de capitales.
Esta situación ha hecho que el contagio haya llegado al resto de divisas latinoamericanas, ya que las diez principales registraron pérdidas en su cruce con el dólar en la última semana, secundando las ventas que recogió el peso argentino. Según datos recogidos por Bloomberg, la moneda mexicana se depreció un 3,42%; el peso chileno, otro 2,23%; el real brasileño, un 2,04%; el peso colombiano retrocedió un 1,41% y el sol peruano, el menos afectado, cedió el 1,04%.
Ajenos a estos movimientos de mercado quedó el bolívar venezolano, cuyo desplome del 99,9% desde el 1 de enero de este año, le deja, directamente, fuera del mapa. "Si el dólar continúa fortaleciéndose, llegaremos a un punto en el que los niveles que alcancen serán tan dañinos que provocará un alejamiento" de las divisas emergentes, afirmó Sonja Gibbs, director senior del Instituto Internacional de Finanzas en declaraciones recogidas por Financial Times.
Las últimas ventas de divisas emergentes para comprar dólares han llevado al peso mexicano a niveles mínimos de enero -se cambia por 0,055190 dólares- y al real brasileño a zonas no vistas desde 2016 -intercambiándose por 0,2833 dólares-, aunque la divisa carioca tiene sus propias particularidades, ya que a la fortaleza del dólar, se suma la incertidumbre que generan las próximas elecciones generales del mes de octubre.
El ex presidente, Lula da Silva, preso y condenado por corrupción, mantiene su candidatura a los comicios -a sabiendas de que cuenta con el apoyo de las clases más populares-, aunque ni siquiera los aspirantes más conservadores gustan al mercado. Los analistas de AndBank pronostican, por tanto, que la debilidad del real brasileño "continuará hasta el mes de octubre" cuando se dilucide el resultado electoral.