Una de las particularidades más extrañas de EEUU es que el Gobierno no puede emitir deuda indefinidamente, sino que primero tiene que contar con la aprobación del Congreso. Y su efecto es que cada pocos años, surge el mismo problema: la autorización caducará pronto, el 1 de agosto, y el presidente, Joe Biden, necesita aprobar una nueva ley para seguir emitiendo deuda. Y esta vez el peligro es mucho mayor: con el gasto público disparado por la pandemia, el Tesoro advierte que sus reservas de efectivo son más bien escasas.
El ministerio que dirige Janet Yellen lleva semanas preparando planes de contingencia, pero, según informa Bloomberg, teme que no sean suficientes. Fuentes del Tesoro indican que sus reservas podrían evaporarse mucho antes que en otras ocasiones en las que se ha sobrepasado la fecha clave sin haber aprobado la ley necesaria. Y el peligro es que, en medio de una recuperación aún delicada, hasta un breve pánico en los mercados podría tener graves consecuencias.
Hay dos formas de aprobar la extensión: con una mayoría cualificada de 60 senadores, lo que implicaría negociar con los republicanos, o metiéndola dentro de los paquetes de estímulos e infraestructuras que está debatiendo el Congreso, utilizando un mecanismo que permite aprobar leyes fiscales y de gasto por mayoría simple. Y los republicanos ya han dejado clara su voluntad: el líder del partido en la Cámara Alta, Mitch McConnell, declaró esta semana que "el 100%" de sus esfuerzos están dedicados a "bloquear la agenda política" del presidente, y ha advertido de que no apoyará ninguna subida de impuestos.
Pero si Biden opta por intentar sacar la prórroga dentro de los paquetes de estímulo, el nuevo problema es la falta de tiempo: habría que negociar al menos uno de los dos proyectos -de unos 2 billones de dólares cada uno, aproximadamente- y sacarlo adelante usando el rodillo en menos de tres meses, lo que necesitaría de una unanimidad absoluta dentro del grupo parlamentario demócrata que aún está lejos de lograrse.
El riesgo está en que una falta de bonos sacuda aún más a los mercados de deuda, que llevan ya meses nerviosos por el riesgo de inflación creciente. Esta semana, Yellen tuvo que salir a calmar a los inversores después de que unos comentarios sobre la posible alza de tipos por parte de la Fed sacudieran las bolsas. Una suspensión de pagos técnica, por muy breve que fuera, difícilmente haría feliz a nadie.