
"Los planes de energía a precio de coste del mercado mayorista son más baratos que los de coste fijo un 96% del tiempo". Así se anuncia uno de los varios proveedores de energía que ofrece a sus clientes de Texas contratar un plan variable, atado al precio mayorista de la luz. Pero, ¿qué pasa cuando toca una semana de ese 4% restante? Muchos ciudadanos lo están sufriendo ahora en sus carnes, con facturas de la luz y el gas en febrero por valor de decenas de miles de dólares, en una demostración de la mala gestión del sistema eléctrico del estado.
En EEUU, cada Gobierno estatal puede fijar las leyes que considere oportunas para la electricidad y el gas. Y Texas, un territorio conservador, con una red aislada del resto del país y con las mayores reservas de combustibles fósiles del país, fue a por la desregulación total. Y el mercado creó dos tipos de proveedores: los que establecen un precio fijo para el kilovatio/hora de consumo cada mes, como ocurre en España, y los de tarifas variables, con precios que fluctúan cada hora según los costes del mercado mayorista. Normalmente, los precios son tan baratos que el kilovatio/hora sale a unos 4 centavos de dólar, por lo que, incluso con las comisiones que cobran las compañías como margen de beneficio, siguen siendo la opción más barata.
El riesgo es que ocurra algo como la brutal tormenta de nieve y frío polar que dejó a gran parte del estado sin electricidad durante días. El resultado es que la energía que sí llegó al mercado se pagaba a precio de oro: 9 dólares por kilovatio, más de 200 veces el precio normal, el máximo permitido por ley. Y las facturas reflejaron ese aumento disparado de los costes: los clientes de Griddy, una de las compañías del mercado libre, se están enfrentando a facturas de 2.000 a 20.000 dólares al cierre del mes. Lo mismo ocurrió con la factura del gas: los precios subieron de 2 a 180 dólares por millón de unidades térmicas británicas, un aumento de 90 veces.
El gobernador, Greg Abbott, ya ha advertido de que estas subidas son "inaceptables" y ha anunciado que estudiará ayudas para las personas afectadas por estos mecanismos. Pero el problema es que las empresas también están sufriendo: las que cobran precios fijos van a ingresar cantidades minúsculas pese a haber sufrido costes disparados a la hora de conseguir la electricidad para suministrar a sus clientes. "Algunas entidades están al borde de la bancarrota y otras están buscando desesperadamente dinero para afrontar los costes", anunciaron en un comunicado las compañías eléctricas del estado.
"Hace 10 años que se identificó este problema y no han hecho nada", dijo el diputado Larson
Las causas de esta crisis tienen que ver, en parte, con la falta de regulación. El diputado Lyle Larson acusó esta semana a la Comisión de Servicios Públicos de Texas (PUC) de "no hacer nada" pese a saber que las redes del estado no están preparadas para soportar eventos críticos como la ola de frío de este mes. La clave está en un informe de 2011 realizado por la PUC y ERCOT, la empresa estatal de redes eléctricas, que alertaba de que las plantas generadoras no estaban preparadas para soportar un evento como este. "Hace 10 años que se identificó este problema y no han hecho nada", dijo Larson.
La otra debilidad es que el sistema creado por los sucesivos gobiernos republicanos se olvidó de un detalle: mantener capacidad de emergencia. La mayoría de países desarrollados paga a las empresas productoras de energía por tener plantas detenidas o a medio gas que puedan ser utilizadas de inmediato si hay un fuerte aumento de la demanda. Texas, por el contrario, solo paga por la energía entregada, desincentivando esas reservas.
Las víctimas de toda esta crisis son los más de 35.000 hogares con energía mayorista, que están preparándose para lanzar una demanda colectiva por sus facturas desorbitadas. Y quizá no sean los únicos: la mayoría de las distribuidoras, las de precio fijo, han sufrido lo mismo que ellos.