Mientras amanece en Washington y los servicios de limpieza intentan borrar las huellas del asalto de una turba de radicales trumpistas al Congreso, Estados Unidos intenta digerir la escena que se vio ayer: a un presidente animando a sus seguidores poco menos que a dar un golpe de Estado en público, y llamándoles "bellas personas" y diciéndoles "os quiero" al ver que seguían sus indicaciones. Un escenario que abre dos semanas de inestabilidad hasta que Joe Biden tome posesión del cargo el próximo 20 de enero, ante el cual la presidenta del Congreso, Nancy Pelosi, ya ha lanzado un ultimátum: o el Gobierno cesa a Trump mediante la 25ª Enmienda, o pondrán en marcha un proceso de impeachment para destituirle en cuestión de días.
En este momento, hay dos posibilidades para que Trump salga de la Casa Blanca antes de tiempo. La primera es que el vicepresidente Mike Pence y una mayoría del consejo de Ministros aprueben la destitución del presidente "ante la incapacidad para desempeñar su cargo". Esta opción, que recoge la 25ª Enmienda de la Constitución, está diseñada para casos de baja por enfermedad, pero no hay ninguna limitación explícita para casos de incapacidad política, si así lo juzgan los altos cargos nombrados por él mismo. El mecanismo permitiría destituirle por hasta tres semanas sin necesidad de ratificación parlamentaria, más que de sobra para llegar a la toma de posesión de Biden, por lo que podría hacerse de forma inmediata.
La otra opción es un segundo impeachment, un juicio político que, además de destituirle, supondría su inhabilitación de cara al futuro y podría suponerle a continuación un juicio civil ordinario por sedición. Pelosi ha explicado que esta opción es la preferida por "la mayoría aplastante de mi grupo", después de que casi un centenar de diputados -incluido al menos un republicano- se hayan sumado a esta petición, además de dos gobernadores -un demócrata y un republicano-. "Mi teléfono está reventando de llamadas de diputados diciéndome 'impeachment, impeachment, impeachment'", dijo la presidenta. Pero la señal más fuerte ha venido de parte del flamante presidente demócrata del Senado, Chuck Schumer, que tomará las riendas de la Cámara Alta en cuanto reciban sus actas los dos senadores demócratas electos en Georgia este martes. "Si el Gabinete no aplica la 25ª Enmienda, el Congreso debería reunirse de emergencia para aprobarlo", anunció Schumer en un comunicado, antes de que le siguiera Pelosi. La Comisión de Justicia del Congreso ya ha redactado el borrador de la acusación contra Trump por sedición. La presidenta dice que espera tener noticias de Pence "este mismo jueves".
La mayor preocupación es que Trump aproveche estos últimos días para incitar más violencia, otorgar indultos a la turba de asaltantes o tomar decisiones más graves en sus últimos días. Por el momento, este jueves ha decidido retirar la candidatura del ministro del Interior en funciones, Chad Wolf, al cargo -que debe ser aprobado por el Senado- por haber condenado los actos de ayer. Una señal que, aunque simbólica (ya no va a haber tiempo para confirmarle), dice mucho sobre la voluntad de Trump de marcharse de forma pacífica.
El día después
Las imágenes del interior del Congreso la mañana siguiente son aún increíbles. Botes de desodorantes y banderas de Trump tiradas, pegatinas de "que les jodan a los 'Antifa'" en las puertas, extintores vaciados, gases lacrimógenos solidificados en los pasillos, agujeros de bala en los marcos, puertas centenarias arañadas, bancos destrozados, bustos ensangrentados, oficinas con los papeles por los suelos, un mensaje amenazante en el despacho de Pelosi y el cartel con su cargo y nombre roto en pedazos. Todo ello cuando hay cuatro fallecidos y las tropas de Virginia aún patrullan Washington, que permanecerá en estado de emergencia hasta la toma de posesión de Biden. La policía de la capital está pidiendo por Twitter ayuda para reconocer a los asaltantes.
MPD seeks assistance in identifying persons of interest responsible for Unlawful Entry offenses that occurred yesterday on US Capitol Grounds, 100 block of 1st Street, NW.
— DC Police Department (@DCPoliceDept) January 7, 2021
More photos: https://t.co/i2Hbv1bkPh
Have info? Call (202) 727-9099/text 50411 pic.twitter.com/yWIPEaxxFW
El objetivo del intento de golpe de Estado era evitar que Biden fuera proclamado presidente, pero ese tren ya pasó: la sesión conjunta de ambas cámaras confirmó la investidura del demócrata y cerró la puerta definitivamente a cualquier posibilidad de de Trump permanezca en el poder más allá del 20 de enero. El propio Trump lo reconoció con un comunicado, emitido a través de su portavoz de redes sociales, en el que rechazaba los resultados pero se resignaba a acatarlos y facilitar el traspaso de poderes. Pero ahora la pregunta es qué pasará en el tiempo que queda hasta entonces.
En las últimas horas, el poder se le ha escurrido a Trump de las manos. Primero, Pence se negó a saltarse las normas de la sesión de proclamación de los resultados, e incluso cambió ligeramente el proceso para ignorar de plano el intento de los delegados pro-Trump en varios estados donde ganó Biden de enviar sus propios votos paralelos a los oficiales y causar más lío en el Congreso. A continuación, 44 de los 51 (que pronto serán solo 50) senadores republicanos votaron en contra de anular los resultados electorales. Twitter bloqueó la cuenta del presidente un día, y Facebook anunció que tanto esta red como Instagram suspenderán a Trump "indefinidamente" para evitar más "incitaciones a la violencia". El senador Lindsey Graham, uno de sus principales apoyos en Washington, lo resumió así: "Hasta ahí hemos llegado. Ya basta. Biden ha ganado las elecciones. Se acabó".
En esa situación, la lista de dimisiones y denuncias se alarga. La jefa de Gabinete de Melania Trump, Stephanie Grisham, el exjefe de Gabinete de la Casa Blanca y actual enviado a Irlanda del Norte, Mick Mulvaney, el viceconsejero de Seguridad Nacional, Matthew Pottinger, el jefe del Consejo de Asesores Económicos, Tyler Goodspeed, o la vicejefa de prensa, Sarah Matthews, anunciaron su marcha.
La última en caer ha sido Besty DeVos, ministra de Educación. La primera persona del Ejecutivo de Trump en anunciar su marcha fue Elaine Chao, ministra de Transportes y mujer del presidente saliente del Senado, el republicano Mitch McConnell.
En la lista de los que se lo están pensando, el consejero de Seguridad Nacional, Robert C. O'Brien, o el vicejefe de Gabinete, Chris Liddell. Según informan medios como Axios o el Washington Post, la Casa Blanca está sumergida en el caos, con un Trump "en una situación mental muy delicada" y "encerrado en un búnker".