Internacional

Portugal y Grecia sobresalen entre sus vecinos por su gestión exitosa del virus

  • La falta de camas UCI de Grecia les llevó a tomar medidas antes que el resto
Guía de distancia de seguridad en el metro de Atenas. Foto: Reuters

Ni Bélgica, ni Reino Unido, ni Suecia, ni Francia. A la cabeza de la gestión del coronavirus en Europa occidental se sitúan Portugal y Grecia, dos países mediterráneos que hasta hace poco eran más conocidos por estar en la lista de los "PIIGS", los países con problemas de deuda que necesitaron un rescate o ayudas bancarias de la UE tras la crisis de 2008. Dos países que, con Gobiernos y situaciones muy diferentes, han logrado gestionar la pandemia mucho mejor que sus vecinos.

Los datos son sorprendentes. Portugal es el cuarto país de Europa occidental con más tests por millón de habitantes, solo superado por dos pequeños países donde es más fácil alcanzar a un alto porcentaje de la población, Malta y Luxemburgo, y Dinamarca. Y su número de muertos por millón de habitantes es de 105, solo mejorado por Alemania, Dinamarca... y Grecia.

Posiblemente los números del país heleno son los más sorprendentes. Una nación que en la última década ha quemado Gobiernos de todos los colores y se ha convertido en sinónimo de crisis perpetua apenas ha sumado 146 muertos, 14 por millón de habitantes. Unos datos dignos de elogio en un continente que ya suma más de 100.000 víctimas mortales y en el que cuatro países -España, Italia, Reino Unido y Francia- superan ampliamente los 20.000 fallecidos.

Reacción rápida

Posiblemente, la mayor diferencia en la gestión de ambos países es que tomaron las medidas de protección mucho antes de lo que lo hicieron el resto de países. En ambos casos, la expansión inicial del virus fue mucho menor que en Italia o España, por lo que pudieron observar lo que pasaba aquí y lanzarse a decretar confinamientos antes de que sus cifras hubieran subido al mismo ritmo. Grecia implantó el cierre total con 695 contagiados y 17 fallecidos, mientras que Portugal lo hizo con 143 casos y apenas 3 fallecidos, frente a los 1.500 casos y 136 víctimas en España o los más de 9.000 casos y 463 víctimas en Italia cuando se tomó la decisión de paralizar el país.

En el caso de Grecia, uno de los motivos que les llevó a ser tan precavidos fue, paradójicamente, el precario estado de su sistema sanitario tras años de recortes y crisis permanentes. Cuando la pandemia empezó a sacudir a Europa, Grecia apenas contaba con 560 camas de UCI. Una infraestructura insuficiente para soportar un crecimiento incontrolado de casos en un país en el que los mayores de 65 años suponen más del 21% de la población. Cualquier idea de ir a una "inmunidad de rebaño", dejando que la población se contagiase sin control, como intentó Reino Unido al inicio, iba a ser una catástrofe, por lo que el Gobierno del conservador Kyriakos Mitsotakis apostó por todo lo contrario.

A esta salida también ayudó un factor: en ambos países, los Gobiernos cuentan con mayorías amplias y han contado con el apoyo constructivo de la oposición. Mitsotakis, que llegó al poder el año pasado con mayoría absoluta en base a un programa de reformas, ha podido aprovechar el impulso para asegurarse el apoyo parlamentario a sus medidas. Y la oposición tampoco ha roto filas.

Portugal, por su parte, tiene un Gobierno socialista que, aun estando en minoría, ha logrado concitar el apoyo firme tanto de sus socios como de sus rivales. El líder del principal partido de la oposición, Rui Rio del cosnervador PSD, se comprometió cinco días después de la declaración del estado de emergencia a "ayudar en todo lo que nosotros podamos", porque, "la suerte [del primer ministro, António Costa] es nuestra suerte". Una mano tendida que se ha correspondido con un diálogo activo del Ejecutivo sobre todas sus medidas.

En ambos casos, el resultado ha sido un freno considerable de la enfermedad, que ha permitido iniciar la desescalada ya esta misma semana, con prudencia pero con optimismo y muchas mascarillas.

Golpe a la economía

Lo que no han evitado, en ningún caso, es sufrir un fuerte impacto a las cuentas públicas, similar al de otros países de Europa, por un motivo bastante claro: la dependencia de ambas economías del turismo, un sector devastado por la pandemia y que tendrá muchas dificultades para recuperarse durante lo que queda del año.

En concreto, según las previsiones presentadas a la Comisión Europea, Grecia es el país que espera sufrir el peor impacto sobre su PIB de toda la Eurozona: un -9,7% este año, ante el cierre de las fronteras y la paralización de los viajes internacionales, de los que depende una buena parte de su riqueza nacional. Portugal, por su parte, espera sufrir una recesión del -6,8%, al nivel de Países Bajos y situándose en el centro de la tabla europea.

Aun así, en ambos casos, la unidad política hace prever una adopción más rápida de las reformas necesarias para poner en marcha la economía una vez que haya pasado la crisis. Y, en cualquier caso, el buen control de la enfermedad les permitirá avanzar con más vidas salvadas y unos sistemas sanitarios mejor preparados en caso de que haya un rebrote. Pero sus lecciones sobre cómo frenar la pandemia son sencillas y aplicables al mundo entero: es mejor prevenir que curar y el control localidad a localidad del desarrollo de la enfermedad permite prevenir brotes descontrolados. Unas conclusiones que merece la pena recordar siempre.

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Comentarios 1

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Dcuesp
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En Contra

Igual que es España. La gestión ha sido mala y la oposición no ayuda en nada. Como siempre, en vez de apoyar se intenta derribar al gobierno. Lamentable. A ver si se toma ejemplo de como se superar los duros momentos, todos remando en la misma dirección.

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