Por unos minutos, el mundo contuvo su aliento. El presidente de EEUU, Donald Trump, se dirigía a la nación por la crisis con Irán tras el asesinato del líder militar Qasem Soleimani y el lanzamiento de misiles iraníes a dos bases militares estadounidenses. Pero, al final, el susto se quedó en casi nada. En su discurso, Trump se limitó a imponer nuevas sanciones al país asiático y apelar a la calma: "No queremos tener que usar nuestras armas", dijo.
La puesta en escena fue bastante preocupante. Escoltando a Trump apareció su vicepresidente, Mike Pence, y la plana mayor de las Fuerzas Armadas. La solemnidad era tal que los mercados pegaron un breve bajón temiéndose lo peor. Una vez terminó de hablar, sin embargo, la relajación fue total: el Dow Jones continuó su escalada, el oro fue hacia abajo y el petróleo se desinfló más de un 4%.
Trump empezó su mensaje celebrando que "el sistema de alerta temprana" de sus bases iraquíes había permitido evacuar a la mayor parte del personal, de forma que no había habido bajas estadounidenses y pocas víctimas iraquíes. "Deberíamos dar las gracias y alegrarnos", dijo. A continuación, señaló que "Iran parece estar reduciendo su nivel de movilización", algo que es "bueno para todas las partes y para el mundo", e insistió en que es major calmar las aguas: "Tenemos misiles preciosos y poderosos, pero es mejor que no tengamos que usarlos".
Tras justificar el asesinato de Soleimani -"uno de los mayores terroristas del mundo, que estaba planeando la muerte de numerosos estadounidenses"-, advirtió que "los terroristas ahora saben que si valoran su vida, no nos amenazarán". Y, de ahí, paso a señalar al Gobierno del país: "Irán es uno de los mayores patrocinadores del terrorismo en el mundo. Nunca permitiremos que adquiera armas nucleares".
Sin embargo, rechazó que el acuerdo negociado por su predecesor, Barack Obama, junto al grupo de las principales fuerzas militares del mundo -Francia, Reino Unido, Alemania, Rusia y China- fuera a servir para conseguirlo. Tras lanzar unos cuantos bulos sobre el pacto famosos en el ecosistema conservador estadounidense, Trump insistió en que el acuerdo nuclear estaba "muerto" y pidió a los países firmantes que aún intentan mantenerlo, que "salgan de él y negocien un acuerdo nuevo que de verdad evite que Irán acceda jamás a armas nucleares".
A continuación, usó el palo y la zanahoria. Primero anunció nuevas "durísimas" sanciones contra Irán. Y después, en un lenguaje muy similar al que usó con Corea del Norte, prometió que el país islámico tendría "la riqueza y prosperidad que se merece" si acepta "renunciar al terrorismo y a las armas nucleares".
Nada hace indicar que las relaciones entre ambos países vayan a mejorar de inmediato. Pero la reacción hostil hacia una guerra en Irán de la sociedad estadounidense ha frenado cualquier amago de escalada por la parte estadounidense. La pregunta ahora es si Irán seguirá adelante en su deseo de "cobrarse venganza" o se contentará con este ataque. Los mercados parecen estar esperando lo mejor.