
Si este domingo se confirman todos los pronósticos, Alberto Fernández será elegido presidente de Argentina, lo que significa que otra vez el peronismo habrá vuelto al poder. Para España, el segundo inversor extranjero directo después de Estados Unidos, no será un trago fácil de digerir: más de 300 empresas ibéricas que operan en sectores como banca, construcción, energía y tecnología, entre muchos otros, están expuestas al riesgo argentino. Un riesgo que después de la expropiación de YPF a Repsol por parte del Gobierno kirchnerista en 2012, suena demasiado alto para justificar ante cualquier junta de accionistas. ¿Qué esperar entonces después de las noticias de este lunes de madrugada?
En principio, habrá que tener paciencia. Aunque Cristina Fernández de Kirchner podría transformarse en vicepresidenta electa en las próximas horas, y eso, para muchos españoles, es un factor de espanto. Lo cierto es que el peronismo ha tenido diferentes facetas a lo largo de sus 70 años de historia. Fue en los años 90, con el peronista liberal Carlos Menem, cuando grandes grupos españoles como Telefónica se hicieron de las compañías privatizadas y expandieron rápidamente sus negocios locales. El récord de inversión fue en 2010, con el peronismo kirchnerista, de izquierda, cuando la cifra superó 9.000 millones de euros (hoy es inferior a 6.000 millones). Banco Santander -el principal banco extranjero del país-, BBVA, Codere, INDRA, ACS y Mapfre son sólo algunos nombres de empresas exitosas en tiempos de peronismo.
Década de estancamiento
Mauricio Macri, la promesa conservadora que supo enamorar a los mercados y a los presidentes del mundo, tejió relaciones de confianza con los ejecutivos de firmas españolas. Pero en los hechos, los números no cerraron. En 2018, por la devaluación principalmente, unas 30 cotizadas españolas tuvieran pérdidas extraordinarias por unos 1.000 millones de euros, según sus propios registros contables. "Para nosotros, el riesgo es que siga Macri, no que pierda", dice un ejecutivo de una firma española. Es nacido argentino, pero tiene el pasaporte español como otras 430.000 personas en tierras de Lionel Messi. No lo autorizaron a que se publique su nombre, pero sí a dar su veredicto en off the record: la caída drástica en el consumo minorista, de automóviles y en la construcción golpeó muy fuerte a las inversiones españolas del rubro, que tuvieron que salir a despedir personal e incluso -la suya-, pedir giros del extranjero para sostener el negocio.
Argentina está próxima a cumplir una década de estancamiento económico con alta inflación y eso generó nuevas necesidades en la población, que las españolas supieron saciar. Prosegur es líder ante una inseguridad creciente; y los supermercados de ahorro Día se han transformado en los mejores socios de las familias argentinas, que vieron caer los salarios reales a tasas de dos dígitos durante el gobierno actual. Las subidas en las tarifas de los servicios públicos, que llevaron a Macri a perder parte de su base electoral, beneficiaron a energéticas como Naturgy.
Para casi todo el resto, no fueron buenos años los de Macri: Indra perdió contratos públicos que sostenía hace años -el recuento provisorio de votos en las elecciones, por ejemplo-, y Telefónica -principal inversora española en Argentina, con proyectos por 2.200 millones de euros- acusó correr en desventaja en la desregulación del mercado de telecomunicaciones.
Además, en el primer semestre del año, perdió 161 millones de euros. Banco Santander, segundo gran inversor con planes por 1.800 millones de euros, tiene buena reputación más por iniciativa propia que por la bonanza del país. Su balance estuvo en rojo la primera mitad del año. A Inditex, Mapfre, Elecnor y hasta Codere no les fue mucho mejor. Esta última habría puesto en venta sus activos en Uruguay, porque la devaluación del peso -el cambio pasó de 12 a 63 pesos por dólar en los cuatro años de Macri- diezmó sus ganancias en los bingos y casinos criollos.
Lo que viene
Cuando Fernández se impuso a Macri en las elecciones primarias de agosto, los accionistas de firmas españolas dieron al día siguiente su veredicto. Así, Codere y Prosegur, los más expuestos al riesgo argentino en función de sus ganancias en el país sudamericano, se derrumbaron en bolsa más de un 10% el día después de la elección primaria.
Según supo El Economista, al menos en tres empresas de origen español, si pierde Macri, dejarán sus cargos sus directivos: uno se jubilaría y otros dos viajarían a España a seguir con sus carrera