El guionista loco del Brexit ha dado un nuevo giro de guion este lunes. Después de que el sábado los diputados decidieran no celebrar la votación del acuerdo de salida negociado por el primer ministro, Boris Johnson, con la UE, el Gobierno intentó poner de nuevo ese acuerdo sobre la mesa hoy. Y el presidente del Parlamento, John Bercow, ha rechazado la propuesta del Gobierno, argumentando que los diputados ya lo debatieron el sábado y ya optaron por no votarlo. Johnson pierde así definitivamente la vía más fácil para ratificar el Brexit y deberá ir ahora por la vía lenta: aprobar una ley completa, que ya presentó esta misma noche.
El sábado, el 'premier' vio como su acuerdo de salida era enmendado y, en su lugar, la Cámara aprobaba una declaración afirmando que "tomamos nota del acuerdo, pero no daremos la aprobación hasta que el Gobierno no apruebe la ley del Brexit" que implemente las cláusulas del pacto dentro de la legislación británica. Su temor era que el Gobierno no completara la ratificación a tiempo y causara una salida caótica o que hubiera sorpresas inesperadas entre los artículos del proyecto. Por tanto, los diputados dijeron que nos e fiaban y que querían controlar el proceso hasta el final. Johnson se quedó en silencio y permitió que la moción saliera adelante sin oposición en la segunda votación, tras perder la primera por 16 votos.
Gracias a esa inacción, Bercow sentenció hoy que la moción del acuerdo ya había sido debatida, por lo que no podía llevarse de nuevo a la Cámara de acuerdo a una norma que data de 1604. Además, en el texto que se aprobó el sábado, los propios diputados ya habían fijado sus condiciones para dar el visto bueno al pacto. Por lo tanto, ya no se podrá volver a debatir el acuerdo de salida en solitario.
La solución: la ley del Brexit
Por lo tanto, la única salida que le queda a Johnson es presentar el proyecto de ley del Brexit. El documento, que tiene 110 páginas, lleva a la legislación británica lo negociado con Bruselas. De aprobarse esta ley, se daría por aprobado el acuerdo, que es parte de la misma. Bercow señaló que "si el Gobierno tiene los apoyos para aprobar el Brexit por ley, podrá hacerlo", pero el escenario cambia, y mucho.
El Gobierno tenía ya previsto presentar el texto este lunes, y empezar una tramitación de urgencia para intentar tenerlo terminado antes de la fecha límite que se ha autoimpuesto el 'premier', el 31 de octubre. Los planes del Gobierno son realizar todos los pasos esta misma semana, en apenas tres días. Sin embargo, esto ya no dependerá de él: serán los diputados los que decidan el calendario de tramitación este martes, y el motivo por el que obligaron a Johnson a pedir una prórroga a la fecha de salida el sábado era, precisamente, para tener tiempo de analizar todas las cláusulas con calma.
A partir de ahí, el documento iría a los Lores, donde hay una mayoría anti-Brexit que podría ralentizar el proceso solo para molestar a Johnson. Y una vez aprobado por ambas cámaras, quedaría la ratificación por parte del Parlamento Europeo, que estará de vacaciones de Todos los Santos las dos próximas semanas, aunque podría reunirse de emergencia para votar el cierre del proceso en cuanto Londres cumpla su parte.
La última clave: las enmiendas
El otro problema de no haber podido votar el acuerdo es que el Parlamento podrá ahora intentar añadir enmiendas que cambien su contenido o incluso hagan inaceptable el pacto para los 'brexiters' más radicales. Estos últimos ya están enfadados porque la ley mantendrá a Reino Unido dentro de la legislación europea hasta finales de 2020, prorrogable por dos años si el Parlamento da su beneplácito, una de las líneas rojas que los llamados 'espartanos' consideraban inaceptable.
Por otro lado, la ley limita la posible relación futura entre la UE y Reino Unido a la visión de Johnson de un acuerdo comercial simple. Esto descartaría una unión aduanera o la pertenencia al mercado común, al estilo de Noruega. Para evitarlo, el Partido Laborista intentará añadir una cláusula que permita una mayor integración económica, con la unión arancelera en mente, lo que podría solucionar el problema de la frontera en Irlanda del Norte sin tener que separar a la provincia del resto del país.La otra enmienda que atraerá todas las miradas será la del segundo referéndum, que hoy mismo volvieron a pedir los nacionalistas escoceses y los laboristas galeses, que gobiernan ambas naciones. Los números podrían estar muy ajustados, especialmente después de que los unionistas norirlandeses rompieran su acuerdo de legislatura con Johnson y apoyaran los planes de la oposición para bloquear el Brexit.
Por lo pronto, ahora quedan dos semanas de momentos clave que pueden decidir el futuro del Reino Unido para las próximas décadas. Cada votación será prácticamente a vida o muerte. Y todo esto es solo el primer paso: después quedarán años para debatir su relación futura con la UE y el futuro acuerdo comercial antre ambos.