En Skyfall (2012), la vigésima tercera película de la saga Bond, el agente 007 (Daniel Craig) se enfrenta a Raoul Silva (Javier Bardem), un exmiembro del Servicio de Inteligencia Secreto metido a ciberterrorista. Hay una escena en la que Bond, maniatado en una amplia y anodina sala, espera la llegada de Silva rodeado de extrañas columnas de aspecto vagamente tecnológico. Pues bien, lo de menos es que Bond sale airoso del encuentro –como era de esperar–. Lo importante es la sala, uno de los cameos más destacados de un data center en la historia del cine.
En los diez años transcurridos desde el estreno de la cinta de Sam Mendes, los centros de procesamiento de datos han cobrado mucho más protagonismo, si bien fuera de las pantallas. En la economía de la información, estas "instalaciones físicas centralizadas donde se alojan ordenadores, redes, almacenamiento y otros equipos de TI que permiten el funcionamiento de una empresa", como las define la tecnológica VMware, son una infraestructura esencial.
La pandemia no ha hecho sino acentuar su importancia. Como recuerda la Agencia Internacional de la Energía (IEA), el tráfico mundial en internet creció un 40% en 2020 "como consecuencia de un mayor uso del streaming, las videollamadas, los juegos online y la actividad en las redes sociales". Desde 2010 el número global de usuarios de internet se ha duplicado, pero es que el tráfico se ha multiplicado por 15.
No es de extrañar, por tanto, que la inversión en data centers esté viviendo un momento dulce. Según la firma de investigación de mercados Research and Markets, la inversión global en este segmento superará los 432.000 millones de dólares en 2025. Se trata de un incremento del 75% respecto a 2019, motivado por el despliegue de las redes 5G, las tecnologías de la industria 4.0 y los dispositivos conectados al internet de las cosas. En Europa, el 14% de los inversores institucionales tiene previsto invertir en centros de datos en 2022, según Colliers.
En España, las perspectivas son halagüeñas. Según CBRE, "la península ibérica está adquiriendo una creciente importancia como destino mundial de centros de datos con la introducción de nuevos desarrollos de cable submarino". La consultora calcula que en 2022 nuestro país alcanzará los 179 megavatios (MW) de capacidad eléctrica instalada, comparada con 46 MW hace solo cinco años. En cuanto a inversión directa, las previsiones van desde los 3.000 a los 5.000 millones de euros para los próximos dos o tres años.
En Urbanitae seguimos de cerca este mercado. Aunque en nuestra plataforma hemos financiado principalmente promociones residenciales de obra nueva, estamos abiertos a participar en segmentos tan prometedores como el logístico o el de data centers. La experiencia de Botánico Homes, el mayor proyecto de crowdfunding inmobiliario de España, ha demostrado que la financiación participativa es una alternativa viable para proyectos de mayor envergadura.
Beneficios tangibles
Aparte de su incipiente glamour cinematográfico, los centros de datos cumplen funciones esenciales. Gestionan el software de organizaciones, almacenan información y ayudan a desplegar de manera eficiente todo tipo de servicios. La Comisión Europea nos recuerda que los datos industriales tienen un papel protagonista en el funcionamiento de los motores de reacción, los parques eólicos, la lucha contra la malaria o la navegación en tiempo real. Es fácil subestimar el impacto de estas mejoras, y es que evitar atascos puede traducirse en un ahorro de 20.000 millones de euros en costes laborales.
Las previsiones de la Comisión para 2025 ayudan a explicar el apetito inversor en centros de procesamiento de datos. Dentro de tres años, se espera que el volumen global de datos sea un 530% superior al de 2018. El valor de la economía de los datos en la UE de los Veintisiete rozará el billón de euros, y el número de profesionales de los datos casi se duplicará, para pasar de 5,7 a 10,9 millones. Un ejército contra el que incluso el villano de Skyfall tendría complicado luchar.