
ACS irrumpe en la pugna para comprar TSK. El gigante de las infraestructuras español ha puesto los ojos en la ingeniería asturiana para sumarla a su perímetro y rearmar su división de servicios industriales, vendida hace casi tres años y medio a la francesa Vinci, según indican fuentes del mercado conocedoras del proceso. El grupo que lidera Florentino Pérez está analizando los números de la empresa fundada, controlada y presidida por Sabino García Vallina. La valoración de la compañía se estima en una horquilla de entre 500 y 600 millones de euros, incluyendo 300 millones de deuda.
TSK, que ha declinado realizar comentarios sobre esta información, contrató a Banco Santander y al banco americano Stifel para pilotar la búsqueda de un socio mayoritario que inyecte munición suficiente para sanear sus cuentas y abordar un plan estratégico de crecimiento como empresa tecnológica enfocada en la transición energética y descarbonización de la economía a nivel global.
La prioridad discurre precisamente por incorporar "un inversor industrial estratégico con presencia en los sectores de transición energética, descarbonización y digitalización", según desvelan fuentes conocedoras. ACS encajaría a la perfección con este perfil, si bien el grupo que dirigen Pérez y Juan Santamaría, como consejero delegado, no tiene ninguna decisión formal para presentar una oferta. Tras la publicación de la información, un portavoz de ACS aseguró que la compañía no está interesada en la operación.
En su estrategia de crecimiento ha cobrado un papel predominante la apuesta por las denominadas infraestructuras de nueva generación, con un acento especial en los centros de datos y la energía. A ello se añade la relación cercana que existe entre el también presidente del Real Madrid y García Vallina, un gran seguidor del club. Más aún, TSK ha sido la encargada del diseño y fabricación, a través de su filial PHB Weserhütte, del sistema de césped retráctil del estadio Santiago Bernabéu.
Hasta diciembre de 2021, ACS era uno de los principales jugadores del mundo en el negocio de los servicios industriales a través de un potente conglomerado de enseñas encabezadas por Cobra. Vendió el grueso de la división a Vinci a cambio de casi 5.000 millones de euros -susceptibles de alcanzar los 5.600 millones-.
No obstante, mantuvo bajo su paraguas activos concesionales de energía y otras 15 concesiones en distintos países, de las que ya ha traspasado una parte y pretende hacer lo propio con otros activos que aún conserva, como el parque eólico marino Kincardine, en Escocia, o la planta de compresión de gas natural CA-KU-A1, en México.
ACS, por tanto, no abandonó del todo la actividad industrial. De hecho, en la cúpula del grupo continúa Eugenio Llorente, un directivo histórico que ahora se desempeña como director de Proyectos Industriales y que es además miembro del reducido comité de dirección de la compañía.
Tras controlar sus ratios de apalancamiento, ACS cuenta ahora con músculo financiero suficiente para encarar adquisiciones. La estrategia discurre por incorporar ingenierías especializadas en los sectores que más interesan al grupo. Lo ha hecho este año con la irlandesa Dornan, focalizada en centros de datos, biofarmacia, sanidad. Antes también se hizo con la estadounidense Skyports, centrada en la movilidad urbana aérea, la australiana Pybar Holdings, enfocada en servicios de minería subterránea de metales, o la ingeniería canadiense Novopro, focalizada en metalurgia. Asimismo, ha realizado aportaciones de capital a Abertis por unos 850 millones para impulsar su crecimiento orgánico e inorgánico.
TSK cuenta en la actualidad con una cartera récord cercana a los 3.000 millones de euros tras haberse adjudicado en los últimos meses varias centrales de ciclo combinado en República Dominicana y Oriente Medio y un proyecto de estabilización de red en Reino Unido. La empresa asturiana cerró 2024 con 1.012 millones de ingresos y 65 millones de ebitda (resultado bruto de explotación). Los gestores actuales han diseñado un plan estratégico hasta 2028 en el que contemplan subir las ventas a 4.000 millones en tres años.
Recientemente, TSK ha logrado el respaldo de la banca con una financiación de 88 millones (la mitad en avales y la otra mitad en financiación de comercio exterior para anticipos de facturas de proyectos que están en curso). La entrada de un nuevo accionista de control es precisamente una condición impuesta por los bancos para continuar apoyando a la compañía.
Ampliación o venta directa
TSK fichó también para elaborar la 'vendor due diligence' al bufete Garrigues para la parte legal y fiscal y a KPMG para la financiera. La compañía ha dividido el proceso entre dos tipologías de posibles compradores, con la entrega del cuaderno de venta a los cuatro o cinco grupos que han mostrado un mayor interés, por un lado, y con el envío de un 'teaser' ciego -sin toda la información financiera, legal, fiscal y financiera- a otro grupo de empresas o fondos susceptibles de abordar la operación. La idea de García Vallina y de su hijo Joaquín García Rico, consejero delegado de la compañía, es recabar las ofertas vinculantes a la vuelta del verano y poder cerrar la transacción antes de finalizar 2025, si bien podría incluso acelerar los plazos.
La multinacional asturiana ha recibido acercamientos, además del de ACS, de varios fondos y grupos industriales internacionales. Entre ellos figura el de Energy China, dueña en España desde hace cinco años de las ingenierías Empresarios Agrupados y Ghesa. La empresa ha despertado también el apetito de fondos soberanos de Emiratos Árabes Unidos, de Estados Unidos y de Europa e igualmente de alguna constructora de Arabia Saudí (dominada, esta última, por fondos soberanos del país).
La fórmula por la que se dará entrada a un nuevo socio de control aún tiene que definirse. García Vallina prioriza que sea a través de una ampliación de capital, en lugar de una venta directa de sus acciones. Con ello, el empresario se diluiría en el accionariado, pero conservaría una parte. El tamaño del aumento de capital determinaría la posición final del actual dueño, cuyo objetivo es "mantener una participación relevante" para aprovechar el previsible crecimiento futuro de la firma y reservarse una venta directa de acciones en unos años, así como la continuidad del equipo directivo. Ahora bien, el formato final de la transacción dependerá de las ofertas que remitan los potenciales compradores.