Infraestructuras y Servicios

El campo andaluz pide "hechos y no promesas y propaganda" ante la sequía

  • Los proyectos hidráulicos se eternizan sin apenas avances, mientras la situación es ya crítica
  • Hay embalses con más de 150 hectómetros cúbicos de capacidad inutilizados por falta de conducciones y obras pendientes desde hace décadas
Presa de Rules, que almacena agua desde hace años pero que no se puede aprovechar por falta de conducciones.

El miércoles se reúne la Mesa de la Sequía en Madrid con el campo andaluz en armas.. La situación es crítica. Los embalses andaluces están a un 30% de su capacidad, casi 30 puntos por debajo de la media de la última década. Y bajando. Sin pronósticos de lluvia a la vista, tras el peor año en pluviometría del siglo y con la sequía más severa que se recuerda desde los años 90. El campo no aguanta más. Y mira con desesperación proyectos pendientes desde hace años, décadas en muchos casos, que podrían estar ahora paliando la situación. El presidente de Cooperativas Agro-alimentarias de Andalucía, Juan Rafael Leal, expresó la indignación contenida de los agricultores andaluces en el Congreso de la entidad celebrado la semana pasada en Córdoba: ante la consejera de Agricultura, Carmen Crespo, y el secretario general del Ministerio, Fernando Mirando, afirmó que "la legislatura del agua no puede quedarse en ingeniería propagandística como hasta ahora". "Necesitamos acciones, no promesas", clamó.

Ni el regadío soporta ya la situación. La Comisión de Desembalses de la cuenca del Guadalquivir autorizó el lunes 385 hectómetros cúbicos para esta campaña. Sólo en 2022 el agua destinada para riego fue de 925 hectómetros cúbicos, un 35% menor que en 2021, que ya estuvo por debajo de la media.

Sin lluvias importantes en dos semanas, todos los cultivos de invierno están prácticamente condenados, y los de primavera no llegarán ni a la fase de siembra o plantación. Los leñosos tendrán que pensar ya en salvar los árboles, no la cosecha.

El presidente andaluz Juanma Moreno ha anunciado un tercer decreto de sequía con 163 millones de euros, de los que 40 serán para ayudas a agricultores y el resto para obras hidráulicas.

Urgencia del olivar

El tiempo apremia. Cooperativas Agro-Alimentarias de Andalucía junto a las organizaciones agrarias Asaja, Upa y Coag ha solicitado a la CHG que adelante el riego de primavera para el olivar, que se encuentra en un momento crítico y necesita agua urgentemente. Si no se riega ahora, la cosecha próxima puede ser incluso peor que la pasada, un 60% inferior a la 2021/22. No piden más agua, sino que se adelante el calendario previsto para ganar tiempo hasta que llueva. Si llueve.

El arroz, que ya el año pasado se quedó en la marisma sevillana (principal productora de España) en un 30% de superficie sembrada, se puede quedar en nada este año. No hay agua para sembrar.

La ganadería sufre sin agua ni pastos, con la supervivencia de la cabaña en peligro en algunas zonas.

En la Costa Tropical granadina hay incluso talas y podas severas en cultivos leñosos para intentar salvar los árboles a costa de la producción de un par de años.

Este tipo de situaciones se repite prácticamente cultivo a cultivo. En algunas zonas se temen ya incluso que haya que establecer restricciones no sólo al riego, sino incluso al consumo humano si no cambia la situación.

Desastre económico

En términos económicos, el panorama pinta a desastre. El peso del agroalimentario en el PIB de la comunidad representa un 6,9%, frente al 2,6% de España. Ya hay estudios, como el realizado por el profesor Manuel Alejandro Cardenete junto a Luz Dary Beltrán y Paula Villegas, de la Universidad Loyola, que indican que "de prolongarse durante un año más la sequía, la repercusión negativa en el Producto Interior Bruto (PIB) de Andalucía podría superar el 7 %, con 120.000 empleos además en juego.

En el campo el lamento es la dejadez histórica con las políticas hidráulicas, con proyectos que se eternizan sin concretarse y que ayudarían en situaciones como la actual a paliar la situación.

Obras pendientes

La Confederación Hidrográfica del Guadalquivir cifra en unos 300 hectómetros cúbicos el déficit estructural en la cuenca en situaciones de normalidad. Sin embargo, hay obras ya realizadas pero que no se han puesto en servicio que podrían reducir sustancialmente ese déficit estructural: la presa de Rules, finalizada en 2003 tras medio siglo de papeleos y obras, tiene 114 hectómetros cúbicos de capacidad, pero aún no se han hecho las conducciones para aprovechar ese agua. La de Siles tiene otros 30 hectómetros de capacidad, pero aguarda desde 2015 a que se hagan las conducciones. La balsa del Cadimo, en Jaén, suma otros 20 hectómetros cúbicos de capacidad de almacenamiento ahora sin usar por falta de conducciones.

Desde hace más de dos décadas está sobre la mesa la construcción de la presa de Alcolea, que permitiría regar con aguas superficiales más de 1.500 hectáreas de la Corona Norte de Doñana, liberando el acuífero que nutre al Parque Nacional de pozos. La obra llegó a comenzarse, pero se paralizó hace cuatro años al 30% de ejecución por desacuerdos y modificados planteados por la adjudicataria, con serias dudas además de si el agua tendría calidad suficiente como para regar. Además de la presa, serían necesarios para llevar el agua a la corona el túnel de San Silvestre y el canal de Trigueros, aprobados en el Congreso de los Diputados en 2018. De momento, solo se ha avanzado con una declaración de impacto ambiental. Estas infraestructuras son especialmente sensibles por las connotaciones medioambientales que acarrean. En torno a los riegos de la Corona Norte de Doñana hay una enorme polvadera política tras el inicio del trámite de una iniciativa legislativa en Andalucía para dar una solución legal y aliviar la presión sobre el acuífero que sostiene al Parque.

La única obra de regulación que se prevé ejecutar durante el período de desarrollo del nuevo Plan Hidrológico de la CHG es la del Recrecimiento del Agrio, que permitirá pasar de una capacidad de almacenamiento de 21 a 40 hectómetros cúbicos.

Promesas

En el plan estratégico de la cuenca están previstas también las presas de San Calixto en el Genil y Cerrada de la Puerta, en Jaén, aunque de momento ni se contempla su construcción.

La Junta, por su parte, tiene pendiente la presa de Gibralmedina. También daría agua a la potente agricultura de cultivos tropicales y a la industria turística de la Costa del Sol. El Gobierno andaluz está redactando el proyecto y se demanda al Estado que lo incluya como parte de las actuaciones prioritarias en el horizonte de 2027.

También está pendiente el trasvase Iznájar-Antequera, la conducción entre Tabernas y la Venta del Pobre, las desaladoras de Carboneras, Bajo Almanzora y Campo de Dalías, en la provincia almeriense, las desaladoras de La Axarquía y la ampliación y reforma de la existente en Marbella (Málaga), o la modernización de las zonas regables pendientes del Rumblar, Cacín, Vegas de Granada, Vegas media y alta de Jaén, Guadalmena o Marismas del Guadalquivir.

Todas estas obras, de las que se habla en algunos casos desde hace décadas pero que no se han llegado a culminar o siquiera a acometer, podrían ayudar a paliar situaciones como la actual, que son cíclicas y no cogen a nadie por sorpresa. Entre puesta en servicio de capacidad de almacenamiento, aumento de capacidad de la cuenca y reaprovechamiento de recursos, se podrían tener cubiertos más de dos tercios del déficit estructural de 300 hectómetros cúbicos.

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