
La familia Rubiralta, antigua propietaria de la siderúrgica Celsa, se enfrenta a la liquidación de sus tres sociedades patrimoniales ante la imposibilidad de hacer frente a 545 millones de deuda. Sus tres firmas -Afintex Desarrollos Globales, Ania Recursos Inversores, y Gestión Empresarial Bages- solicitaron en octubre del año pasado el concurso de acreedores y aunque la familia ha quedado eximida de responsabilidad en la quiebra, el juez ha ordenado liquidar todos los activos ante la imposibilidad de que puedan hacer frente a sus compromisos financieros. La mayor parte de la deuda se corresponde con empresas del grupo Celsa, aunque hay también una pequeña parte con acreedores comerciales.
Con un patrimonio neto a 31 de diciembre de 2022 de apenas 250 millones de euros entre las tres sociedades, solo Afintex mantenía unos resultados positivos, aunque de poco más de 2,2 millones de euros. Tanto Ania como Gestión Empresarial Bages cerraron el ejercicio, sin embargo, en números rojos. Estas sociedades, constituidas entre los años 2001 y 2006, fueron utilizadas por el expresidente de Celsa, Francesc Rubiralta, y sus hermanos Carola, Ana e Ignasi, para controlar la siderúrgica a través de sus sociedades patrimoniales interpuestas y que la nueva propiedad de la siderúrgica ha reorganizado con una sola matriz consolidada por primera vez.
Celsa está ahora en manos, sin embargo, de un grupo de fondos acreedores -Deutsche Bank, SVP, Cross Ocean, Sculptor, Golden Tree, Attestor y Anchorage- después de que el juzgado mercantil número 2 de Barcelona diese les vía libre a los acreedores para capitalizar la deuda y garantizar así su viabilidad.
La liquidación no significa, sin embargo, que los Rubiralta vayan a esquivar los pagos pendientes. El nuevo presidente no ejecutivo de la compañía siderúrgica, Rafael Villaseca, dejó claro ya hace unos días que la empresa catalana les reclamará la deuda pendiente. "No renunciamos a esas cantidades y es nuestra obligación llevar a cabo todas las actuaciones que estén en nuestra mano para recuperarlas", afirmó en una rueda de prensa el pasado 9 de abril. Los fondos que controlan hoy la empresa se personaron en el procedimiento del concurso de acreedores, aunque las fuentes consultadas señalan que han tenido un papel de meros espectadores, hasta ahora.
Villaseca y Jordi Cazorla, consejero delegado del grupo, aseguraron que tras una auditoría interna, hay "créditos incobrables" por un importe de 539 millones de euros que fueron transferidos a empresas a las empresas de los Rubiralta, ahora en liquidación.
El pasivo de las patrimoniales de la familia Rubiralta obedece a la última refinanciación firmada por Celsa con los grandes bancos españoles, en 2017. Entonces la siderúrgica consiguió el visto bueno de las entidades tras unas duras negociaciones, pero fue a cambio de que parte de la deuda saliera del perímetro de la industria con sede en Castellbisbal (Barcelona) y se elevase a las compañías personales de la familia Rubiralta.
Estas sociedades no tenían otros activos que sus participaciones de la organización. Por ello, una vez pasó a manos del pool de fondos acreedores se quedaron sin activos, pero mantuvieron la deuda. Parece complicado eso sí que los inversores puedan recuperar parte de la mochila adquirida, que compraron con descuento a los bancos -que tenían la deuda calificada como activo de alto riesgo- ya antes de la pandemia.