Industria

Echavarría (ASCER): "La energía se va a comer uno de cada dos euros que factura el azulejo"

  • Las empresas del sector cerámico suman 50 Ertes en lo que va de año
Alberto Echavarr?a, secretario general de ASCER.
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El sector cerámico de Castellón, el mayor fabricante europeo y el segundo exportador mundial por volumen, es víctima de la escalada de los precios del gas. El secretario general de la patronal azulejera ASCER, Alberto Echavarría, reclama más ayudas para una industria que está recurriendo a Ertes ante las dificultades.

Los precios del gas han puesto patas arriba la industria cerámica.

El gas es nuestra principal materia prima, junto con la tierra atomizada, cuya fabricación también depende del gas. El 90% de nuestro consumo energético es gas y el 10% es electricidad. La subida no es algo nuevo, ya alertamos hace un año, cuando advertimos de una deriva en los precios y entonces nos decían que era algo coyuntural.

¿Han cuantificado el impacto que están generando esos precios desorbitados?

El año pasado solo con los incrementos entre septiembre y diciembre estimamos que las empresas pagaron 1.000 millones de euros más, incluyendo el incremento de los derechos de CO2. Y para este año estimamos que se van a multiplicar por 2,6. El año pasado el sector cerámico español vendió por valor de 4.800 millones de euros, con un coste de la energía de cerca de 1.000 millones. Es decir, que se comió prácticamente el 20% de la facturación. Pero si este año el coste crece hasta los 2.500 o 2.600 millones de euros y las ventas se situarán en algo menos de 5.000 millones, estamos hablando de prácticamente el 50% de nuestra facturación. Es decir, que la energía se va a comer uno de cada dos euros que se facturan.

La respuesta de las empresas ha sido intentar trasladar esa alza a sus precios, ¿está funcionando?

Puedes trasladar una parte de ese incremento de costes, pero no todo porque perderías el mercado. La traslación de precios ha sido muy transparente, con una fórmula de tasas energéticas en base a los precios del gas, que no buscan más margen sino reducir pérdidas. Pero cuando vendes en más de 180 países no se acepta igual en todas partes. Hay mercados en la misma situación que lo comprenden, pero también hay zonas como Estados Unidos o los países del Golfo y algunos asiáticos que no lo están viviendo y les cuesta más aceptarlo.

Con todo, hasta ahora las exportaciones han seguido creciendo.

En volumen ya hay países que se resienten, como Arabia Saudí y Marruecos, donde ha caído bastante. Y en Estados Unidos también ha bajado, aunque no tanto. En los países europeos la demanda por el momento aguanta. El problema es qué va a pasar en invierno. También es cierto que nuestros principales competidores están en una situación similar. Más que un riesgo de que nos desplacen otros productores, el riesgo es que nos desplacen otros productos sustitutivos, como el vinilo. Es un producto más barato con una instalación más sencilla, aunque tiene una vida útil muy inferior.

Hace un año alertaban de posibles Ertes y paradas en el sector por el gas, como ha ocurrido. ¿Tienen cifras del alcance?

Hemos acudido al mecanismo de Ertes para dotar a las empresas de flexibilidad teniendo en cuenta la volatilidad de los precios energéticos, porque hay meses que puedes producir a un nivel muy justito y otros en que en cuanto suben los precios no es posible y tienes que prescindir de parte de tu fuerza de trabajo. Tenemos unos 50 expedientes presentados desde enero con algo más 6.000 empleados afectados. Eso no quiere decir que estén todos ellos en su casa, porque es una herramienta para parar producción algunos días o suprimir turnos para poder seguir trabajando.

¿El siguiente paso será el cierre de empresas?

Es difícil que las empresas cierren completamente. Somos fábricas que producen 24 horas al día y la primera opción es bajar la producción. Paradas totales se darán si los precios siguen imposibles y no hay ayudas de la Administración, no queda otra. Habrá gente que tendrá que cerrar y Ertes que se transformarán en ERE con la pérdida de empleo que conllevará.

¿Y qué ayudas reclaman al Gobierno para que sean efectivas?

Pedimos ayudas directas como están haciendo otros países más allá de los 400.00 euros por empresa. La propia Comisión Europea publicó una serie de mecanismos para ayudas de hasta 50 millones y hay un marco ahí que el Gobierno debería poner en marcha. Luego hay otras vías fiscales. Por ejemplo, Italia, nuestro principal competidor europeo, tiene un mecanismo que lo que hace es que el Gobierno compensa con un 25% todo el coste energético a través de impuestos. Con cada factura que paga una empresa, el Gobierno devuelve una cuarta parte con un crédito fiscal que se puede aplicar a impuestos o cuotas públicas. Eso es liquidez automática para las empresas.

Se habla mucho del hidrógeno y la electrificación del azulejo, ¿son alternativas reales a corto plazo?

A corto plazo no hay ninguna solución para la industria. Soy categóricamente drástico y claro, ahora el gas es lo único viable. En el caso del hidrógeno, si quisiéramos pasar todo nuestro volumen, para producirlo se necesitaría tres veces la energía que consumimos ahora. Podríamos utilizar biogás si lo hubiera, pero la hoja de ruta del Gobierno recoge un objetivo de 10,4 TW de biogás en total para 2030, cuando solo nosotros consumimos 17 TW. Así no es un sustitutivo. O somos ambiciosos en biogás o no seremos nadie.

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