
La Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica ha certificado la defunción del horno de cemento gris de la factoría de la antigua Valenciana de Cementos en Buñol (Valencia), que Cemex está desmantelando.
A través de la comisión técnica de análisis ambiental integrado, ha aprobado el nuevo régimen de funcionamiento de la cementera de Buñol, que sólo contará con el horno de cemento blanco para mantener su actividad. Según señala la Conselleria, la empresa ya se encuentra en fase de desmontaje de la línea de cemento gris, tal y como se incorpora en la autorización.
La decisión del cierre y desmantelamiento del horno de cemento gris por parte de la multinacional mexicana Cemex, que adquirió la antigua Valenciana de Cementos a los Serratosa en 1992, se produjo a la vez que se acordaba la venta del otro horno, el de cemento blanco, así como su negocio vinculado a ese material al grupo turco Çimsa. Una operación valorada en 180 millones de dólares.
El horno de cemento gris era el mayor capacidad de los dos con lo que contaba la planta de Buñol. En total, la instalación tenía capacidad para producir 1,093 millones de toneladas anuales de clínker gris -el cemento en brtuto-, frente a las cerca de 600.000 toneladas del horno de cemento blanco ahora en manos del grupo turco, según los datos de la patronal española de fabricantes de cemento Oficemen.
Pero además, el fin de esta instalación marca un antes y un después para la industria de los materiales de construcción en la Comunidad Valenciana. Con su fin, la comunidad perderá casi un 25% de su capacidad de producción total de cemento clínker, que se sitúa en cerca de 4,45 millones de toneladas anuales según Oficemen. Además de la planta de Buñol, actualmente operan otras dos instalaciones en la región, la de Lafarge Holcim en Sagunto y la de Cemex en San Vicente del Raspeig (Alicante).
Menos industria y menos emisiones
Esta industria pesada ha visto como su competitividad en los países europeos se reducía con los costes por las emisiones de CO2 , que precisamente en lo que va de años se han más que triplicado, además de las exigencias medioambientales. Con su cierre se reducirá la combustión de coque de petróleo en unas 374.000 toneladas anuales en régimen nominal de funcionamiento de las instalaciones, lo que implica una reducción de más de 1.000.000 toneladas de CO2 equivalente anuales, según la Conselleria.
En la Comunidad Valenciana también existen moliendas que en su caso no producen el clínker, si no que transforman ese producto traído de otros países.