Ni Cadaqués ni Blanes: el pueblo costero más encantador de la Costa Brava es también uno de los más infravalorados
Una villa marinera única
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1. Una villa marinera única

Pensar en la frontera de la Costa Brava con Francia, es hacerlo en la famosa localidad de Cadaqués. No obstante, la región de Alt Empordà esconde muchas más joyas. Una de ellas es Llançà, una villa marinera caracterizada por la tranquilidad de sus calles y la belleza de sus calas. Aquí, su color azul turquesa es uno de los principales atractivos, y la responsable de ello es la posidonia, una planta acuática que domina esta parte de la costa.

Con olor a salitre
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2. Con olor a salitre

Cuenta con más de siete de kilómetros de costa y entre ellos podemos encontrar más de una veintena de playas, todas ellas rodeadas de las escarpadas montañas y el color verde de sus árboles. Destacan la de Sant Jordi, la de Port, la de Grifeu y la de La Farella, aunque en todas es posible disfrutar de un ambiente de paz y tranquilidad en un enclave natural único.

Ahora bien, aquellos más aventureros también encuentran aquí su paraíso personal, ya que también es posible practicar una gran lista de deportes acuáticos.

Encanto medieval a sus pies
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3. Encanto medieval a sus pies

Más allá de sus calas, que se llevan casi toda la atención, el pueblo de Llançà también merece la pena recorrerlo. Ha sabido preservar su esencia medieval y prueba de ello es su espectacular patrimonio histórico, como la Capilla de Sant Silvestre de Valleta y su torre románica. La mejor forma de visitar su casco histórico, es pasear por sus callejuelas empedradas y sus murallas primitivas del siglo XVII.

Otra parada imprescindible
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4. Otra parada imprescindible

Entre las paradas obligatorias, se encuentra la iglesia de Sant Vicenç del siglo XVIII y la torre homenaje que se ha alzó justo al lado y que a día de hoy es posible visitar.


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