
Ni Lisboa ni Oporto: esta es la ciudad de Portugal donde los flamencos colorean el paisaje y las piscinas infinitas se juntan con el Tajo
Que Portugal alberga infinitas joyas no es secreto para nadie, pero sí que es cierto que, tanto Lisboa, como Oporto, eclipsan la belleza de los otros puntos del país luso. En este caso, a menos de una hora de la capital, cruzando el puente Vasco da Gama se encuentra un pequeño pueblecito costero que merece un alto en el camino. Alcochete, es una combinación única de historia, naturaleza y tradición.
Y quienes no menosprecian su encanto son los miles de flamencos que cada año hacen una parada en su vuelo al continente africano para regalar una estampa inolvidable: un paisaje salpicado de marismas y color. Tal es su importancia que, Manuel I de Portugal, nacido en Alcochete, fue apodado como el Venturoso o Bem-Aventurado, como cualquier persona que llega a conocer este lugar.
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1. Paseo por el pueblecito costero
La mejor manera de visitar Alcochete y conocer su esencia es perdiéndose por las estrechas callejuelas de su casco antiguo repletas de casitas de color blanco con detalles azules. Este está repleto de pequeñas plazas, como la de la República, donde se concentran la mayoría de las cafeterías y tiendas locales.
Pasear por aquí es sinónimo de conocer la iglesia de San João Baptista, la de la Misericordia y la ermita de Nossa Senhora Conceição dos Matos. Y mención de honor para la capilla de Nossa Senhora da Vida situada a los pies del rio Tajo.

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2. Un entorno natural privilegiado
Otro de los grandes atractivos de Alcochete es el Parque Natural del Estuario del Tajo. Se trata de un entorno natural privilegiado y refugio también de miles de aves migratorias que atraviesan Europa.
Cerca de este lugar es posible conocer el 'sendero de los flamencos' y observar la estampa que nos regalan cuando se posan en las salinas.

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3. Salicultura en Alcochete
Que la historia de Alcochete esté claramente ligada a la sal es todo un hecho, ya que desde la época de los romanos se tiene constancia que fue un gran activo de la zona. Durante muchos años y desde la Edad Media, esta pequeña villa fue considerada durante mucho tiempo el centro de producción de sal más importante de Portugal gracias a su ubicación privilegiada junto al Tajo.
Y además de mantener viva la tradición, las salinas son reconocidas por su importancia ecológica, ya que dan cobijo a numerosas aves acuáticas.

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4. Playa y un paseo marítimo infinito
La Praia dos Moinhos es un refugio de tranquilidad y uno de los lugares favoritos tanto por los locales como por los turistas. Ofrece tanto la oportunidad de disfrutar de un día de playa, como de explorar sus alrededores.
Incluso este es uno de los lugares predilectos para ver el atardecer, ya que cuando cae el sol, las tonalidades doradas del cielo se reflejan en el agua y se crea un ambiente mágico con Lisboa de fondo.

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5. Para los más aventureros
Además de ser conocido Alcochete por su belleza, también es el lugar ideal para poder practicar deportes acuáticos como el paddle surf, el windsurf o el kayak.
Cabe destacar que la tranquilidad de sus aguas y las suaves brisas hacen que las condiciones sean perfectas tanto para principiantes como para los más experimentados.