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El despertar del gigante indio

  • India está en condiciones de convertirse en lo que fue China en los 90
Imagen de Dreamstime

De India conocemos las bondades (o no) de su gastronomía, el abismo entre clases sociales o lo caótico de sus gigantescas urbes, tan bien esbozado en la película Slumdog Millionaire. En un plano quizá no tan interesante, más relacionado con la inversión y los mercados, la India es un país igualmente fascinante que, estando siempre a la sombra del gigante chino, también ofrece interesantes opciones.

Sólo algunas cifras. Ustedes ya saben que hablamos de un país con más de 1.300 millones de habitantes y que se situará, en algún momento, como el territorio más poblado del orbe. De hecho, es ya el primer consumidor de petróleo en todo el mundo y el primer importador de armamento. Algún defecto tenían que tener.

Con un largo camino por delante, el país está reduciendo gradualmente sus tasas de pobreza y mantiene un ritmo de crecimiento anual por encima del 7%, a la cabeza de todas las economías emergentes, al tiempo que está realizando un encomiable esfuerzo por contener la inflación y el déficit fiscal. Nos encontramos ante el nuevo despertar de una gran nación. Un país que deja atrás las obsesiones de carácter político, típicas de quien hace bien poco era aún una colonia, y lucha por afianzar su identidad de nación. Guiada en los últimos años por un presidente reformista, Narendra Modi, que aglutina a toda una sociedad igualmente reformista, que ha dado muestras de respaldar una agenda de cambios en ámbitos clave de la economía. Desde liberalización, hasta unificación de esquemas fiscales, pasando por una revisión profunda de una ley de resolución financiera que mantenía a los bancos de manos atadas, etc. Todo esto facilita una entrada sin precedentes de inversión extranjera. No en vano, llevo unos años diciendo que la India se convertirá en la China de los 90.

El logro de la desmonetización

No obstante, de todo este paquete de reformas que ha ido calando en la sociedad india, no en forma del tradicional monzón indio sino como lluvia fina, el gran logro fue la desmonetización que, aunque dejó sin cash al país de la noche a la mañana, sirvió para atajar la corrupción y el dinero negro. Ese proceso eliminó de golpe el 85% del efectivo en circulación y aunque fue visto por muchos analistas como un grave error y, por otros, como una decisión demasiado arriesgada, lo cierto es que en poco tiempo ese dinero negro se canjeó por billetes de denominación más pequeña que entraron en tropel en el sistema (de dinero negro a dinero oficial), provocando el consecuente aumento del capital disponible para crédito. Lo que los críticos no advirtieron es que el objetivo de la desmonetización (forzar al vasto ahorro bajo el colchón a incorporarse al sistema bancario formal) también podría sembrar las bases del crecimiento futuro. Con 270 millones de cuentas abiertas solo en los últimos tres años, la movilización del ahorro puede liberar el crecimiento del crédito y, por supuesto, contribuir a reducir los tipos de interés. Más oferta de capital, más barato.

Ahora, Nueva Delhi trata de desarrollar una industria de defensa moderna para situar al país como una de las principales potencias militares, acorde a su status de importador principal de armamento a nivel mundial. Estos cambios permitirán a las empresas privadas extranjeras asociarse con fabricantes nacionales (al 50%) y competir con los fabricantes de estatales. Un movimiento que también empujará al alza el PIB del país. Y por si aún tienen dudas, sepan que China triplicó su gasto militar entre 2005 y 2015 (invirtió 215.000 millones de dólares en defensa en 2016, tres veces más que Japón).

El mercado bursátil favorito

India es el mercado bursátil favorito entre los países emergentes y, a pesar de la fuerte subida en estos dos últimos años, sigue siéndolo. India entabló en 2013 conversaciones con proveedores de índices mundiales (MSCI, etc…) a petición de los grandes inversores internacionales, que piden que se incluyan a los bonos de este gigante dentro de los índices, para así poder invertir en estos activos. El Gobierno de la India abandonó la idea de ser incluida en estos índices, debido a las reticencias al levantamiento de las restricciones a los flujos de capital en el mercado de deuda. Ahora, ha mejorado mucho en aspectos como la estabilidad cambiaria y el déficit por cuenta corriente (lo que la hace menos vulnerable a shocks externos), y su mercado de deuda registra una saludable afluencia de fondos. En consecuencia, no existe necesidad inmediata de relajar los límites establecidos para el mercado de deuda (solo en 2017 los fondos extranjeros han inyectado 12.900 millones de dólares en ese mercado). ¿Para qué cambiar esas limitaciones si sigue entrando dinero?

Sin duda, India es un mercado que debe estar en la mente de todos los inversores. El espíritu reformista de su Gobierno, la proliferación de una incipiente clase media y la apertura comercial son argumentos de mucho peso para seguir recomendando la inversión en los activos indios (tanto en renta fija como en renta variable). En un país emergente, los riesgos siempre existen. Se trata de que esos riesgos sean conocidos.

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