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Qué supone mantener tipos en Reino Unido

Foto: Archivo

El banco de Inglaterra en la reunión celebrada este jueves, decidió mantener la política monetaria tanto en materia de precios (el tipo de interés de referencia continúa en el 0,25%) como de cantidades (el programa de compra de activos continúa siendo de 435.000 millones de libras). La decisión ha sido tomada por seis votos a favor frente a dos en contra, algo que es ya de por sí significativo, dado que en los cuadros internos de la "Vieja Dama de Threadneedle Street" se empieza a recelar de la actitud expansionista que sigue manteniendo el Gobernador Mark Carney.

Es el caso del Economista Jefe del Comité de Política Monetaria, Andy Haldane, el cual se ha mostrado ampliamente favorable en las últimas semanas a un alza de los tipos y a empezar a normalizar la situación monetaria. Si bien de forma tradicional el Banco de Inglaterra había sido fiel seguidor de las decisiones de la Reserva Federal americana, ahora se estaba quedando descolgado en la antesala del peor de los escenarios al que un banquero central se puede enfrentar: la estanflación o, dicho de otra forma, estancamiento económico acompañado de un proceso inflacionario.

Las señales son muy claras: el crecimiento de la economía británica a cierre de este año 2017 previsiblemente estará situado en el 1,7% según la estimación revisada del Banco de Inglaterra, mientras que para 2018 se espera un recorte de una décima en la tasa hasta el 1,6%. Al mismo tiempo, la inflación subyacente se sitúa en el 2,4%, mientras que la inflación armonizada está en el 2,6%. Los costes laborales, a su vez, marcan niveles preocupantes en perspectiva anual. Los salarios nominales crecen en el entorno del 3% mientras la productividad aparente continúa estancada en el 0%.

Por mucho que el último dato fuese una decepción para el consenso de mercado que esperaba una escalada inflacionaria más clara (debido, sobre todo, a que el componente energético sigue empujando a la baja a todo el índice), el agregado macro (y, sobre todo, su forma de cálculo) esconde una realidad como es la subida generalizada y continuada del coste de la vida sin que esto esté causado por una mejoría más evidente de la actividad económica.

Incluso siendo esto contrastable empíricamente de una forma muy sencilla, en las últimas semanas se ha producido una contribución clave para identificar hasta qué punto la política monetaria sigue un rumbo equivocado si sus decisores creen que la inflación es débil. La Oficina Nacional de Estadística (ONS por sus siglas en inglés) ha publicado los resultados de un interesantísimo análisis relacionado con un nuevo concepto denominado "shrinkflation" (palabra compuesta por "inflación" y "empequeñecimiento" o "encogimiento").

Este concepto da explicación a un fenómeno observado en bienes de consumo corriente como es la reducción del tamaño y peso de los productos pero manteniendo el mismo precio. En este sentido, la ONS muestra cómo miles de productos han sufrido este fenómeno durante los últimos años y hasta qué punto esta tendencia se ha acelerado con motivo del Brexit. Hay que remontarse a casi un siglo atrás para ver cómo de forma generalizada en un país europeo, una persona se dirige a comprar el pan un día y observa que por el mismo precio le están dando menos masa de pan, o quiere adquirir una bolsa de cualquier snack y ve que el envase contiene menos cantidad pero le han cobrado lo mismo.

Ante semejante escenario, ¿tiene sentido seguir manteniendo una política monetaria fuertemente expansiva como la actual? Aunque la economía real pudiera precisar de condiciones monetarias laxas para facilitar la actividad económica dentro de la complicada situación económica y política de Reino Unido, la actual política monetaria agrava los problemas más que los mitiga. De lejos, lo más importante para un instituto monetario es garantizar estabilidad de precios internos para dar confianza a una moneda que se ha depreciado hasta la fecha casi un 9% contra el dólar USA desde el Brexit (incluso llegó a caer más de un 15% hace escasamente cinco meses).

No estamos ante restricciones de liquidez ni tampoco venimos de una situación de política monetaria contractiva. La cantidad de dinero en el mercado -medida a través del agregado monetario más ancho en Reino Unido, M4- crece a unos ritmos desorbitados del 8,66% interanual. El mercado tomó con decepción una caída ¡intermensual! del 0,2% que no refleja ni de lejos la verdadera realidad del enorme exceso de liquidez existente. Por todo ello, la próxima reunión del Banco de Inglaterra será una gran oportunidad para poner orden en el sistema monetario y empezar a normalizar la situación.

Sin embargo, el cortoplacismo y las presiones políticas son frenos muy fuertes que también atenazan a una institución históricamente seria como el Banco de Inglaterra.

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