
Dice un compañero del IESE, profesor de Finanzas, que en bolsa tanto acierta el experto como el niño de 8 años. Si usted es inversor haga la prueba y se sorprenderá.
A pesar de que ni tengo 8 años, ni soy un experto me voy a atrever a diletar sobre el Ibex 35. Hubo momentos en que parecía estabilizarse alrededor de los 8.000 y pico puntos. Entonces pensé que los valores de las acciones de esas empresas estaban demasiado baratos y era aconsejable comprar. La semana pasada la bolsa rompió la barrera de los 10.000 puntos y se abrieron esperanzas de seguir subiendo.
La pregunta del millón es: ¿hasta cuándo? ¿Los 11.000? Es posible, pero en ese caso los expertos empezarán a hablar de "mal de altura" e instarán a vender. Ni tanto, ni tan calvo. Ni 8.000 ni 11.000 puntos.
¿Por qué? La bolsa es un indicador adelantado de la economía. Lo que ocurrió la semana pasada es una buena noticia. Mejor si se tiene en cuenta que los vientos son favorables a las subidas de los tipos de interés, como ya ha ocurrido en EEUU y parece que, tarde o temprano, lo hará el BCE, siguiendo, como siempre, a la Reserva Federal con retraso.
Sí, eso augura aumento de la rentabilidad de los activos fijos, alternativa a la renta variable y, si esta última sigue subiendo, significa que la economía es sólida y los inversores esperan crecimiento. En España seguro que más del 2,5% del PIB que pronostica el Gobierno o los organismos internacionales (FMI y EU).
¿Entonces por qué vender si nos acercamos a 11.000 puntos en el Ibex? Por lo de siempre: por razones psicológicas, por la aversión al riesgo de los demás inversores. Si otros venden, las cotizaciones bajan. Es la regla de la bolsa. Los inversores son como los carneros, si uno se lanza, el rebaño le sigue. Es la racionalidad del corazón y, como dijo Pascal, "el corazón tiene razones que la razón no entiende". Por eso un niño puede acertar más que un experto. ¿Cosa de suerte o de psicología?