Firmas

Desaceleración, dudas y política errónea

En España, las alzas fiscales decididas pro el Gobierno constituyen una bomba de relojería.

Desde hace ya unos tres o cuatro años el mundo viene registrando una tendencia preocupante hacia la desaceleración económica. En efecto, una vez que las economías desarrolladas parecen haber abandonado la enorme crisis generada por la burbuja crediticia, constatamos cómo los países emergentes ven año tras año caer su tasa de actividad. Algunas áreas se encuentran en situaciones muy comprometidas como es Iberoamérica. Sin embargo, esos menores ritmos de crecimiento no son compensados con un impulso de la producción de los países desarrollados. El efecto conjunto no es otro que una constante desaceleración económica mundial, donde la consecuencia más palpable es la caída del comercio mundial. En este sentido, en 2017 los análisis macroeconómicos seguirán mirando a China, país embarcado en un cambio de modelo que fortalece ahora la demanda privada nacional, frente al modelo exportador imperante hasta hace poco.

A esa más que preocupante tendencia hay que añadir la incertidumbre que el año 2016 ha abierto, gracias a los políticos. Las aventuras populistas de ciertos líderes nos han llevado a una serie de referendos, donde los resultados cosechados no hacen más que aumentar los peligros de la ralentización. Buen ejemplo de ello es el Brexit, respecto al cual, por cierto, hasta el momento solo sabemos el deseo de los votantes ingleses, pero aún no se ha llevado a cabo ningún movimiento. Desde luego, por las noticias que nos llegan todo parece indicar que el Gobierno británico no sabe ni por dónde coger la patata caliente. En todo caso en 2017 tendrá que invocar el artículo 52 y comenzar la desconexión.

A esa incertidumbre hay que añadir que el nuevo entorno económico que se dibuja varía sustancialmente del que hemos tenido. La Fed ha dado por concluida su política monetaria extraordinariamente laxa y ha comenzado su normalización. La subida de tipos de interés reciente es la campanada que anuncia esa normalización; a lo largo de 2017 veremos más medidas en ese mismo sentido. Por una parte, más subida de tipos, pero también la normalización o retirada de las medidas extraordinarias dispuestas para luchar y contrarrestar la crisis del estallido crediticio. Además, esa normalización puede ser mucho más rápida de lo que se esperaba. La velocidad de la misma dependerá de las medidas que el nuevo Gobierno de Trump vaya tomando y el efecto que las mismas puedan tener en el encarecimiento de salarios y aumento de la inflación.

En Europa, mucho más rezagada en la recuperación económica (véanse en este sentido las altísimas tasas de desempleo frente a la economía americana) también le irá llegando la normalización monetaria. En este caso no estoy pensando en una subida de tipos de interés, sino en la retirada o anulación de las medidas no ortodoxas como es la compra de activos financieros. Además, debe tenerse en cuenta que Europa no solo sigue rezagada en actividad y empleo, sino también en saneamiento de su sistema bancario. El último episodio puesto de manifiesto, aunque conocido por todos, es el de la banca italiana. En este sentido tenemos que tener en cuenta que las cantidades que hasta el momento se han puesto sobre la mesa para el saneamiento son escasas e insuficientes. Además, el modelo elegido para el saneamiento entra en colisión con el diseñado por la UE y que no es otro que la asunción de fuertes pérdidas para accionistas y bonistas, especialmente de títulos de baja calidad crediticia, como preferentes y subordinadas.

Y aquí comienzan los avatares para la economía española. Sin lugar a dudas la extraordinaria situación de la política económica del BCE, tanto en tipos como en sus medidas de compra de activos, ha permitido a España financiar muy barato y sin problemas, el enorme volumen de deuda pública. Antes o después veremos el encarecimiento de nuestra financiación y además el aumento de la prima de riesgo. Pero España no solo está expuesta en lo que concierne a la financiación del déficit. Hasta el momento hemos tenido en el petróleo y el desplome de su precio otro de los denominados vientos de cola. Por desgracia y aunque no contemplo una subida considerable de precios por encima de los niveles actuales, el petróleo no parece que vaya a volver a los niveles vistos. Esta situación encarecerá la factura energética, tirará del déficit comercial y restará puntos de crecimiento a la actividad económica.

Además, la situación con Rajoy se complica más. No solo es que perdamos apoyos al crecimiento económico como los señalados, sino que nos hemos embarcado en políticas que pueden ser una bomba de relojería. La reciente subida de impuestos, especialmente preocupante la del Impuesto de Sociedades, así como la subida del salario mínimo interprofesional frenan la contratación de nuevo personal. El paro en España sigue siendo inaceptable y estas medidas no ayudan.

En suma, el año 2017 recogerá la incertidumbre, la normalización de las políticas monetarias y las incapacidades de los políticos.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky