Firmas

Partidos sin estrategias a medio y largo plazo

  • Habría que erradicar males persistentes y no gobernar por los votos

La economía española acabará el año con un crecimiento del 3,3%, duplicando el europeo. Con una esperada mayoría simple del PP y en medio de una crisis de los tradicionales partidos "moderados", incluyendo socialdemócratas, sin apenas estrategias ante una globalización relativamente desordenada en cuanto a sus efectos sobre las progresivamente empobrecidas clases medias. Como contexto internacional: el Brexit, la victoria de Donald Trump y el resultado del referéndum italiano. Para contrarrestar la incertidumbre política, la UE anuncia estímulos fiscales (junto a los monetarios, que se prolongan), frenando así los sentimientos antieuropeístas y la posible desaceleración del comercio mundial.

En España, los aparatos de los partidos no parecen salir del cortoplacismo. El electorado desearía estrategias para reducir con más intensidad el paro y lograr empleos más estables; en definitiva, recuperar renta real y reducir la desigualdad. Líderes con planes para aumentar el deteriorado crecimiento potencial y afrontar nuevos retos, como el impacto de la revolución digital y las repercusiones de la tendencia demográfica.

El PP ha tenido a favor tanto la gestión inicial de la crisis como la normalidad que ahora proporciona un alto crecimeinto que no parece frenarse (ver dinamismo de Industria y Servicios, una inflación moderada, pero en máximos de tres años, etc.). Sin embargo, la economía se sigue beneficiando de vientos de cola susceptibles de remitir (petróleo barato, euro depreciado y reducidos tipos de interés), y un turismo favorecido por conflictos geopolíticos. A medio plazo, creceremos menos, por tanto será más complejo resolver los verdaderos males de fondo, como el estancamiento de la productividad y cierto retraso tecnológico en comparación con países avanzados, cuyo síntoma principal es el alto paro (estructural y de larga duración ) y la excesiva temporalidad.

Claro que estamos inmersos en la eurozona, por tanto sin políticas monetarias propias, con margen limitado en políticas fiscales y sin salidas falsamente expansivas (devaluaciones). De ahí la duda sobre si habría grandes diferencias entre un Gobierno del PP o del PSOE. Con elecciones próximas actúan igual: políticas expansivas (bajadas arriesgadas de impuestos y/o aumentos de gastos) que generan déficits considerables. Tras las elecciones, vienen los ajustes. Actúan para maximizar votos, dejando a un lado las ideologías y los esfuerzos sostenidos para dotarnos de esos factores que, según recomendaciones macroeconómicas, garantizan crecimientos a medio y largo plazo.

A continuación, un ejemplo de la actual coyuntura, cuyos desafíos son tanto afianzar una recuperación más sostenible como reducir el alto déficit estructural. El PP ha anunciado, como ocurrió tras las elecciones de 2011, los primeros aumentos de impuestos. Pero no se ha explicado, ni planteado, algo específico para reducir gastos (obvio con un altísimo déficit) sin mermar los servicios públicos. No solo para cumplir las directrices europeas, que persiguen, no nos engañemos, una convergencia nominal, no real. Conviene recordar que fue la bajada del IRPF en 2015 (preelectoral) lo que hizo incumplir el déficit y obligará a recortar en 2017.

Entre las directrices europeas y las herencias recibidas resulta difícil juzgar la gestión de los partidos tradicionales. El actual crecimiento no es solo consecuencia de sus políticas, sino de vientos de cola y de lo heredado anteriormente en deuda, infraestructuras o niveles de capital humano, factores determinantes del crecimiento futuro. La prolongada incertidumbre política no ha afectado al crecimiento porque han persistido esos vientos de cola y se han aplazado medidas contractivas, como subidas de impuestos y contención de gastos, que el gobierno empieza a tomar.

Creceremos menos en 2017, pero heredaremos una deuda pública récord (100% del PIB), una hucha de pensiones próxima a agotarse en 2017 y una dinámica de creación de empleo temporal y muy insuficiente en ingresos y cotizaciones. Comprobaremos el efecto puntual de las herencias, pero también si se pondrán en marcha estrategias a medio y largo plazo para erradicar los persistentes males y poder afrontar los retos futuros comentados.

¿Qué hay de los nuevos partidos? Sin mayorías absolutas ni "hartazgos" del votante (alta participación en elecciones autonómicas) no tienen excusas: podremos juzgar sus propuestas y estrategias, valorar si son meramente electoralistas o responden a la complejidad de nuestros problemas, esos que nos distancian de los países más avanzados. Todo ello, con la visibilidad que les dará el Congreso.

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