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¿Rusia ha superado ya lo peor?

  • Las reservas internacionales rusas cubren en torno al 80% de su deuda

Las dificultades económicas de Rusia pueden atribuirse principalmente al descenso de los precios del petróleo, cuya abrupta caída en el verano de 2014 provocó una drástica bajada del rublo. Ello precipitó a la economía rusa en el perjudicial círculo vicioso de aumento de la inflación, subida de los tipos de interés, contracción del crecimiento y un debilitamiento aún mayor de la moneda. En el futuro prevemos un ligero repunte y la estabilización de los precios en un rango de 50-70 dólares por barril. Si esto ocurriera, podría ofrecer un respiro. Para saber si la economía rusa va a repuntar y estabilizarse es preciso analizar cuatro elementos clave.

Política monetaria. Lo positivo es que el rublo probablemente haya tocado fondo, salvo que los precios del petróleo deparen sorpresas. La inflación debería disminuir, capacitando al banco central para adoptar una postura expansiva, dentro de unos límites.

De hecho, el banco central ruso (BCR) se enfrenta actualmente a salidas de capital que pueden contrarrestarse de dos maneras directas. La primera es vender parte del gran fondo de reservas internacionales acumuladas y utilizar el resultado de la venta para comprar activos nacionales. No obstante, el ritmo de ventas no es sostenible indefinidamente. Así pues, el BCR ha debido recurrir también a mantener los tipos de interés suficientemente altos para atraer capital. No es sorprendente, por tanto, que a finales de 2014 el tipo de interés principal del banco central subiera de forma simultánea a la salida de flujos de inversión directa extranjera. Política fiscal. La economía rusa ha evitado lo peor. De hecho, dado que casi la mitad de los ingresos del gobierno proceden del petróleo y del gas, el déficit presupuestario del país habría podido dispararse.

La fuerte depreciación de la moneda contrarrestó el impacto de la caída de los precios del petróleo, como demuestra el hecho de que el precio del crudo en rublos se haya mantenido. En consecuencia, el déficit presupuestario solo se deterioró hasta un 2,9% en junio de 2015. Con todo, el objetivo del Gobierno del 3% para el déficit presupuestario se divisa en el horizonte, por lo que la política fiscal no debería brindar un fuerte apoyo en lo sucesivo. Esto resulta lamentable en un contexto en el que tanto el consumo como la inversión ya empiezan a flaquear.

El peso de la deuda externa de Rusia ha sufrido un considerable revés con el debilitamiento del rublo y la consiguiente caída de un tercio del valor en dólares del PIB del país. Aunque el nivel absoluto de la deuda externa rusa denominada en monedas extranjeras se ha reducido en más de 100.000 millones desde principios de 2014, su cuota en el PIB ha aumentado por encima del 30%. No hay por qué alarmarse en este momento, ya que las reservas internacionales de Rusia siguen cubriendo en torno al 80% de su deuda externa en monedas extranjeras. Por último, las perspectivas de la inversión y la productividad siguen siendo sombrías. Ya llevan retrocediendo cinco años y el entorno actual no es propicio para una inversión de la tendencia. Ello se debe, entre otras cosas, a las sanciones internacionales por el conflicto ruso-ucraniano, la falta de confianza de las empresas rusas en las perspectivas económicas futuras y las numerosas incertidumbres geopolíticas.

En conjunto, el panorama de la economía rusa es heterogéneo. La parte positiva comprende unos niveles de deuda pública muy bajos, unas grandes reservas y un saldo por cuenta corriente positivo. Como aspectos negativos cabe señalar una creciente deuda externa en monedas extranjeras como porcentaje del PIB (aunque el impago es muy improbable), un déficit presupuestario que empeora y unos niveles de crecimiento muy deprimidos. Así pues, ¿Rusia ha superado ya lo peor? Es bastante probable, siempre que no se produzcan recaídas de los precios del petróleo. No obstante, la recuperación será moderada. La política monetaria debería relajarse ligeramente, mientras que es improbable que la política fiscal brinde mucho respaldo, y la posibilidad de una revitalización de la inversión sigue siendo remota. Nuestro escenario para Rusia en 2016 es de un moderado repunte de un rublo volátil desde la situación de debilidad en que se halla, una relajación de la inflación desde niveles elevados y el retorno (muy justo) del crecimiento a terreno positivo desde un estadio de recesión profunda, teniendo presente que la política y la geopolítica siguen siendo el mayor riesgo exógeno bajista.

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