
No llevará un gorro rojo ni irá acompañado de elfos, renos y trineo, pero cuando el presidente del BCE, Mario Draghi, anuncie el desenlace de la próxima reunión de la junta del banco central, este jueves, lo que sí que tendrá son regalos.
El mercado ya espera que el BCE refuerce su programa de flexibilización cuantitativa el mes que viene. Resulta que la última ronda no ha conseguido levantar mucho los precios de activos, pero esta vez quizá sí. Los precios ya empiezan a remontar, está en curso una recuperación modesta y casi todas las acciones de la zona euro son tan baratas que no va a hacer falta mucho para que suban de nuevo.
Si hay algo que va a arrancar la remontada tradicional de fin de año en los mercados será el BCE. Al ser italiano el hombre responsable, tal vez deba llamarse el sprint de Babbo Natale en lugar de Santa Claus.
Tras años de retorcidos debates sobre si lo permitían los tratados y si era parte de su mandato, y pese a la acérrima oposición de Alemania, allá por marzo el BCE por fin se unió a la Reserva Federal, el Banco de Japón y el de Inglaterra, para lanzar un programa de flexibilización cuantitativa. Ya ha empezado a imprimir sesenta millones de euros en efectivo y ha prometido que seguirá haciéndolo hasta septiembre del año próximo. Y ahora ha lanzado indirectas de que aumentará su tamaño.
A principios de mes, el presidente del BCE contó al parlamento europeo que las señales de reversión de una inflación persistentemente baja "se habían debilitado un tanto" y que este asunto se analizaría en la reunión de diciembre. "Haremos lo que haga falta para elevar la inflación lo más rápido posible", contó en una ponencia en Frankfurt recientemente. Otros miembros de la junta han expresado opiniones similares.
Puesto que la inflación de los 19 miembros de la eurozona se acerca actualmente al cero y ha rozado la deflación pura y dura, es difícil distinguirlo de un compromiso de aumentar la flexibilización cuantitativa. Después de todo, no hay muchos más instrumentos para que vuelvan a subir los precios. El BCE también podría bajar los tipos de interés y tal vez sumirlos más en territorio negativo.
Bank of America Merrill Lynch prevé no solo un aumento del programa mensual de flexibilización cuantitativa hasta 70.000 millones de euros sino también un recorte del tipo principal de depósito en un 0,1%, hasta el 0,3%. Un banco suizo pequeño ya cobra a sus clientes minoristas por mantener dinero en depósito. A este ritmo, será la norma en toda Europa.
La última vez, QECB, como se conoce en los mercados el programa de flexibilización cuantitativa del BCE, no logró prácticamente levantar los títulos. Pensándolo bien, no consiguió levantar casi nada. En realidad, los mercados de capital cayeron durante el verano, el euro se ha quedado casi igual y, aparte de unos cuantos focos en España e Irlanda, no ha habido muchos signos de movimiento de los títulos y otros activos. Esta vez, sin embargo, la flexibilización cuantitativa podría echar más gasolina al depósito. Ahora explicamos por qué.
Primero, los precios ya están empezando a subir. Eurostat ha revisado el índice de inflación en octubre al 0,1%, que no es mucho pero es algo. High-Frequency Economics prevé que llegado enero podría subir al 1% o al menos rondar esa cifra. Y es que la profunda caída de los precios del petróleo y otras materias primas empezará a salirse de los índices anuales en ese momento e inevitablemente los empujará hacia arriba. Quizá sea un tecnicismo pero enseguida el índice de inflación hará que parezca que el impulso añadido de la flexibilización cuantitativa está surtiendo efecto, y eso beneficiará a la confianza.
Segundo, ya se está produciendo una recuperación en la eurozona. Es cierto que es bastante modesta y que el atentado de París y el toque de queda en Bruselas no han ayudado pero las pruebas están ahí. Esta semana, los datos PMI de Markit indicaban que el índice de sentimiento manufacturero alcanzaba sus máximos en 19 meses.
Alemania sigue renqueando a un índice de crecimiento respetable del 1,3% pese a los miedos de que le afecte severamente la recesión de China. Italia muestra algunos signos de vida, con una previsión de crecimiento del 0,9% este año, y del 1,6% en 2016 según Istat, la agencia nacional de estadística. Francia estuvo plana en el segundo trimestre pero recuperó el crecimiento en el tercero y debería ser capaz de expandirse. La recuperación española es sostenida e Irlanda prospera. No hay demasiados visos de una expansión rápida en la eurozona pero una inyección monetaria debería ayudar a que se expanda más deprisa. Del mismo modo que es más fácil empujar un coche cuesta abajo, a un banco central le cuesta mucho menos inflar una economía que ya está creciendo.
Tercero, el tipo de cambio estará de su parte. En marzo apenas se movió. Esta vez, cuando el BCE impulse la flexibilización, lo más probable es que el Fed suba los tipos de interés mientras que el Banco de Japón se queda a la espera. Salvo que nada de lo que sabemos de los mercados de divisas sea cierto, eso debería empujar al euro hacia abajo, tal vez a la paridad con el dólar o quizá muy por debajo. Puesto que una buena parte de la economía europea depende de las exportaciones, un tipo de cambio mucho más barato solo puede hacer que crezcan más rápido.
¿El resultado neto? La segunda ronda de flexibilización podría tener muchos más efectos para la economía que el primer golpe y eso será bueno para los títulos. Todos los grandes mercados europeos comercian con valoraciones muy inferiores a las de Estados Unidos y de casi todas las principales bolsas.
Todo inversor sabe que hay muchas empresas baratas en Alemania, Francia y sobre todo Italia. Lo único que quieren es la vuelta de un crecimiento respetable para ponerse a comprar. El sprint de navidad no vendrá de Estados Unidos, que ya está valorado al máximo, sino que podría originarse en Europa y lo causará otra ronda de flexibilización cuantitativa esta misma semana.