
Zach Cregger sorprendió en 2022 con Barbarian, un ejercicio de horror que jugaba con la incertidumbre y la tensión de lo cotidiano convertido en pesadilla. Con Weapons, su nuevo proyecto, confirma que su talento no es casual: se trata de un director que sabe hurgar en los miedos colectivos y convertirlos en relatos perturbadores.
Weapons es una de las más estimulantes propuestas de terror de los últimos años. Cregger confirma su talento para explorar el lado oscuro de lo cotidiano, para mostrar que el verdadero horror no siempre proviene de entidades sobrenaturales, sino de las grietas morales y sociales de una comunidad aparentemente estable.
La desaparición simultánea de 17 niños en una pequeña localidad de Pensilvania es el punto de partida de un misterio hipnótico que mezcla lo sobrenatural, el terror psicológico y la radiografía social.
La premisa es sencilla pero inquietante: a las 2:17 de la madrugada, en una noche cualquiera entre semana, 17 niños abandonan sus camas, salen de sus casas con los brazos extendidos como aviones y desaparecen en la oscuridad. Todos son alumnos de la misma clase de primaria, dirigida por la maestra Justine Gandy (Julia Garner). Solo uno de ellos, el tímido Alex, permanece en su cama, desconcertado por ser el único "superviviente". Desde esa primera escena, Cregger instala una sensación de desconcierto que se mantendrá durante buena parte del metraje.

Lo más interesante de Weapons es la desaparición, pero también la forma en que la comunidad reacciona. Lo que comienza como una búsqueda desesperada se transforma pronto en paranoia, ira y búsqueda de culpables. En una asamblea escolar, Archer Graff (Josh Brolin), padre de uno de los niños, acusa directamente a Justine, convirtiendo la sospecha en linchamiento moral. El guion parte de un misterio sobrenatural y explora los temores de la América contemporánea: las teorías conspirativas, el trauma colectivo que dejan los tiroteos escolares, la necesidad de encontrar un enemigo visible cuando la tragedia resulta incomprensible. Cregger utiliza la desaparición como un espejo deformado de la sociedad, recordando en ocasiones a Stephen King y, en su tono más oscuro, al Prisoners de Denis Villeneuve.
El director estructura la película en capítulos, cada uno desde el punto de vista de un personaje distinto: la maestra, el padre, un policía (Alden Ehrenreich), un administrador escolar (Benedict Wong) y otros dos cuya identidad conviene descubrir en pantalla. Este recurso obliga a revisar escenas ya vistas desde nuevas perspectivas, y convierte el relato en un rompecabezas que recompensa la atención del espectador.
Ese enfoque caleidoscópico genera una riqueza de matices poco habitual en el género. Cada fragmento aporta información nueva, pero también revela cómo las percepciones individuales deforman la realidad. Así, lo que parecía un simple acto de acusación o un detalle sin importancia adquiere otra dimensión al ser visto desde otro ángulo.

Durante más de una hora, Weapons mantiene un tono grave y sobrio, potenciado por la fotografía precisa de Larkin Seiple y una banda sonora vibrante que golpea al espectador en el pecho. Sin embargo, la aparición de un personaje inesperado, la tía Gladys, interpretada por una irreconocible Amy Madigan, rompe ese tono con un giro hacia lo grotesco y lo casi cómico. Con maquillaje de payaso, labios corridos y ojos desiguales, Gladys encarna un tipo de mal que combina repulsión y humor, y que parece destinado a convertirse en icono de Halloween.
Ese cambio de registro desconcierta y demuestra la audacia de Cregger: no teme abrazar el exceso ni introducir elementos camp en un relato que hasta entonces se había movido con solemnidad. Algunos espectadores lo considerarán un desvío arriesgado; otros, un hallazgo memorable.
El gran acierto de Weapons está en su capacidad de sugerir más de lo que muestra. Mientras las desapariciones permanecen sin explicación, el público proyecta sus propios miedos, multiplicando la potencia de la historia. El problema surge en el tramo final, cuando las piezas del rompecabezas encajan y el misterio se reduce a una explicación concreta. Vamos a dejarlo ahí. Yo la vería si buscas una historia perturbadora pero aviso de que la violencia de los últimos minutos sobrepasa la brutalidad en la comunidad de Maybrook hay dos tipos de personas, "armas" y "objetivos". Cualquier cosa, un niño impresionable, un padre colérico o incluso un utensilio doméstico, puede convertirse en un instrumento de destrucción.
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