
La banca mira hacia adentro y se prepara para examinarse en materia medio ambiental. Las entidades de la zona euro afrontarán en la primavera de 2022 el primer test de estrés climático para analizar los riesgos de su cartera de cara a las inclemencias meteorológicas y su capacidad para resistir a las mismas. Las pruebas no son una cuestión baladí, puesto que en función de su estado para afrontar los riesgos climáticos, los supervisores europeos exigirán mayores requerimientos de capital para protegerse de lo que pueda venir.
El clima, a pesar de los buenos compromisos del sector financiero para las próximas décadas, es una asignatura pendiente. De hecho, según el Banco Central europeo (BCE), las propias entidades reconocen que el 90% de sus prácticas sólo cumplen parcialmente o no cumplen en absoluto las expectativas de supervisión del organismo en materia medio ambiental. Las entidades saben que los nuevos requisitos de lo que está por llegar les puede afectar, y mucho, en materia de capital. Por ello, a pesar de que los test de estrés están a la vuelta de la esquina (queda menos de medio año), piden a los supervisores que sean graduales a la hora de exigir capital para cubrir los riesgos. Y es que, un incremento de los requerimientos de capital podría impactar de un lado en una menor retribución a los accionistas, y de otro, en los propios prestatarios, ya que las entidades, según Bloomberg, podría elevar las comisiones a aquellos clientes cuyo riesgo climático provoque unos requisitos de capital adicionales.
De momento, son varias las entidades que reconocen que aún no han medido la exposición de su cartera al cambio climático, así cómo el volumen de financiación concedida a empresas más contaminantes. No obstante, todos se preparan para analizar sus carteras de cara a estas pruebas. Lo que ahora puede resultar un porcentaje sin importancia, no lo será dentro de 30 años. Según el BCE, los bancos de la zona euro podrían verse gravemente afectados en un escenario en el que no se aborde el cambio climático. Las pérdidas esperadas en las carteras de préstamos a empresas se incrementan significativamente con el tiempo, impulsadas por un riesgo físico cada vez mayor, con el potencial de llegar a ser críticas en los próximos 30 años. En 2050, la cartera media de préstamos a empresas de un banco de la zona del euro tiene un 8% más de probabilidades de impago en el escenario del mundo caliente que en una transición ordenada. Cuando se distingue entre las diferentes carteras de préstamos, el impacto inducido por el clima se hace aún más pronunciado, y particularmente a lo largo del tiempo. Las carteras más vulnerables al riesgo climático tienen un 30% más de probabilidades de impago en 2050, en comparación con 2020, en el escenario del mundo caliente: este aumento es cinco veces mayor que el aumento medio en el mismo escenario.
Compromisos
El Banco Santander es uno de los primeros grupos españoles en poner fecha al fin de la financiación de las empresas más contaminantes. La entidad, como miembro fundador de la Net Zero Banking Alliance, se ha comprometido a alcanzar las cero emisiones netas en 2050. El primer objetivo de descarbonización lo ha fijado para 2030, año en el que dejará de prestar servicios a clientes con más del 10% de sus ingresos procedentes del carbón térmico y eliminará toda exposición a la minería de carbón térmico para cumplir con los compromisos de París. A la vez, está financiando la transición verde, donde es líder apoyando al sector de las renovables.
Por otro lado, el grupo cántabro mantiene su compromiso ya anunciado en 2019 de facilitar hasta 120.000 millones de euros en financiación sostenible hasta 2025 y 220.000 millones para 2030.
Por su parte, BBVA también dejará de financiar a las empresas del carbón. La entidad reducirá a cero su exposición a actividades relacionadas con el carbón, dejando de financiar a empresas en esas actividades, antes de 2030 en los países desarrollados y antes de 2040 en el resto de países en los que está presente. Esta decisión, recogida en la actualización del Marco Medioambiental y Social de BBVA, está alineada con la propuesta del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), consistente en limitar la subida de las temperaturas a un máximo de 1,5º C y con la ambición de conseguir una economía neutra en carbono en 2050. En materia de financiación sostenible, el grupo se comprometió a movilizar 200.000 millones hasta 2025, doblando así el compromiso de 100.000 millones inicialmente anunciado en 2018.
La estrategia medio ambiental de CaixaBank pone el foco en acelerar la transición a una economía baja en carbono que promueva el desarrollo sostenible y sea socialmente inclusiva. En coherencia con ello, el banco cuenta con una Estrategia Medioambiental, y trabaja de forma sistemática con el objetivo de contribuir a esta transición, mediante la financiación e inversión en proyectos sostenibles, la gestión del riesgo climático y la reducción del impacto directo de sus operaciones. Tan solo en los primeros nueve meses del año, la entidad ha concedido 8.000 millones de euros en financiación sostenible, un 60% más respecto al volumen financiado en 2020 y se ha consolidado como uno de los focos de actividad del banco.
El Banco Sabadell dio financiación sostenible en 2020 por un total de 2.100 millones de euros. La entidad, además, prepara un plan de descarbonización, que marcará la senda para los objetivos de 2030, que verá la luz el próximo año. Además, el grupo financiero ya ha reducido un 99% las emisiones de CO2 y la energía que consume procede en su totalidad de fuentes renovables. Por su parte Bankinter ha implantado a lo largo de este ejercicio criterios de sostenibilidad en todos sus fondos de inversión. Del mismo modo, el banco ya es neutro en carbono. En cuanto a financiación sostenible, emitió bonos verdes en 2020 por 750 millones de euros, una operación que produjo una reducción anual de 267.628 toneladas de CO2.
Las aseguradoras también cuentan con una estrategia de sostenibilidad. El plan de Mapfre pone el foco en la reducción de la huella de carbono, la gestión eficiente de los edificios, la reducción de la generación de residuos y las oportunidades que presta la economía circular. Las instalaciones de Mapfre en España y Portugal ya son neutras en carbono y la aseguradora persigue alcanzar este objetivo en el resto de los países en los que opera de cara a 2030. Además, al igual que los bancos, se ha propuesto no invertir en compañías cuyos ingresos dependan más de un 30% de energía producida a partir del carbón. Tampoco asegurará la construcción de nuevas plantas de generación eléctrica que funcionen con carbón ni la explotación de nuevas minas. Mutua Madrileña sigue su 'Programa Azul' de gestión medioambiental que recoge las líneas de la actuación en materia de eficiencia energética, movilidad sostenible, consumo responsable de los recursos y gestión integral de los residuos. El 100% de la energía que compra es renovable y ha renovado la flota de vehículos que utilizan los peritos en sus desplazamientos sustituyéndolos por híbridos y eléctricos.