
La Comisión Europea ha zanjado la guerra entre eléctricas y gasistas sobre el uso de las calderas en los edificios. Bruselas confirma en su guía oficial para la trasposición de la Directiva de eficiencia energética en los edificios, que lo determinante no será el tipo de aparato, sino el combustible que se utilice, despejando la incertidumbre sobre el futuro de las calderas compatibles con biometano o hidrógeno renovable.
La Comisión Europea aclara uno de los aspectos más controvertidos de la norma: qué se entiende por "caldera de combustibles fósiles" a efectos de su eliminación progresiva antes de 2040.
El documento establece que una caldera solo se considerará fósil si en 2040 quema gas natural, carbón o gasóleo. En cambio, si utiliza biometano, hidrógeno renovable (RFNBOs) u otros combustibles no fósiles, no estará sujeta a las restricciones previstas para los equipos convencionales.
La aclaración resulta especialmente relevante para millones de viviendas europeas que hoy cuentan con calderas de condensación ya instaladas y que, en muchos casos, pueden operar con gases renovables sin necesidad de modificaciones técnicas. De este modo, no será necesario desmontar estas calderas si en el momento clave —el año 2040— están alimentadas con combustibles renovables.
Neutralidad tecnológica
La guía de la Comisión subraya que esta interpretación es coherente con el principio de neutralidad tecnológica que inspira toda la Directiva. El texto no prohíbe tecnologías, sino el uso de determinados combustibles en el horizonte temporal marcado.
De hecho, el combustible utilizado es el criterio determinante, tanto en edificios conectados a red como fuera de red. Los Estados miembros deberán establecer mecanismos de verificación robustos para garantizar que, en el caso de instalaciones fuera de red, el uso de combustibles renovables se mantenga a lo largo de toda la vida útil del equipo.
Los países de la UE tienen hasta mayo de 2026 para transponer esta definición a sus respectivos marcos normativos. Además, deben presentar antes de 2027 sus planes nacionales de renovación de edificios, que deberán incluir medidas concretas para eliminar el uso de calderas fósiles en 2040.
La Comisión reconoce tres vías posibles para alcanzar ese objetivo: la sustitución de equipos por soluciones eléctricas como bombas de calor, el cambio de combustible a opciones renovables (como el biometano), o combinaciones de ambas.
La aclaración supone un alivio para el sector gasista y para una parte de los consumidores que, por razones económicas o técnicas, no pueden acceder a soluciones 100% eléctricas. En particular, se considera una buena noticia para el despliegue del biometano, que ya puede inyectarse en las redes existentes sin necesidad de cambios en la infraestructura.
Fuentes del sector energético consultadas valoran positivamente el reconocimiento de las calderas alimentadas con gases renovables como parte de la solución climática.
La apuesta por la electrificación del calor mediante bombas de calor sigue siendo una prioridad en la planificación europea, pero la Comisión deja claro que otras tecnologías renovables también deben jugar un papel, especialmente si permiten aprovechar infraestructuras existentes y ofrecen alternativas más asequibles para algunos hogares.