Energía

La lección de China a EEUU y al resto de los 'petroestados': invertir en la energía 'infinita' puede ser muy rentable

  • EIA: "Solo en 2024, China ha instalado más capacidad solar que toda la de EEUU junta"
  • China está llenando el desierto con paneles solares y levantando reactores nucleares
  • Pekín se ha convertido en el primer gran 'electroestado' del mundo

Bajo el sol de la estepa mongola (provincia china, no el país), donde el viento azota las dunas y el horizonte se funde con los paneles fotovoltaicos, China está construyendo un nuevo imperio. Ya no se trata de murallas de piedra, sino de silicio y acero: una Gran Muralla Solar que se extiende como un río de luz sobre el desierto de Kubuqi. En 2024, según la Administración Nacional de Energía de China, el país instaló 277 gigavatios (GW) de capacidad solar a escala industrial, más del doble que los 121 GW que acumulaba Estados Unidos al cierre de ese mismo año. Con 880 GW en total, China no solo lidera el mundo en capacidad solar instalada, sino que se perfila como la primera gran 'electropotencia' global, que junto con la energía eólica y, sobre todo, la nuclear, desafía con luz propia la supremacía energética que durante décadas ha sustentado la hegemonía estadounidense. La inversión en renovables (la energía 'infinita') puede terminar llevando a China el trono energético mundial, poniendo fin al reinado energético de los 'petroestados'.

El crecimiento de la capacidad solar china no es circunstancial. Según datos recopilados por Global Energy Monitor y divulgados por la propia Agencia de la Información de la Energía de EEUU (EIA, por sus siglas en inglés), China tiene en desarrollo más de 720 GW adicionales: unos 250 GW ya en construcción, cerca de 300 GW en fase previa y otros 177 GW anunciados. Esta estrategia expansiva, apoyada por una planificación estatal de largo plazo, refuerza el papel de China como líder indiscutible de la transición energética global, según se desprendía de otro informe publicado por Wood Mackenzie esta misma semana.

La propia EIA de EEUU destacaba entre los proyectos más ambiciosos la conocida como Gran Muralla Solar, un corredor fotovoltaico que recorrerá más de 400 kilómetros de largo en Mongolia Interior y regiones adyacentes. Solo en el desierto de Kubuqi está previsto instalar 100 GW antes de 2030. En su conjunto, el plan representa un salto de escala que redefine el concepto de energía solar a nivel industrial.

Del petróleo a la electricidad

Mientras tanto, Estados Unidos mantiene su apuesta por la "dominación energética" mediante la producción masiva de petróleo y gas. Tal como explica Wood Mackenzie, el objetivo de la administración Trump sigue siendo claro: aumentar la oferta doméstica de hidrocarburos para generar empleo, atraer inversión y reforzar la influencia global del país. Sin embargo, desde esta firma admiten que los yacimientos más importantes del país ya estarían en una situación cercana a la 'maduración'. El petróleo más rentable y 'fácil' de extraer ya se habría quemado en algún sitio.

Según Wood Mackenzie, EEUU produce actualmente más petróleo que Arabia Saudí y más gas que Rusia tras años de grandes inversiones. De hecho, incluyendo los líquidos de gas natural, su producción combinada supera a la de ambos países juntos. Esto ha convertido a EEUU en el mayor exportador de gas natural licuado (GNL) y en el tercer exportador mundial de crudo y condensados. Sin embargo, la fortaleza estadounidense se apoya en un modelo intensivo en recursos fósiles cuya sostenibilidad a largo plazo es cada vez más cuestionada. EEUU produce en la actualidad 13,4 millones de barriles de crudo cada día una cantidad que no ha llegado a alcanzar ningún otro país. Sin embargo, el rápido desarrollo de su industria de fracking y la intensidad con la que han explotado el crudo está llevando a un agotamiento relativamente rápido de las reservas de más calidad. EEUU no tiene alternativa clara, por ahora, al crudo. China sí la tiene: la energía solar y nuclear.

Aunque el petróleo y el gas seguirán representando más del 50% de la energía primaria mundial durante al menos dos décadas, según las previsiones de Wood Mackenzie, el avance de alternativas como los vehículos eléctricos y el almacenamiento con baterías está cambiando el panorama. EEUU sigue obcecado en las energías fósiles, mientras que China ha hecho de la necesidad virtud (China tiene petróleo, pero está lejos de lograr su autosuficiencia con esta materia prima) y se está posicionando para convertirse en la mayor potencia energética a partir de 2030.

En este contexto, China ha demostrado que es posible construir un ecosistema energético alternativo. A pesar de seguir dependiendo en gran medida del carbón, su liderazgo en tecnologías como baterías de ion-litio, energía solar, vehículos eléctricos y energía nuclear la posiciona como una potencia con capacidad para descarbonizar su economía y exportar soluciones al resto del mundo.

Según la EIA, solo en 2024 China instaló más capacidad solar a gran escala que la suma total de la que posee EEUU. Si todos sus proyectos en desarrollo se completan, podría duplicar su capacidad actual en apenas unos años, acercándose al término de una década con más de 1.500 GW de potencia solar operativa. China ya es por mucha diferencia la mayor potencia global en energía renovable: "China ha logrado un crecimiento impresionante en su capacidad instalada de energías renovables durante las últimas dos décadas, superando con creces al resto del mundo. Sin embargo, para acabar con su continua dependencia de los combustibles fósiles, ahora debe avanzar con las reformas planificadas de su sistema eléctrico nacional", señalan desde la Universidad de Yale en un análisis reciente.

"Con su rápido progreso en vehículos eléctricos (VE), almacenamiento en baterías, energías renovables y energía nuclear, China ha demostrado que es posible construir un ecosistema energético alternativo, aunque aún dependa en gran medida del carbón. La preocupación por el cambio climático puede haber quedado relegada a un segundo plano en la agenda política de muchos países, pero a medida que vuelve a cobrar protagonismo, el potencial de descarbonización en este ecosistema alternativo podría otorgar a China una ventaja competitiva", explican los expertos de Wood Mackenzie. En términos de energía nuclear, Pekín ha logrado levantar en 10 años la misma capacidad que a EEUU le llevo 40.

De los petroestados a los electroestados

"Donde EEUU es un petroestado, China es un electroestado", resume Wood Mackenzie. En términos de cuota de mercado, su dominio de las cadenas de suministro de tecnologías limpias supera ampliamente el liderazgo de EEUU en hidrocarburos. Y esto podría traducirse en una ventaja competitiva decisiva a medio plazo.

A diferencia del modelo estadounidense, basado en la exploración constante y el capital flexible para mantener la producción, China está enfocada en la manufactura a gran escala, los costes bajos y la integración vertical de sus industrias energéticas. Esta diferencia estructural le permite transformar su sistema interno al tiempo que desarrolla una industria exportadora con influencia creciente en el extranjero.

Esto no solo implica una revolución en el modelo energético, sino también una transformación en los equilibrios geopolíticos. La energía ha sido tradicionalmente una palanca de poder global. Que China se convierta en el mayor generador de electricidad limpia y energía en términos agregados puede tener implicaciones profundas a nivel económico. A medida que EEUU se enfrenta un estancamiento en su producción de hidrocarburos y crecen las dudas sobre la viabilidad a largo plazo del modelo del fracking, el ascenso de China como superpotencia solar y nuclear redefine el futuro de la hegemonía energética. La competencia ya no es solo por barriles de crudo, sino por gigavatios de sol. Y en ese terreno, China juega con ventaja.

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