
EEUU produce petróleo como nunca. El país se prepara para un año totalmente histórico gracias a una industria bombeando a pleno pulmón, introduciendo en el mercado unos 13 millones de barriles diarios. El pasado trimestre, la Administración de Información Energética anunció un récord histórico de 13,3 millones de barriles que espera que se mantenga durante un tiempo. Sin embargo, lejos de estar satisfechos con los resultados, la industria del crudo se muestra tan molesta con las últimas medidas desde la Casa Blanca, que aliada con gobiernos locales ha puesto en marcha una auténtica guerra legal contra Biden. Los gigantes del esquisto, que se han hecho de oro con la Cuenca Pérmica, quieren doblegar al gobierno y comenzar a explotar nuevamente las reservas de Alaska.
El motivo detrás de esta batalla viene de los distintos giros que se han producido respecto al crudo por parte de EEUU en Alaska. Todo empezó en marzo de 2023 cuando en pleno empuje del crudo nacional y con la necesidad de bombear más y más para mantener barato el precio de la energía, Biden dio luz verde a uno de los proyectos más grandes fuera de Nuevo México y Texas, la propuesta de ConocoPhillips para crear una giga planta en Willow era el pasaporte para volver a llevar a la región a su época dorada, cuando era el pulmón petrolero de EEUU produciendo 2 millones de barriles.
Este proyecto estaba cargado de polémica porque suponía un punto de no retorno para el medio ambiente y la región. Posteriormente, tan pronto como en septiembre, la Administración Biden comenzó a anunciar prohibiciones de nuevas licencias en territorios específicos. Desde abril de 2024 se consumó un giro completo. El Departamento de Interior de EEUU paró las perforaciones en más de la mitad de Alaska, un recorte de 5,3 millones de hectáreas sobre las que ya no se podrán realizar trabajos de ningún tipo.
Esta medida ha enfurecido tanto al gobierno de Alaska como Conoco. El primero afirma que le están impidiendo utilizar sus propios recursos, mientras que el segundo defiende que las actuales prohibiciones suponen una estocada para el proyecto Willow, pues, aunque no frena la actual concesión trastoca por completo sus planes de expansión del mismo, que fueron claves para decidir lanzarse a invertir en el estado norteño.
Este es el motivo por el que la decisión ha provocado que se concite una alianza entre la petrolera y la región que llevarán a cabo dos denuncias contra la Casa Blanca por la medida. Este viernes la petrolera presentó una demanda contra la 'medida estrella' de Biden de intereses climáticos. Según la empresa, cuando se calificó a la región como 'Reserva' el Congreso incluyó que debería utilizarse para "una producción expedita de petróleo para satisfacer las necesidades energéticas del país", afirma en su demanda, presentada en un tribunal federal de Alaska. "La reserva contiene aproximadamente 8.700 millones de barriles de petróleo recuperable".
"El gobierno federal está decidido a despojar a Alaska de su capacidad de subsistir, y tenemos que detenerlo"
En ese sentido, esgrimen que del mismo modo que el congreso dio luz verde a la utilización y extracción de estos recursos, no recurrir al mismo supone una irregularidad. "El Congreso claramente no autorizó a promulgar regulaciones radicales que impidan y obstaculicen la producción de petróleo en toda la región", afirmó ConocoPhillips.
Esta acusación viene escasos días después de que la propia región ponga su propia demanda contra la Casa Blanca. El pasado martes los representantes del estado llevaron a los tribunales al gobierno federal debido a la cancelación de los contratos que se produjo de manera inmediata tras la decisión. El proceso judicial busca ser compensado financieramente por los ingresos perdidos. "El cambio de actitud por parte del gobierno federal se opone a la dirección dada por el Congreso y priva a Alaska de nuestros derechos sobre los recursos naturales", dijo el gobernador de Alaska, el republicano Mike Dunleavy, en Twitter. "El gobierno federal está decidido a despojar a Alaska de su capacidad de subsistir, y tenemos que detenerlo", sentenciaba Dunleavy.
Alaska se juega su futuro
La producción de petróleo crudo en Alaska no para de caer año tras año. El último dato disponible deja una producción de 430.000 barriles de petróleo por día en mayo de 2024, el nivel más bajo desde 1976, según los datos publicados por la Agencia de la Energía de EEUU (EIA). Sin petróleo, la economía de Alaska necesitaría cambiar radicalmente. Reinventarse o morir... o volver a apostarlo todo al petróleo para vivir de lo que lleva tantos años dando resultados positivos.
Alaska fue una de las joyas del petróleo en EEUU allá por los 90, pero unas regulaciones federales (cuidar el medio ambiente) más estrictas para extraer crudo, el agotamiento de los pozos abiertos en Alaska y una competencia feroz a nivel nacional (el fracking y el shale oil) e internacional (sobre todo Canadá y Arabia Saudí) han desplazado al petróleo crudo de Alaska poco a poco, poniendo en peligro la principal fuente de ingresos de un estado que no tiene impuestos (estatales) y que además entrega cada año un cheque a sus ciudadanos. Sin embargo, las petroleras y los ciudadanos de Alaska están dispuestos a luchar hasta el final para revertir este declive, impulsando el proyecto Willow.
Después de millones de dólares invertidos en exitosas operaciones de exploración y evaluación en el área de Willow, ConocoPhillips asegura que la zona tiene entre 450 y 800 millones de barriles equivalentes de petróleo. "La inversión y los beneficios que se obtendrán del proyecto Willow son significativos. La producción adicional de petróleo también ayudará a mantener económicamente viable una pieza clave de la infraestructura estadounidense, el Sistema de Oleoducto Trans-Alaska (TAPS). Se estima que la tasa de producción de Willow representa un aumento de aproximadamente el 20% con respecto al rendimiento actual de TAPS", aseguraba ConocoPhillips en un informe publicado sobre sus operaciones en la zona.
Resulta curioso que mientras países como China anuncian a 'bombo y platillo' descubrimientos de petróleo más pequeños, en EEUU se esté poniendo trabas a la extracción de un crudo ya descubierto, competitivo y, por tanto, potencialmente 'comerciable' en una zona como Alaska, que sin el petróleo podría enfrentarse a una caída de su actividad económica y población. El proyecto Willow podría bombear alrededor de 200.000 barriles diarios de crudo, incrementando casi en un 50% la producción actual de Alaska.
Una nueva batalla de Biden contra las petroleras
Al margen de la situación en Alaska, desde la industria están molestos con Biden debido a sus declaraciones respecto al futuro del sector, abogando por su desaparición en pro de energías menos nocivas para el medio ambiente. "La industria petrolera contamina significativamente", dijo el presidente al comienzo de su mandato. "Con el tiempo, hay que reemplazarla por energía renovable".
Los choques se acrecentaron a medida que los altos precios de la energía tras la invasión de Ucrania generaron ganancias extraordinarias. No es vano Abdullah Hassam portavoz de la Casa Blanca, defendió que "los últimos informes de ganancias dejan en claro que las compañías petroleras tienen todo lo que necesitan, incluyendo ganancias récord y miles de permisos no utilizados pero aprobados, para aumentar la producción, pero en lugar de eso están optando por invertir esas ganancias en llenar los bolsillos de ejecutivos y accionistas".
Sin embargo, las críticas se hicieron más explícitas cuando empezaron a tomarse medidas en particular la prohibición que realizó la Casa Blanca de nuevos proyectos de exportación de gas para que las petroleras y gasistas tuvieran que concentrarse en el mercado nacional, renunciando a otros más rentables y provocar así una caída de los precios. Todo esto Desde la misma Exxon cargaron entonces contra Biden alegando que "va en contra de sus propios planes pues acabará cayendo la producción y habrá menos gas natural en EEUU para reemplazar el carbón no solo de este país sino del mundo".
"Hoy estamos tomando medidas para proteger a EEUU y a la seguridad energética de nuestra nación, lograda con tanto esfuerzo, de este mandato gubernamental intrusivo"
Esta medida se tomó en enero e implicaba que no se otorgarían nuevos contratos sino que solo se podrían mantener lo que ya se tenían. Esto supuso un varapalo para las empresas del sector del gas y un cierto golpe para las petroleras. Estas se encontraron con que habían incrementado su capacidad de producción para exportar y, de golpe, esta vía se había cerrado por completo. "La decisión de la administración de congelar la revisión de nuevas terminales de GNL es profundamente inquietante y plantea riesgos significativos en todo el mundo", comentaba Marty Durbin, presidente del Instituto de Energía Global de la Cámara de Comercio de Estados Unidos. "Traiciona a nuestros aliados en un momento de inestabilidad geopolítica y podría ralentizar la transición energética".
Estas tensiones han llegado a su punto álgido este mismo mes de junio. Al margen de la demanda de Conoco, ya habían presentado tanto Exxon como Chevron. En el caso de estos dos titanes del crudo no se debía a la lejana Alaska sino a la legislación que obliga a los fabricantes a vender y producir más coches eléctricos hasta llegar al 56% entre 2030 y 2032. "Hoy estamos tomando medidas para proteger a los consumidores estadounidenses, a los trabajadores de la industria manufacturera de Estados Unidos y la seguridad energética de nuestra nación, lograda con tanto esfuerzo, de este mandato gubernamental intrusivo" defendía Ryan Meyers, vicepresidente del Instituto Americano del Petróleo (API) que vehicula el proceso.