Energía

El uso de agua desalada para los hogares duplica el coste al ciudadano

  • Producir un metro cúbico en una planta cuesta de media 0,56 euros
  • El consumo energético actual ronda los 3 kWh
Desaladora de Sagunt, en la provincia de Valencia. / Foto: EP.
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Desalar agua es mucho más caro que potabilizar agua dulce natural procedente de acuíferos, ríos o lagos. Según los datos de la Asociación Española de Desalación y Reutilización, producir agua desalada para el consumo humano cuesta de media 0,56 euros el metro cúbico. Según los últimos datos disponibles en la Estadística sobre el suministro y saneamiento del agua (año 2020) del INE, el coste unitario medio de España es de 1,92 euros cada metro cúbico, por tanto, el precio se duplicaría en el caso de que nuestro país emplease única y exclusivamente agua desalada.

Los agricultores también tienen que hacer frente a los costes del agua que varían en función de su origen. "Dependen de muchos factores, no hay un coste medio para regar las tierras a nivel nacional. De hecho, el precio puede variar desde los casi 40 céntimos por metro cúbico en el agua desalada hasta los tres o cinco céntimos para agua de origen superficial, aunque esto es solo en la toma, luego hay que sumarle otros costes", explican fuentes cercanas a la Federación Nacional de Comunidades de Regantes de España (Fenacore). Igual que sucede con el agua desalada para consumo humano, esta variación en el precio del líquido elemento cambia según los costes de la energía, de saneamiento, de infraestructura, de bombeo y de transporte, entre otros. "No es lo mismo abastecer a un campo que está cerca de un río que tomar el agua subterránea a centenares de metros de profundidad ", señala Fenacore.

En un informe elaborado por el presidente de la Asociación Española de Desalación y Reutilización (AEDyR), Domingo Zarzo, para Fedea, explica que el consumo energético de estas instalaciones en la actualidad está "en el entorno de 3 Kw-h por cada metro cúbico de agua producida". Es cierto que "ha ido reduciéndose" desde los valores superiores a 20 Kw-h cada metro cúbico que se empleaban en los años 60 del pasado siglo "gracias a las mejoras en la química y la configuración en las membranas y los sistemas de recuperación de energía residual de la salmuera", explica el experto en su tesis.
En este sentido, el jefe de Desalación de la Dirección de Ingeniería de Aqualia, Bartolomé Marín, dijo que, con ese coste energético, hacen falta "tres céntimos de euro para producir diez litros de agua".

El experto asegura que, aunque el precio se eleve un poco más "el consumidor no va a pagar precios desorbitados". Además, la alternativa al agua desalada "es no tener agua", aseguró Bartolomé Marín. El agua "es un bien necesario para los seres humanos en todos los sentidos", reiteró. Además, recalcó que es una solución más sostenible que emplear agua embotellada. Sólo producir una garrafa de cinco litros cuesta lo mismo que desalar 1.000, sumado al impacto que la garrafa genera por el uso de plásticos.

La evolución del coste del agua ha sido muy distinta estos últimos años y, aunque ahora se aprecia un ligero descenso, "la campaña de regadío de 2022 fue desoladora", dicen desde la Fenacore. Además, agregan que "el incremento de los costes energéticos ha elevado el coste del agua entre un 120% y un 150% y la guerra de Ucrania también elevó los costes de la energía casi un 300%".

El proceso

La desalación del agua es un proceso que requiere de la instalación de una planta desaladora. En líneas generales, todas las plantas funcionan igual, aunque al mismo tiempo todas tienen sus peculiaridades "ya que dependen de factores muy locales como son el entorno geográfico y geológico, la calidad del agua de entrada y de salida y la capacidad de producción", explica el geógrafo Samuel Biener de Meteored.

Aunque, sea como sea esa planta, hay algo que todas necesitan: una fuente de energía constante. "Antes suponía un problema por el alto coste energético que conllevaba desalar agua, hoy en día no es un problema", explicó Bartolomé Marín. Actualmente, la energía solar es el fiel aliado de las plantas desalinizadoras, la mayoría de proyectos cuenta ya o con placas solares propias o con estaciones fotovoltaicas cercanas a las que conectarse.

Por tanto, la tecnología que emplean las plantas desaladoras es la ósmosis inversa. "Es lo que permite producir aguas de gran calidad", aseguran desde Aqualia. La infraestructura cuenta con obras de toma y de vertido de agua. La obtención del agua de mar se impulsa a través del bombeo hasta la planta desaladora en donde se le aplica un pretratamiento.

Este proceso empieza por una decantación y luego se elimina la carga biológica del agua a través de una desinfección. Posteriormente, pasa un proceso de filtración intenso por etapas, para eliminar los materiales en suspensión. "El sistema de pretratamiento es un factor clave para un adecuado funcionamiento de la planta desaladora", asegura Samuel Biener.

Una vez se ha pretratado el agua es cuando comienza el proceso de la ósmosis inversa mediante unas membranas que están dispuestas en unos bastidores. Aquí se obtienen dos flujos: agua desalada y agua con salmuera, que es la que lleva mayo concentración de sales que el agua en bruto. Esta última se pasa al circuito de vertido. Eso sí, previamente diluida y a través de emisarios difusores para no generar impacto medioambiental.

Posteriormente, dependiendo del uso que se le vaya a dar a ese agua (agrario, industrial o consumo humano) se le da una segunda etapa de ósmosis.

Cuando el agua ya está desalada, se traslada a un depósito, por gravedad o por impulso de bombeo, para ser tratada correctamente de acuerdo a su uso. "En ocasiones puede ser desmineralizada para mejorar su calidad para el consumo humano, cumpliendo siempre con las normativas sanitarias vigentes", explica Biener.

En este punto, el agua desalada ya está lista para ser distribuida por la red de abastecimiento y que llegue a los hogares, los campos y al sector industrial.

Tal y como explicó Bartolomé Marín, "cada vez vamos a depender más de las desalinizadoras". Los datos hablan por sí mismos: las Cuencas Internas de Cataluña están a un 15,6% de su capacidad, la Mediterránea Andaluza y la del Segura al 18%, las del Guadalquivir al 21% y la de Guadalete-Barbate a poco más del 14%. Estas zonas son las más complicadas ahora mismo en el país. El índice de precipitación estandarizado (SPI), que se encarga de cuantificar el déficit de precipitación caída a los largo de un año hidrológico, se sitúa por debajo de 1 en estas cuencas. Incluso en la zona de la costa de Murcia, Alicante e Ibiza tienen un índice de -4, es decir, seco.

"Tendría que estar lloviendo un mes para que se recuperen los embalses", afirman desde la Federación. La Ley de Aguas establece prioridades de uso y destaca el abastecimiento como prioritario, sin embargo, "cuando llega la sequía aunque el regadío sea el segundo usuario del agua en prioridad, en la práctica es el primero en sufrir restricciones. Esto es una pena porque el regadío genera un gran valor añadido en el territorio. España es la huerta de Europa".

Los datos del INE revelan que en el bienio de 2018 a 2020 el consumo de los hogares por habitante y día fue de 133 litros. Por su parte, las comunidades autónomas con mayor consumo por hogar se dieron en Cantabria (165 litros por habitante y día), Comunitat Valenciana (157) y Región de Murcia (150). En Cataluña se registraron 124 litros por habitante y día.

En Cataluña hay dos desalinizadoras que permiten aportar 80 hm cúbicos al año de agua potable, el equivalente a todo el agua que consume el área metropolitana de Barcelona en cuatro meses. Ante esto, el Gobierno y la Generalitat acordaron desbloquear la ampliación de la planta de La Tordera para 2028 y construirán una nueva en Foix para 2029 financiada a través de los fondos NextGeneration.

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