Energía

Marruecos y Nigeria recuperan el sueño de la gran interconexión gasista con Europa

  • Ambos países se reunen para impulsar la decisión final de inversión
  • El proyecto supone una inversión superior a los 25.000 millones
  • El gasoductor tendría un recorrido de 7.000 kilómetros
Un gasoducto

Marruecos ha pisado el acelerador para impulsar la faraónica interconexión gasista desde Nigeria hasta Europa. En un intento de acelerar el proceso para lograr la Decisión Final de Inversión (FID), que supondrá más de 25.000 millones, ambos gobiernos han intensificado sus contactos con la vista puesta en acelerar esta vía, ya que Nigeria contaba con un plan B a través de Níger para llevar su gas hasta Argelia.

El pasado 24 de enero, en paralelo a una reunión entre el Ministro nigeriano de Recursos Petrolíferos, Ekperikpe Ekpo, y la Ministra marroquí de Transición Energética, Leila Benali, se produjo un encuentro entre el Vicepresidente Ejecutivo de Gas, Energía y Nuevas Energías de NNPC, Olalekan Ogunleye, y la Directora General de la Oficina Nacional de Hidrocarburos y Minas de Marruecos (ONHYM), Amina Benkhadra.

Las conversaciones se centraron en cómo impulsar la asociación entre los dos países para acelerar el proyecto del gasoducto Nigeria-Marruecos, en línea con la serie de Memorandos de Entendimiento (MoU) firmados entre los dos países en Abuja en 2022.

Ambas partes hicieron hincapié en la importancia estratégica del proyecto para todo el continente africano, así como en la necesidad de llevarlo a término rápidamente, en consonancia con el objetivo de frenar la pobreza energética en África.

Nigeria otorgó en 2022 un contrato a Worley para el diseño de la ingeniería principal del posible gasoducto Nigeria-Marruecos (NMGP). Cuando esté terminado, la conexión Nigeria-Marruecos tendrá más de 7.000 kilómetros de longitud y se convertirá en el gasoducto marítimo más largo del mundo y el segundo más largo del mundo.

El proyecto Nigeria Marruecos tiene una longitud submarina de 5.660 km y otros 1.700 kilómetros de recorrido terrestre. El gasoducto submarino conectaría varios países del Golfo de Guinea y la costa atlántica: Nigeria, Benín, Togo, Ghana, Costa de Marfil, Liberia, Sierra Leona, Guinea, Guinea-Bisáu, Gambia, Senegal, Mauritania, el Sáhara Occidental y Marruecos. El tubo se extendería desde el gasoducto de África occidental y bordearía toda la línea continental. Posteriormente, Marruecos construiría la red que atraviesa su país hasta la conexión con España, desde donde se distribuiría el gas al resto de Europa.

Nigeria ha mantenido ya conversaciones con Naturgy sobre esta conexión. La relación comercial que une a la gasista española con Nigeria LNG, la principal compañía del país, y los históricos acuerdos de ambas han convertido al país africano en uno de los principales proveedores de gas para la compañía española.

Europa mira a África

La Unión Europea ha puesto la mirada en África para acelerar la sustitución del gas ruso. Los grandes descubrimientos de recursos del continente durante la última década ofrecen una oportunidad para que el gas pueda desempeñar un papel más importante en el sistema energético de África, pero también para las exportaciones.

Según la Agencia Internacional de la Energía, hasta la fecha se han descubierto en África más de 5.000 bcm de gas natural que aún no han sido aprobados para su desarrollo. Estos recursos podrían proporcionar 90.000 millones de metros cúbicos más de gas al año de aquí a 2030, lo que equivaldría aproximadamente a un consumo de 166 años de España y un volumen suficiente para convertirse en un actor clave para el abandono del gas ruso en el año 2027.

La Comisión Europea afronta el gran dilema de la transición energética: la dependencia actual del gas y los planes de descarbonización generan un círculo vicioso que provoca que las inversiones necesarias para afrontar el escenario geopolítico actual estén en duda por la imposibilidad de lograr los retornos adecuados en los plazos en los que se estima que se va a producir la descarbonización.

A este punto se suma la decisión del Consejo Europeo de abandonar la financiación de proyectos de gas, lo que obliga, en muchos casos, a camuflarlos como futuros proyectos de hidrógeno.

En este escenario, África puede convertirse en la gran solución del problema europeo, ya que las inversiones pueden lograr un doble impacto. Por un lado, reducir la dependencia del gas ruso y por otro a sustituir el uso de productos petrolíferos al tiempo que se responde a un crecimiento de la demanda interna.

África mantiene todavía en estos momentos a 572 millones de personas sin acceso a la electricidad y el acceso a estos recursos naturales puede facilitarles competir con Estados Unidos -que se ha convertido en el mayor exportador de GNL del mundo-, Qatar o Azerbaiyán.

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