
Hace unos días se publicó lo siguiente: Argentina logra en septiembre un récord de producción de petróleo gracias al impulso de la gigantesca formación de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, en el suroeste del país, informaron este martes fuentes oficiales. Sin embargo, esta semana la noticia es que los argentinos son incapaces de repostar porque no hay gasolina suficiente en el país. ¿Cómo puede ser que un país rico en petróleo y refino se quede sin gasolina para sus ciudadanos? La respuesta en sencilla: control de precios y barril criollo.
Los conductores argentinos llevan varios días enfrentándose al desafío de encontrar algo de gasolina para llenar sus tanques en medio de la escasez de combustible más aguda en años, que ha dejado a muchas estaciones de servicio sin suministro y largas filas de coches en las estaciones.
El país sudamericano, un importante productor de petróleo y gas de esquisto (en España se recuerda bien la nacionalización de YPF), está sufriendo una escasez histórica de gasolina y diésel desde finales de la semana pasada. De forma oficial, las empresas petroleras y las estaciones de servicios aseguran que esto se debe a los problemas internos de refino y a que la falta de dólares que han retrasado las importaciones de ciertos componentes clave para producir gasolina o diésel.
Sin embargo, cada vez son más los expertos y analistas del mercado que culpan de forma directa al control de precios ejercido por el Gobierno peronista en los últimos meses (con objetivos claramente electoralistas) para mantener el precio de la gasolina casi congelado en un país que sufre una inflación que supera el 100% anual.
El gobierno de Argentina tiene fijado un precio local para el barril de petróleo (conocido popularmente como barril criollo) en 56 dólares, muy por debajo del precio internacional de alrededor de 86 dólares. Con esta medida, el Gobierno de Argentina fuerza a los productores de petróleo a vender el crudo a las refinerías locales a un precio que está muy por debajo del mercado. ¿Cuál es el resultado? Los productores de petróleo argentinos prefieren exportar su crudo y obtener los 86 dólares por barril, dejando sin petróleo y combustible a los argentinos.
Por otro lado, el Gobierno de Argentina también decidió congelar el precio de la gasolina a mediados de agosto, un límite que se debe mantener hasta este 31 de octubre. Además, estos combustibles se encuentran dentro del programa conocido como de 'Precios Justos' desde el año 2022, lo que viene forzando a las estaciones de servicio argentinas a subir el precio de la gasolina y el diésel menos que la inflación. Con una gasolina y diésel mucho más barata en términos relativos, los argentinos han aprovechado para comprar grandes cantidades de estos combustibles, lo que también ha podido contribuir al desequilibrio.
Durante el fin de semana, el ministro de Economía, Massa, pidió a las compañías petroleras resolver la crisis de suministro interno antes del final del martes o el gobierno detendría los envíos de exportación de petróleo crudo desde la enorme formación de esquisto de Vaca Muerta. "Voy a defender el abastecimiento interno, voy a defender el consumo de los argentinos", afirmó.
El 27 de octubre, la secretaria de Energía, Flavia Royon, llegó a un acuerdo con las cuatro grandes refinerías para importar 10 buques cisterna con suministros y poner fin a la escasez. Mientras que Argentina exporta petróleo, el Gobierno se ve obligado a importar crudo extranjero por la escasez que han generado sus controles de precios.
Récord de producción de petróleo
Y es que, precisamente, lo más curioso es que todo esto sucede cuando Argentina está produciendo la mayor cantidad de petróleo de su historia, generando una situación paradójica en los mercados internos de combustible: escasez de combustibles en el momento más dulce para el petróleo argentino.
Según datos de la Secretaría de Energía de Argentina, el mes pasado se verificó un nuevo récord para el conjunto de la producción mensual de petróleo del país, con 645.500 barriles diarios, lo que representa un incremento del 2,3 % respecto de agosto, y un aumento del 7% en relación al mismo mes de 2022.
No obstante, este tipo de situaciones no son nuevas ni extrañas. Existen multitud de ejemplos en los que el establecimiento de un control de precios ha terminado provocando desabastecimiento. Nadie quiere trabajar gratis o a pérdidas. Los precios asignan recursos y generan incentivos o desincentivos en una economía. La intervención para controlar la formación de precios puede acabar distorsionando estos incentivos y generando situaciones curiosas como esta de Argentina.