La ingeniera química Joana Frontela ha sido investigadora en el CSIC y actualmente es responsable del Centro de Investigación de Cepsa, una compañía a la que lleva vinculada más de tres décadas. Después de su reciente reorganización, en línea con la nueva estrategia hasta 2030 de la compañía, conocida como Positive Motion, la directora del centro explica a elEconomista.es en qué consistirán las cuatro grandes áreas sobre las que giran las investigaciones del equipo que lidera.
P. ¿Qué ha supuesto para el centro la presentación de la nueva estrategia de la compañía?
R. A raíz de la publicación de la estrategia Positive Motion, el centro como compañero inseparable de la innovación, porque al final la innovación es lo que nos llevará a una transición energética, se ha reorganizado. Pero no solo el centro, sino también el i+D, porque el centro pertenece a la dirección de investigación y desarrollo de la compañía. Ahora contamos con cuatro nuevos departamentos para cubrir todo el área de proyectos, que son: el departamento de transición energética, el departamento de excelencia operativa, el departamento de análisis avanzados y el departamento de química fundamental, que gana especial importancia porque nos enfrentamos a alimentaciones nuevas, moléculas nuevas... el centro era experto en procesar petróleo, pero actualmente deja de ser el único, tenemos que convivir con biomasa y residuos, y hay que conocer la química de los nuevos productos y de los nuevos procesos donde tienen que cohabitar estos componentes.
"Tenemos otro proyecto enfocado en la sostenibilidad, que consiste en hacer productos químicos circulares a partir de residuos comunes"
P. Con esto, ¿han dejado atrás el análisis de distintos crudos para las refinerías?
R. Al contrario, de hecho con el conflicto entre Rusia y Ucrania ha cobrado más importancia incluso. En el centro lo que tenemos son plantas piloto que nos permiten reproducir el 90% de los procesos de los conocidos como energy parks, entre ellos la destilación, que es la entrada a la refinería. Para buscar alternativas a crudos que se vetan en el mundo, como lo que está pasando ahora con el crudo procedente de Rusia, pero que anteriormente ha pasado con Irán, Irak, México... Al fin y al cabo, el centro de investigación lo que hace es buscar alternativas que nos permitan seguir funcionar, ya que de otra manera la empresa tendría que parar su actividad.
P. ¿Cuántos tipos de crudo trabajan actualmente?
R. Trabajamos más de 30 tipos de crudo, destilamos crudos argelinos, africanos, de oriente próximo, de sudamérica... en el caso del crudo ruso, este no es principal, incluso diría que llega a ser casi marginal, pero desde el inicio del conflicto no lo procesamos, se paralizó todo.
P. ¿Cuenta el centro con algún proyecto 'bandera'?
R. Hace 15 años Cepsa se anticipó a lo que iba a ser la legislación en biocombustibles y apostó por que en el centro se generara el conocimiento que nos permitiera aplicarlo a posteriori en los energy parks. Empezamos en 2005 a trabajar en la producción de biocombustibles y autorizó la realización de pruebas industriales de 2007 a 2009. Así pues, desde 2011 es algo que se hace de forma continua en las refinerías de la empresa. Queremos hacer esto mismo, pero de cara al futuro. Un gran área de proyectos es el desarrollo de biocombustibles avanzados, que son combustibles que se producen a partir de biomasa de segunda generación, es decir, residuos forestales, residuos de poda, de grasas animales que no compiten con alimentación... de esta manera buscamos también que el mundo rural valorice residuos que antes quemaban, enterraban, etcétera. Tenemos otro proyecto enfocado en la sostenibilidad, que consiste en hacer productos químicos circulares a partir de residuos comunes (neumáticos, plásticos...).
"Con el fin de ser más ágiles estamos introduciendo también la parte digital, como la robotización de tareas"
P. ¿Dentro del escenario de transición energética tienen presente al hidrógeno?
R. Tenemos muy presente tanto el hidrógeno como las moléculas que actúen como portadoras de hidrógeno. En el centro tenemos dos electrolizadores, nos alimentamos con hidrógeno renovable. Sin embargo, es cierto que la eficiencia del proceso de electrolisis no es perfecta. Nuestra investigación ha de ir por ese camino. Como este tema se sale de nuestro mundo, necesitamos apoyo externo.
P. Para llegar a todos estos proyectos, será necesario invertir en nuevos instrumentos, ¿verdad?
R. Ahora con la biomasa, los residuos, líquidos de conversión nos enfrentamos a moléculas que conocemos poco y los equipos que tenemos no siempre funcionan. El año pasado ya comenzamos el camino por adelantarnos a lo que era evidente que iba a venir y queremos reforzar la inversión en el centro para la adquisición de nuevos equipos. Con el fin de ser más ágiles estamos introduciendo también la parte digital, como la robotización de tareas o la incorporación de una nube y aprendiendo metodologías que nos permitan optimizar tiempos y no repetirnos con experimentos.
P. ¿La reestructuración del centro ha creado la necesidad de llevar a cabo más contrataciones?
R. Desde luego. A parte de la contratación de doctores, ha requerido la necesidad de contratar un asesor científico, Avelino Corma, muy reconocido a nivel tanto nacional como internacional. Tiene magníficos conocimientos sobre el sector de la energía y creemos que nos va a aportar muchísimo en esta transición. Además de esto, el centro ya de por sí cuenta con 80 trabajadores, a parte de la población flotante por gente que está elaborando sus tesis doctorales en el centro, ya que tenemos convenios con distintas universidades, algo que prevemos reforzar, ya que con los cambios que estamos haciendo hay muchas áreas que se salen de nuestro área de confort y necesitamos de colaboraciones, alianzas, socios que nos iluminen en estos aspectos a los que no llegamos al 100%.