
Otra crisis está más cerca que nunca pero esta vez los papeles se han invertido. Esta vez es Alemania quién pide ayuda a Grecia o España. El plan que la Comisión Europea presentó esta semana para reducir el consumo de gas ruso ante un más que posible corte del suministro no gustó nada a buena parte de los socios europeos de la periferia, sobre todo los del sur, que como España, han criticado que Bruselas no les había consultado y se manifestaron abiertamente en contra. El plan, que implica la posibilidad de obligar a los Veintisiete a recortar un 15% el consumo de gas, puede llegar casi sin opción alguna a la reunión de ministros de Energía del próximo martes.
De hecho, en público, Alemania se ha quedado casi sola (solo Países Bajos, Dinamarca y Luxemburgo se han alineado) defendiendo el texto de de la Comisión. "La solidaridad europea debe regir para todos", dijo el canciller alemán, Olaf Scholz, quien defiende que la propuesta de la Comisión es "correcta". El motor económico de la Unión Europea es uno de los más vulnerables a un eventual corte del gas ruso y de hecho, su economía ya está sufriendo con fuerza el aumento del coste de este combustible y el chantaje de Putin.
Si cae Alemania caemos todos
Bruselas y Berlín están más que alineados en este debate. El argumento que esgrimen ambas capitales es dicho llanamente que, si cae Alemania, caemos todos. "Ninguno de nosotros debería cometer el error de creer que solo hay un estado afectado. Lo que puede empezar en el sector energético, puede convertirse en un problema económico y no es del interés de nadie tener que enfrentarnos a las consecuencias de que la economía alemana tenga dificultades", reflexionó el portavoz de la Comisión, Eric Mamer.
El malestar por un plan que para muchos parece diseñado por y para Alemania es evidente en la periferia europea y esta vez los gobiernos no se han escondido. España, por boca de la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, fue la primera en alzar la voz. "A diferencia de otros países, los españoles no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades desde el punto de vista energético", dijo con contundencia la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, que considera el recorte obligatorio del 15% un "sacrificio desproporcionado".
El tono y el debate abierto resuena a la anterior crisis, cuando era el norte europeo quien reprochaba al sur sus excesos. Sin embargo, ahora es el sur quién puede reprochar al norte su exceso de dependencia de Putin. Portugal ha calificado el texto de Bruselas de "inaceptable". Para Grecia tampoco: "Ahora mismo estamos preparados, tenemos la infraestructura necesaria para asegurar el suministro de gas incluso ante el escenario más adverso", dijo el ministro de Energía Kostas Skrekas. Chipre, Polonia o Hungría también se han manifestado en contra e Italia, inmersa en una grave crisis interna también.
Debate el próximo martes
Quien no se ha pronunciado es Francia, tradicional aliado de Berlín a la hora de conseguir grandes consensos europeos. El presidente francés, Emmanuel Macron, ya ha autorizado usar las centrales nucleares más de lo habitual este verano aunque la temperatura del agua suba más de lo que la ley permite, y el senado ha aprobado la construcción de una nueva terminal para recibir gas natural licuado americano en Le Havre que ha desatado la oposición de los ecologistas.
El debate de ministros de Energía del próximo martes, pues, se anticipa intenso. Si Alemania consigue convencer a Francia e Italia, todavía tiene opciones de sacar adelante la propuesta, pero previsiblemente tendrá que hacer concesiones al bloque opositor liderado por España, que previsiblemente llegará a la reunión con nuevas propuestas y alianzas.