
En 1987, las Naciones Unidas pusieron por primera vez el foco sobre el término sostenibilidad. La publicación en dicho año del llamado Informe Brundtland incorporó el medio ambiente a la agenda política y fijó la definición más conocida de desarrollo sostenible, aquel que "satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de hacer frente a las suyas". El documento sirvió de base para elaborar el primer programa de desarrollo sostenible, la Agenda 21, cuya misión sigue hoy vigente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por la ONU en 2015.
La adopción, ese mismo año, del Acuerdo de París, un tratado internacional sobre cambio climático jurídicamente vinculante, supuso la confirmación definitiva de que la sostenibilidad, lejos de ser opcional, constituye la condición sine qua non para garantizar cualquier futuro. El mes pasado, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) señaló en su último informe que el objetivo de limitar el aumento global de las temperaturas a 1,5 °C respecto de la etapa preindustrial -e incluso a 2 °C- será inalcanzable "a menos que las emisiones de gases de efecto invernadero se reduzcan de manera inmediata, rápida y a gran escala".
Todo ello ha contribuido a elevar notablemente el grado de concienciación -y de exigencia- de ciudadanos, poderes públicos y empresas. En este último caso, la sostenibilidad funciona al mismo tiempo como un requisito para operar, lograr la aceptación del público y obtener buenos resultados, y como garantía de un desempeño económico satisfactorio. Los criterios ESG (ambiental, social y de gobernanza, por sus siglas en inglés) cada vez pesan más en la valoración del rendimiento de cualquier compañía.
El énfasis en la sostenibilidad se ha convertido en un elemento fundamental de los mercados de capitales. Así, por ejemplo, Principles for Responsible Investment (PRI) -la red internacional de inversores respaldada por Naciones Unidas y creada en 2006- cuenta hoy con más de 4.000 miembros, que representan más de la mitad de los fondos institucionales de todo el mundo, con más de 100 billones de dólares de activos bajo gestión.
El 49% de las empresas del Ibex 35 tiene establecidos objetivos de sostenibilidad cuantificables
La última Encuesta de Financiación e Inversión Sostenible del banco HSBC prueba que la pandemia ha acelerado esta tendencia. Más del 90% de los 2.000 emisores e inversores sondeados por HSBC consideran importantes o muy importantes los criterios ESG. Entre los inversores europeos, el 79% cree que las cuestiones ambientales y sociales son importantes o muy importantes.
En su carta anual a CEO del pasado enero, Larry Fink, CEO de BlackRock -la mayor gestora de activos del mundo- afirmaba directamente que el "riesgo climático es un riesgo de inversión. Pero también creemos que la transición climática presenta una oportunidad de inversión histórica". No en vano, en su informe bienal de 2020, la Global Sustainable Investment Alliance (GSIA), una organización que promueve las inversiones sostenibles, indica que los activos sostenibles bajo gestión en todo el mundo totalizaron 35,3 billones de dólares el año pasado: un incremento del 15% respecto a 2018. Los activos sostenibles son, por tanto, el 36% del total gestionado por profesionales.
Empresas comprometidas
Todo ello ha motivado que las empresas confieran cada vez más importancia a la sostenibilidad en sus planes corporativos. En el caso de las grandes cotizadas, el progreso es claro. Como indica el informe anual sobre el estado del reporte no financiero en España de 2020, a cargo de la Red Española del Pacto Mundial, el 49% de las empresas del Ibex 35 tiene establecidos objetivos de sostenibilidad cuantificables. En 2019, la proporción era el 20%. Según el informe, un 97% de las empresas del índice ya manifiesta su compromiso con los ODS y el 71% lo hace a través de la alta dirección.
Sin embargo, existen herramientas más precisas para evaluar el grado efectivo de compromiso de una empresa: los índices de sostenibilidad. Así, selectivos como el Dow Jones Sustainability Index (DJSI) o el FTSE4Good Index encabezan una lista creciente de indicadores bursátiles -más de 37.000- que incluyen solamente a aquellas compañías que sobresalen por su desempeño ESG, además de por factores puramente económicos.
Además de ofrecer una radiografía ajustada del rendimiento ESG, estos índices constituyen también una referencia para comparar carteras y como guía de inversión de fondos o ETF centrados en activos sostenibles.
¿Cómo seleccionan estos índices a sus integrantes? "Existen dos grandes bloques de índices sostenibles -explica Ángel Fraile, director de Planificación de Sostenibilidad y Gestión de Grupos de Interés de Endesa-: aquellos que toman información pública y tienen muy poco contraste con la compañía y los que cotejan la información con la empresa de que se trate. Dentro de estos últimos, algunos elaboran un perfil basado en la información pública, que luego contrastan con la propia compañía, y otros que, como el Dow Jones, envían un cuestionario que debe completar la empresa".
La energética conoce el terreno de primera mano. De hecho, la apuesta por la sostenibilidad de Endesa ha sido reconocida de manera generalizada y positiva por parte de los principales índices mundiales. Así, VigeoEiris sitúa a Endesa en la primera posición del ranking sectorial y el ranking global con 76 puntos, igualada con su matriz, Enel; Endesa es asimismo séptima de las empresas eléctricas de la familia completa del S&P DJSI y quinta del DJSI World; para FTSE, la compañía es líder mundial, junto con Enel, de las eléctricas; Sustainalytics (Morningstar) la clasifica en el puesto 14 de 256 en utilities eléctricas y 44 sobre 574 en el conjunto de empresas utilities; para CDP, Endesa es líder absoluto; MSCI le asigna un rating AA; y la eléctrica es una de las 100 empresas globales incluidas también en el Bloomberg Gender Equality Index. Endesa es asimismo líder del Ranking ESG de elEconomista, una clasificación creada en base a un algoritmo que combina las notas que le otorgan S&P Global, Sustainalytics, ISS, CDP y Bloomberg.

"Al final los índices son una mezcla de lo que hagas y cómo lo cuentes. Respecto a qué hacemos nosotros, nuestros planes cada vez son más ambiciosos, tenemos una visión de sostenibilidad superintegrada en el negocio. Eso hace que abarque no solo la parte más estrictamente de orientación estratégica -apuesta por renovables, apuesta por nuevo modelo energético-, sino también otros elementos como control de cadena de suministro, buen gobierno, gestión de personas...", añade Ángel Fraile.
La compañía ha ido elevando el nivel de ambición en sus objetivos de sostenibilidad y recortando al mismo los plazos para alcanzarlos. Así, por ejemplo, el último plan estratégico prevé una reducción a 2030 del 80% de las emisiones específicas de CO2 respecto del año base (2017). El año pasado, el objetivo marcado era del 70%. Entre 2020 y 2023, Endesa plantea un aumento del 50% de su capacidad renovable, desde 8.000 a 11.600 megavatios (MW). Su inversión en energías limpias asciende a 3.300 millones en tres años. Con el horizonte 2030, la compañía prevé invertir 25.000 millones de euros, de los que un 40% se destinaría a renovables, hasta un total de 18.000 MW, elevando el porcentaje de producción libre de emisiones hasta el 80%. "Estamos en una idea de mejora continua, eso hace que luego, a la hora de contarlo, sea más fácil que los índices acaben reconociéndolo", apunta Fraile.
La compañía destaca igualmente por sus planes de transición justa para el cierre de las centrales térmicas que lleva aparejada la estrategia de descarbonización. Como apunta Ángel Fraile, "con estos planes intentamos buscar una solución de futuro para los entornos donde estábamos realizando esa actividad, bien a través del despliegue de capacidad renovable, bien por desarrollar nueva capacidad industrial", lo que incluye capacitar a las personas para que puedan adaptarse a las nuevas tecnologías.
La buena nota en sostenibilidad tiene el beneficio añadido de facilitar el acceso a la financiación necesaria para dar cumplimiento al plan estratégico. Hoy Endesa es la compañía con el coste medio de la deuda más bajo entre sus peers europeos -en torno al 1,7%-, que prevén que siga bajando a corto plazo. El grupo se ha fijado el objetivo de que en el 60% de deuda tenga clausulado de sostenibilidad en 2023; actualmente van ya camino del 50%.