
La unión de Unicaja y Liberbank convertiría al grupo resultante en el sexto mayor banco del país, ocupando el puesto que dejó el Banco Popular tras su resolución y que, automáticamente, conquistó Bankinter. Los analistas aseguran que para que la operación sea rentable sería necesario hacer unos ajustes cuyo coste ascendería a 889 millones de euros. Esta reestructuración permitiría al nuevo banco alcanzar una reducción de costes de en torno a 88 millones en el primer año, 167 millones en el segundo año y hasta 198 millones a tres años. Las sinergias serían mayores que las logradas por Bankia tras la absorción de BMN. En este caso se estiman unos ahorros de costes conjuntos de 155 millones de euros tres años después de la operación, es decir, en 2020.
La redistribución de gastos para la reestructuración, según Credit Suisse, sería por un lado de 389 millones de euros destinados a para reducir la estructura de la red bancaria. Esto englobaría un ajuste de personal, oficinas y servicios centrales, entre otros aspectos. La otra parte de los costes, en torno a 500 millones se destinarían a sanear el balance de Liberbank, lo que implicaría mayores provisiones para los activos improductivos.

La futurible fusión tiene una gran ventaja estratégica a nivel geográfico. Ambos bancos se complementan bien a nivel de regiones. Mientras Unicaja tiene una mayor cuota de mercado en Andalucía y Castilla y León (ésta última, por la absorción de EspañaDuero), Liberbank compite en presencia en Asturias, Cantabria, Extremadura y Castilla-La Mancha. La unión de fuerzas haría un banco líder a nivel de cuota de mercado en Asturias, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León. En Cantabria, el nuevo banco competiría en igualdad de condiciones con el Santander, puesto que ambos tendrían respectivamente una cuota de mercado del 30%. En Andalucía, sin embargo, la parte del pastel que arrastrarían sería del 19%, por debajo del 26% que tiene CaixaBank.
Esta complementariedad geográfica significa que las duplicidades sólo se darían en un 10% de las oficinas. Por tanto, esto supone que el banco nuevo debería recortar en torno a unas 233 sucursales para evitar esta duplicación de actividad. La mayoría se recortarían en Madrid. La capital sufriría un ajuste de 80 oficinas; Extremadura, de 52; Castilla-La Mancha, de 51, Andalucía, de 22 y además se reducirían 17 oficinas más en el resto de regiones, según los analistas.
La sexta mayor entidad
La fusión colocaría al nuevo banco como el sexto mayor de España, no sólo a nivel de activos, sino también en créditos y depósitos. Concretamente, el volumen de activos alcanzaría los 96.000 millones, de los que el grupo andaluz aporta 56.843 millones, casi el 60%. En lo que respecta a la cartera crediticia, la entidad resultante alcanzaría los 51.000 millones de euros, lo que supondría una cuota de mercado de en torno al 4%, mismo porcentaje que Bankinter. Finalmente, en lo relativo a los depósitos, la entidad fusionada lograría una cuota de mercado de 5%, situándose entre el 8% que acapara Sabadell y el 3% de Bankinter.