
Con la temporada de huracanes ya en marcha en Estados Unidos, donde también incendios forestales, tornados, inundaciones e incluso las erupciones volcánicas acaparan últimamente los titulares, muchos inversores institucionales comienzan a interesarse sobre el efecto que estos eventos tienen en los beneficios de las empresas patrias. Para responder a esta pregunta, S&P Global Ratings ha colaborado con Resilience Economics, una consultora de riesgos meteorológicos, para determinar el impacto material que este tipo de eventos tienen en los componentes del S&P 500.
Los expertos de ambas entidades han revisado las transcripciones de las conferencias para presentar resultados de las compañías del S&P 500 durante un año (abril de 2017 hasta abril de 2018) para identificar si realmente este tipo de inclemencias hacen mella de forma sostenida en los beneficios de las compañías patrias. Eso sí, el analisis excluye al sector financiero, donde se acomodan las aseguradoras. Según las conclusiones del informe liderado por Jessica Williams, Michael T. Ferguson, Miroslav Petkov y Michael Wilkins, "el cambio climático continuará incrementando la incidencia de eventos meteorológicos agudos, que pueden provocar un mayor impacto en las cuentas de las empresas".
En este sentido, se pone de manifiesto como en el año fiscal 2017 un total de 73 componentes (15%) del S&P 500 dieron a conocer públicamente los efectos en sus beneficios de algún tipo de catástrofe o inclemencia meteorológica. Sin embargo, sólo 18 compañías (4%) cuantificaron este hecho. Aunque la muestra es reducida, las empresas que lograron cuantificar este impacto registraron una caída media del 6% en sus beneficios, una cifra "significativa" para los autores del análisis.
"El riesgo climático es un tema que se aborda frecuente entre los consejeros delegados de las empresas que cotizan en bolsa mientras que los equipos de gestión se muestran cada vez más comprometidos por entender y mitigar el impacto de los riesgos meteorológicos", resalta el documento. De hecho, cuantificar e identificar los riesgos climáticos tendrá consecuencias de gran calado para las empresas. Por ejemplo, los inversores institucionales podrían comenzar a tener en cuenta estos factores de riesgo a la hora de posicionar sus activos.
Aún así, cuantificar el impacto de las inclemencias meteorológicas no es sencillo. En el caso de las aerolíneas el coste de los retrasos puede ser complejo, ya que depende de la ubicación, la hora, la clase de avión y el valor del tiempo del pasajero. Según la Administración Federal de Aviación, el coste para las aerolíneas de una hora de retraso suele oscilar entre 1.400 dólares y 4.500 dólares. Si a ello se incluye el valor del tiempo del pasajero, se podría sumar entre 35 y 63 dólares adicionales por hora por cada persona a bordo.
Las causas principales de estos retrasos están provocadas por inclemencias meteorológicas. Sin embargo, sus efectos en los ingresos estas compañías son difíciles de medir ya que cualquier desviación de lo que se considere un clima óptimo puede provocar demandas, reparaciones y mantenimiento así como reembolsos.
Dicho esto, el impacto del clima y los fenómenos meteorológicos severos sobre los beneficios de las empresas, así como sobre sus calificaciones crediticias, es significativo, según reiteran desde S&P Global donde advierte que "si no se mitiga, el impacto podría aumentar con el tiempo a medida que el cambio climático hace que los eventos climáticos severos sean más frecuentes".