Omar Lugo
Río de Janeiro, 28 sep (EFECOM).- La incertidumbre en el suministro de gas natural boliviano hará a Brasil escarbar en su propio suelo en busca del combustible para dejar atrás una dependencia que hoy tiene altos costos políticos y económicos.
En la última década y a tono con una fiebre mundial, la principal economía latinoamericana cuadruplicó la participación del gas en su oferta de energía interna, hasta 8,9 por ciento, según datos oficiales.
Esa diversificación le ha ayudado a enfrentar el alza mundial de precios del petróleo, al sustituir el uso de residuales en plantas termo-eléctricas y parte del consumo de gasolina y diesel.
Pero hoy Brasil parece rehén de su propio éxito y, a menos que diversifique aceleradamente las fuentes de suministro de gas, dentro de pocos años tendrá nuevos problemas, según los especialistas.
Bolivia abastece la mitad del mercado brasileño y el 60 por ciento del consumo del industrializado estado de Sao Paulo, el cual produce un tercio del PIB del país.
Esta fuente está en el centro de un conflicto comercial entre la petrolera estatal Petrobras y el gobierno del presidente boliviano Evo Morales.
La nacionalización boliviana, que afecta los intereses de trasnacionales como Petrobras y la hispano argentina Repsol YPF, ha causado una fuga de inversiones en el negocio de los hidrocarburos de ese país, a la espera de nuevas reglas e indemnizaciones.
"Si no hay nuevas inversiones en producción de gas en Bolivia, ciertamente faltará el combustible para cumplir los contratos con Brasil y Argentina", dijo el martes a los periodistas el director financiero de Petrobras, Almir Barbassa.
"Todos los campos entran en disminución, allá no es diferente. Si no hubiera cambios en las condiciones actuales, van a faltar inversiones para garantizar el suministro", argumentó.
La propia Cámara Boliviana de Hidrocarburos advirtió que los contratos de suministro prevén la entrega de volúmenes por encima de los producidos, mientras "la inseguridad jurídica" paraliza las inversiones privadas y el Estado boliviano carece de fondos.
El volumen contratado por Petrobras en Bolivia para sus clientes brasileños es de 30 millones de metros cúbicos hasta el 2019.
La petrolera sólo prevé problemas de suministro a mediano plazo, por lo que Brasil tendrá tiempo para desarrollar sus propias fuentes y terminar dos proyectadas plantas de Gas Natural Licuado (GNL) que llevarán el combustible desde terceros países.
La estatal Empresa de Investigación Energética (EPE) calcula que en 2015 el mercado brasileño dispondrá de 152 millones de metros cúbicos, con un margen de 24 millones de metros cúbicos por encima del consumo proyectado.
La demanda se duplicará desde los actuales 60 millones de metros cúbicos hasta 128 millones en 2015.
El EPE estima que en 2015 el país estará abastecido con 61 millones de metros cúbicos provenientes de la Cuenca de Campos, en el océano Atlántico, 36 millones de nuevas fuentes hoy en exploración, 30 millones de Bolivia y 5 millones de Argentina.
Otros 20 millones provendrán de las plantas de descompresión de GLN que se van a construir en Río de Janeiro y en Ceará (norte).
Pero hasta el 2008 no habrá excedentes y es necesaria una administración adecuada para evitar la falta del producto, según la EPE.
Los analistas del mercado estiman que esa "gerencia adecuada" implica aumentar precios del combustible para frenar la entusiasta demanda y acelerar inversiones en exploración y producción.
Para los geólogos Jason Carneiro y Giuseppe Bacoccoli, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), la salida definitiva para Brasil es emprender una ambiciosas campaña de exploración con inversiones de 3.500 millones de dólares para perforar 180 pozos más allá de 2.500 metros de profundidad.
Las reservas probadas de gas de Brasil son hoy de 11 billones de pies cúbicos, frente a 31 en Bolivia y 148 en Venezuela.
La evaluaciones preliminares de Petrobras indican unas reservas potenciales hasta 56 billones de pies cúbicos, el segundo lugar de América del Sur.
Pero para demostrar su existencia, afirman los geólogos en un reciente estudio, primero es necesario superar el prejuicio histórico de que Brasil no tiene suficiente gas propio como para acabar con su dependencia externa. EFECOM
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