
Isolux Corsán solicitará a sus acreedores un acuerdo de espera (standstill) para que estos no puedan instar el concurso de acreedores durante un periodo determinado, en el que el grupo de construcción prevé culminar la reestructuración ordenada de su deuda.
Para ello, la compañía necesitará el respaldo de al menos el 60% del pasivo. Un objetivo que, a tenor de la estructura de su endeudamiento, no debería resultar demasiado difícil de conseguir. El G-11 bancario, que respalda el plan de refinanciación, acapara 1.175,9 millones de euros de la deuda, equivalentes al 49,27% de los 2.386,6 millones totales.
Con el standstill, una figura recurrente en los procesos de refinanciación internacionales, Isolux busca protegerse de la posibilidad de que algún acreedor decidiera llevar a la empresa al preconcurso ante eventuales impagos. Se trata de un mecanismo que Abengoa ha utilizado en su proceso de reestructuración.
No obstante, en su caso, la compañía andaluza se encontraba en fase preconcursal y, una vez agotado el plazo legal de negociación, tuvo que solicitar la homologación al juez para obtener una prórroga de siete meses y poder así cerrar un convenio.
El plan de reestructuración de Isolux que ha elaborado KPMG, asesor de los bancos acreedores, en consonancia con Houlihan Lokey y Rothschild, contratados por la propia constructora, contempla un plazo de dos años (24 meses) para amortizar el primero de los tres tramos en que divide la deuda, el A.
Éste integra los 200 millones comprometidos por el denominado G-11 (Caixabank, Santander, Bankia, Société Générale, Sabadell, Popular, Natixis, Liberbank, Instituto de Crédito Oficial -ICO-, Bankinter y Unicaja), de los que ya ha dispuesto 50 millones, y 171,9 millones más que este grupo de entidades ha prestado a la compañía en los últimos meses.
Para cancelar estos créditos, que tienen prelación en el cobro, Isolux destinará los ingresos derivados de las desinversiones que tiene en marcha, como las de su filial fotovoltaica T-Solar y las redes de transmisión eléctrica de Brasil, entre otros activos.
Mientras, para repagar el tramo B, que suma 600 millones, el plan de Isolux proyecta un periodo de cinco años (60 meses). En este caso, el objetivo es amortizar esta deuda con la actividad ordinaria de construcción e ingeniería. Igual plazo -de 60 meses- establece para cancelar el tramo C1, de 400 millones. Para esto, también prevé utilizar lo que ingrese por la venta de activos. Si las desinversiones generaran aún más fondos, los dedicaría a reducir el tramo C2, que junto con el C3 conforma la deuda capitalizable, por un importe de 1.014,7 millones.
Los bancos ya ejercen
El canje de deuda por acciones dará un vuelco al accionariado de Isolux. Los actuales accionistas se quedarán con el 5% -ampliable al 10% si se cumplen ciertas condiciones-, mientras que los bancos y los bonistas, entre los que sobresalen Bluebay Asset Management, Henderson Global Investors, Hayfin Capital Management y Nationale Nederlanden, ostentarán el 95% restante.
El actual presidente Luis Delso, que junto con su socio José Gomis es el primer accionista con el 54,44% del capital, perderá así el poder en Isolux Corsán. No en vano, su salida es una de las imposiciones de la banca acreedora, como ocurrió en su momento con Felipe Benjumea en Abengoa. Por el momento, se mantiene en la presidencia del grupo, pero la gestión de las negociaciones está capitaneada desde el inicio por el consejero delegado Antonio Portela. Quien ya ha abandonado sus responsabilidades como director económico-financiero de Isolux es su hijo Álvaro Delso. Lo hizo la semana pasada.
Su sustituto es Ignacio Alcaraz, exdirectivo del Banco Santander y que ya ha aterrizado en la sede de Isolux, según confirman fuentes conocedoras del relevo. Una elección que revela el poder que ya ejerce la banca en el grupo de construcción. Alcaraz se incorporó al departamento de banca mayorista global de la entidad cántabra el pasado otoño, tras una etapa de cinco años al frente de la dirección territorial del banco en Baleares. La banca también prevé aupar a la presidencia de lacompañía a Nemesio Fernández-Cuesta, exdirectivo de Repsol y que ya está al tanto de todas las negociaciones.
Con la mira en el 10 de junio
El G-11 abarca prácticamente la mitad de la deuda de Isolux, lo que una vez realizado el canje, convertirá a las entidades que lo integran, con Caixabank, y Santander a la cabeza, en los principales accionistas de la compañía. El banco catalán ya es en la actualidad el segundo mayor inversor, con una participación del 27,8% del capital. En el otro lado estarán los bonistas, que suman 850 millones de deuda emitida.
Las entidades financieras no quieren que se escape ningún fleco y, por ello, han incluido en el acuerdo de reestructuración un mecanismo por el que los miembros del G-11, que inyectarán los 200 millones de liquidez requeridos (más los 171,9 millones anteriores), podrán ostentar el 30% de los derechos políticos de Isolux si lo consideraran necesario. "Es un derecho que tendrán en determinadas circunstancias, un as que se guardan en la manga por si, por ejemplo, entrara un tercero en el capital que no coincida con sus intereses", señalan fuentes del mercado. "La cláusula tiene vigor durante un periodo de tiempo y sólo en el caso de que quieran hacer uso de ella", abundan.
Los principales bancos acreedores están a la espera de que el resto de entidades apoye el plan. La respuesta está prevista para este viernes, 10 de junio. Con los bonistas, las negociaciones avanzan a buen ritmo, según las fuentes consultadas, que confían en que se pueda llegar a un acuerdo "esta semana o la próxima".