
Según la empresa de investigación Gallup, la tasa de paro real en el mundo es del 32%. Si estos datos son ciertos, unas 3.000 millones de personas en todo el mundo quieren trabajar y no pueden o lo hacen en unas condiciones que no se pueden denominar como trabajo.
Este datos es muy diferente al de la Organización Internacional del Trabajo, según la cual la tasa de paro global es del 5,9%. Según destacan los expertos de Gallup, la forma en la que se define trabajo es errónea, la mayoría de las metodologías que se usan en el mundo para cuantificar el desempleo son erróneas.
La mayoría de institutos de estadística de los países preguntan a sus ocupados cuántas horas trabajan a la semana y si trabajan por cuenta propia o ajena. Si no están empleados la pregunta es si están buscando trabajo de forma activa o no.
Empleo para subsistir
Se podría dar por hecho que los países más ricos son los que gozan de una menor tasa de paro, al contrario que los países pobres. Sin embargo, esto no es siempre así. Naciones como Camboya, India o Bielorrusia registran algunas de las tasas de paro más bajas del mundo. Mientras que países ricos como Francia o España muestran elevadas tasas de paro.
Y es que en los países pobres se contabilizan como personas que con trabajo agricultores que cultivan para subsistir o a personas que recogen chatarra de la basura para intentar venderla. Todos ellos trabajan 30 o más horas a la semana, pero ese tipo de actividad no se debería considerar empleo. Cientos de millones de personas residentes en países pobres están en esta situación, se declaran oficialmente como autónomos.
Los autónomos suponen alrededor del 30% de la fuerza laboral de los países en desarrollo. Es difícil creer estas personas tienen un empleo de verdad cuando casi la mitad del mundo entero vive con menos de dos dólares al día. Este tipo de autónomos no son empleos reales y deberían ser contabilizados como desempleados.