Empresas y finanzas

La glaciación de tipos lleva al seguro a invertir un 13% en activos alternativos

  • Las compañías españolas tienen 41.000 millones en 'infra', 'private equity'
  • La incursión es progresiva mientras entran en gestoras y arman equipos

El escenario de tipos al cero por ciento que rige desde el año 2016 ha obligado a las aseguradoras a replantearse las inversiones a medida que las tradicionales apuestas por deuda soberana veían esfumarse su rentabilidad. Con distinto ritmo y cierto decalaje frente a los grupos europeos, las compañías españolas comenzaron a aventurarse en estrategias diferentes y ya cuentan con una cartera valorada en 41.129 millones de euros en los llamados como 'activos alternativos'.

La cifra supone un 13,71% de los 299.943 millones a los que ascendía su inversión total el pasado mes de septiembre, según las estadísticas de la Autoridad Europea de Seguros y Pensiones (Eiopa). Si se extrae del cajón la cartera inmobiliaria la exposición alcanza aún un 10,47% del total.

Para su cómputo se incluyen un largo etcétera de activos como los fondos alternativos, de infraestructura, venture capital y private equity, créditos, hedge funds o los bonos más complejos como aproximación y en ausencia de una categorización oficial o regulatoria de qué es o no 'alternativo'.

Por exclusión, sería toda inversión diferente a los bonos soberanos, donde aún alojan el 51% del portfolio -151.826 millones-, la liquidez en cash y depósitos ( 6%), ciertas tomas de capital (6,9%) o bonos de deuda (8,3%). A pesar de que ya cuenta con cierto peso, la penetración está lejos del 28,63% que representa a escala europea ya que el conjunto de compañías tiene 275.053 millones de sus 9,6 billones bajo esas apuestas más exóticas.

¿Por qué toman posiciones más arriesgadas? Las aseguradoras gestionan ingentes cuantías de patrimonio con las que responden a los compromisos adquiridos con clientes y la rentabilidad que obtienen en los alternativos versus las nulas o, incluso, negativas que ofrece la renta gubernamental y la renta fija corporativa con grado de inversión es una de las razones. Vivieron durante años de las altas rentas del soberano emitido durante la crisis financiera cuando el Tesoro llegó a pagar más del 7% en letras, pero eso ha ido expirando y hoy ha, incluso, desaparecido en el bono a 10 años.

"Hasta la llegada de Solvencia II, que es el nuevo paradigma de gestión de riesgos que está en vigor desde 2016, las compañías estaban sujetas a una inversión prescrita en términos de porcentajes. Y además es un sector muy conservador, de forma que, por su propio afán conservador y por la prescripción supervisora, se invertía casi todo, porcentajes cercanos al 80-90%, en deuda soberana. A partir de Solvencia II, este régimen más dirigista prescribió y las compañías pueden invertir más o menos en todo lo que quieran", explica el socio y experto de seguros de Analistas Financieros Internacionales (AFI), Aitor Milner. El cambio de regulación abre opciones y la rentabilidad obliga -prosigue- a "agudizar el ingenio" porque la estructura de tipos de interés muta en "un auténtico drama para las compañías", forzadas a cubrir las rentabilidades ofrecidas en ciertos productos, imposibles de encontrar en el soberano.

El aliciente del ESG

A eso se suma que la inversión alternativa ofrece una "descorrelación con los mercados y menor volatilidad" e, incluso, algunos productos presentan un componente de sostenibilidad o ESG que busca el seguro, añade el socio y co-consejero delegado de Arcano Capital, gestora de activos alternativos de Arcano, Manuel Mendivil.

Un ejemplo con ese componente de sostenibilidad son algunas infraestructuras o fondos de private equity con el sesgo de inversión de impacto. El mismo Arcano lanzó un fondo en 2019 con 300 millones y cuando lo cerró tenía un 20% de participación de aseguradoras; hacia mitad del pasado año abrió la segunda edición con intención de llegar a 400-500 millones y espera que su concurrencia sea aún mayor.

La entrada en este tipo de inversiones es, sin embargo, lenta y progresiva, aunque las compañías hacen sus catas como proceso también de aprendizaje. "Como porcentaje de capital destinado a private equity y a venture capital, las aseguradoras españolas destinan el 1% de su cartera, comparado con el 3,5% de media mundial y el 8,7% en Estados Unidos", detalla Mendivil.

"Se trata de ver si ese 10% adicional entre la renta variable y el private equity más que compensa"

Y es que la regulación la tienen de cara y penaliza con recargos de capital las apuestas al comprometer fondos que respaldan compromisos con clientes. "En consumo de capital, la renta variable aplica un 39% -de recargo-, en private equity es un 49%, el de las infraestructuras es un 30% y el del real estate es un 25%. En bonos soberanos está entre 0 y 4%, dependiendo de ratings y si son soberanos europeos", precisa. "Se trata de ver si ese 10% adicional entre la renta variable y el private equity más que compensa la rentabilidad adicional, lo cual tendría sentido ya que en rentabilidades de 15 años el venture capital ha dado un 17% anualizado, el private equity un 15%, las bolsas un 7%, el real estate un 4% y la renta fija un 5%", explica.

El experto de AFI precisa que "no siempre se puede invertir en todo" porque el supervisor tiene una visión "muy ejecutiva en esa labor de supervisión y con un enfoque muy conservador" y puede decantar una mayor o menor penalización ante su doble misión de "proteger dos grandes cosas: la industria aseguradora y los asegurados".

"Las compañías de vida o fondos de pensiones son entidades que hacen inversiones más a largo plazo"

Bajo este prisma la aproximación que están realizando las compañías difiere según variables muy diferentes. "Las compañías de vida o fondos de pensiones son entidades que hacen inversiones más a largo plazo y, por lo tanto, pueden invertir más en activos alternativos que no tienen tanta liquidez precisamente porque las compañías de Vida tienen sus balances más a largo plazo. Las compañías de no vida renuevan sus pólizas principalmente cada año con lo cual necesitan más esa liquidez que las compañías de vida", aclara Sofía Mendes, socia de Arcano responsable del área FIG en banca de inversión.

Otro experto apunta que hay mejor predisposición a arriesgar por parte de las americanas frente a las europeas, por parte de las grandes multinacionales con complejos holdings donde la apuesta se realiza fuera de su balance y por eso pueden arriesgar más e, incluso, en aseguradoras que tienen por detrás accionistas que son private equity.

En España solo hay un ejemplo así: Mediterráneo Vida, participada por Eliott; pero sería el caso también de Athene en EEUU y Athora en Europa, con Apollo detrás, o Viridium, con Cinven. Al tener en el accionariado un especialista "disponen de un conocimiento sobre el mundo de inversiones mucho más potente que el de las aseguradoras tradicionales", indica el analista.

El atractivo de la fiscalidad

Aún cuando el espectro de activos es amplio las oportunidades no se agotan con inversiones directas y están abriéndose a catas en otro tipo de opciones. "Las aseguradoras buscan rentabilidad en ocasiones a través de vehículos, como agrupaciones de interés económico, o lo que es lo mismo, un esquema que está a disposición de las empresas y que, bajo determinadas circunstancias, les permite beneficiarse de una rentabilidad en términos fiscales que supera el 25% de lo invertido a corto plazo", agrega Carlos Solans, socio de Corporate Finance de KPMG en España.

La firma crea proyectos de estructuración fiscal donde el promotor de determinadas actividades que tienen incentivos tributarios reconocidos por ley constituye una sociedad para su desarrollo y da entrada a inversores para que los aprovechen.

La legislación promueve así, por ejemplo, la inversión en proyectos culturales, sobre todo audiovisuales, cine o series de televisión, o en I+D+I. De manera sintética, el productor de una película genera un incentivo fiscal y, a través del esquema, lo transfiere al inversor al descuento: le transfiere por 80, por ejemplo, el incentivo que asciende a 100 y así se reparten el estímulo.

"Por supuesto, junto a las aseguradoras acuden también a estos esquemas otras empresas con la única condición de que tienen que generar resultados positivos para poder beneficiarse de este sistema", aclara. En el caso del I+D+I se trata de una realidad transversal, que llega a todos los sectores, y donde pueden encontrar proyectos con cierto ángulo de sostenibilidad o vinculación con su negocio. Al ser un esquema singular, les cuesta iniciarse, pero con apetito creciente en la industria. Casi una decena de aseguradoras y mutuas han comenzado ya a probar estas alternativas.

Con la normalización de tipos que viene tras abrir el Banco Central Europeo (BCE) la puerta a subidas se abre la incógnita de qué pasará ahora.

En una aseguradora estiman que se ha abierto un camino de no retorno donde algunas compañías han entrado en gestoras especialistas o desarrollado equipos para entender un riesgo que quieren explorar, aunque admiten que el ADN es "conservador" y cuesta llevar a los consejos ciertas incursiones que penalizan y si el soberano recupera valor se "ralentizarán".

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