La operación de venta de Air Europa a Iberia sigue atascada. Por un lado, ambas compañías están a la espera de la primera resolución oficial de las autoridades de Competencia de la Unión Europea, el denominado Statement of Objections, un documento que llegará en los próximos días pero no pondrá punto y final a las negociaciones. Los requisitos que pueda imponer Bruselas en la operación eran, hasta hace unos meses, el principal obstáculo a salvar. En cambio, con el devenir de los acontecimientos, el foco de los negociadores, según confirman a elEconomista fuentes del sector, se ha modificado y se centra ahora en la situación financiera de Air Europa. La aerolínea de la familia Hidalgo se encuentra en un punto delicado con una generación de ingresos "mínima", según confirman fuentes cercanas a la compañía, y con una deuda que no para de crecer. Esto ha provocado que en Iberia, la parte compradora de esta operación, hayan saltado las alarmas y ya busquen alternativas para tratar de salvar una operación clave para el sector en España.
La deuda de Air Europa, según fuentes financieras conocedoras de la situación de la compañía, superará los 1.000 millones a final de año. A los 475 millones que le prestó el Fondo de Rescate para Empresas Estratégicas que gestiona la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), hay que sumar los créditos con aval del ICO que le fueron concedidos en 2020. Además, de acuerdo con los mismos datos, también acumula unos 180 millones de deuda derivados de los contratos de alquiler de aviones que se van incrementando a razón de unos 20 millones al mes. Solo con estos tres puntos clave, teniendo en cuenta que la situación actual se mantuviese hasta final de año como se prevé, Air Europa contaría con una deuda de 855 millones.
A ello habría que sumar, además, una parte de los billetes de avión que se vendieron para los meses en los que no se pudo volar y cuyos importes todavía no se han devuelto a los viajeros. Las cifras alrededor de esta parte de la deuda varían constantemente pero, tal y como ha podido saber elEconomista, sumarían varios millones de euros más. A cierre de 2020, de acuerdo con las cuentas que la aerolínea envió al Registro Mercantil, se situaba en 243 millones, pero desde entonces, tal y como reconocen las mismas fuentes, la cuantía se ha reducido de forma considerable, si bien parte de los vuelos de largo radio que no se han reactivado siguen sin devolverse.
A ello, habría que sumar un posible nuevo rescate en el que la compañía ya está trabajando para tratar de sobrevivir en un periodo de baja actividad como el actual. Diferentes fuentes cifran este nuevo salvavidas en unos 150 millones. Es decir, en total, la compañía acumularía para final de año una deuda que superaría los 1.000 millones. Esta cifra fue precisamente la clave de la operación en 2019, cuando Iberia anunció la compra.
Con los datos sobre la mesa, Iberia se ve forzada a renegociar esta compra clave para el sector. Pese a que en enero se rebajaron los 1.000 millones iniciales a 500, el alza de la deuda ha obligado a poner sobre la mesa todas las posibilidades.
Las condiciones de Bruselas
El primer paso es conocer cuáles serán las condiciones definitivas que impondrá la autoridad de Competencia de Bruselas. Inicialmente se plantearon conflictos en 70 rutas con origen o destino España, cifra que se recortará en el denominado Statement of Objections que enviará en los próximos días. Más allá del número de rutas, lo realmente relevante es cuáles serán, pues la operación tiene un sentido estratégico, permitir la llegada de Iberia a Asia y el refuerzo de las conexiones con Latinoamérica.
Sea como fuere, se espera que, pese a los recursos, Europa imponga remedies que, a la espera de conocerlos con detalle, pueden dar al traste con la operación. Todo ello, mientras la situación de caja de Air Europa es cada vez más complicada y fuerza un segundo rescate público. La situación de Bruselas es, por tanto, complicada, ya que debe decidir si salvar a la compañía a través del rescate público o del visto bueno de la operación de venta a Iberia y evitar activar el criterio failing firm, es decir, salvar empleos más allá de otros criterios.
Pero en un ejercicio teórico en el que todo fuera sobre ruedas en Bruselas, todavía hay un obstáculo que salvar, la deuda. La situación de la compañía hace inviable una compra sin una renegociación de las condiciones. Es ahí precisamente donde tiene la llave el Gobierno que, gracias a los préstamos participativos que le otorgó a través de la Sepi, puede aplazar el pago o, incluso, llegar a capitalizar la deuda y allanar el camino para poner a España a la altura de otros hub europeos.