
Nuevo capítulo en la creciente crisis en la que está sumido el Reino Unido. Según informa la cadena ITV, la petrolera BP anunció al Gobierno la semana pasada que va a recortar un 20% sus entregas de gasolina a las estaciones de servicio en el país, ante la creciente escasez de suministros provocado por la falta de camioneros. Según explicó Hanna Hofer, directora minorista de la petrolera para Gran Bretaña, sus reservas están al 66% de lo necesario para operar de forma normal y sus inventarios están "disminuyendo rápidamente". "Las próximas semanas van a ser muy, muy difíciles", advirtió.
La empresa está entrenando a conductores de camiones propios para intentar estabilizar el suministro, pero está sufriendo muchas bajas también: en la segunda semana del mes incorporó a 10 camioneros nuevos, pero otros 6 abandonaron la petrolera. Su objetivo es intentar cubrir los huecos que tiene en la plantilla para octubre, pero la situación está aún lejos de normalizarse.
Por el momento, cada semana, la empresa se ve obligada a cerrar decenas de estaciones de servicio por falta puntual de suministro de gasolina y diésel. "Estos han sido causados por retrasos en la cadena de suministro, que se ha visto afectada por la escasez de conductores en toda la industria en el Reino Unido, y estamos trabajando arduamente para abordar este problema", dijo la compañía en un comunicado. Los cambios al suministro tendrían como objetivo asegurarse de que todas las estaciones reciben una cantidad proporcional de combustible.
Esta falta de suministro se suma a la larga lista de problemas que está viviendo el mercado británico en las últimas semanas. Entre otros, hay escasez de ciertos tipos de alimentos, como algunos tipos de carne o verduras; de químicos para tratar aguas residuales y de CO2 para refrescos o carne empaquetada. Además, el fuerte aumento de los precios de la electricidad ha llevado a la quiebra a varias empresas de suministros, lo que ha afectado a 1,5 millones de hogares, que se han visto obligados a cambiar de compañía. Una situación que amenaza con concentrar aún más el mercado eléctrico.
El Gobierno de Boris Johnson se está preparando para un posible "Invierno del descontento", el nombre que recibió la crisis desatada durante la estación en 1978-1979. En aquel trimestre, una oleada de huelgas por la elevada inflación paralizó la economía del país y forzó a racionar el combustible, con una "semana de tres días" ante la incapacidad de mantener en marcha las fábricas más de ese tiempo. Esta vez las causas serían más bien el Brexit y los efectos del covid en las cadenas de suministro mundiales, pero Johnson sabe que las culpas recaerían sobre él, y no quiere ni ver en pintura las consecuencias sociales de aquel evento, con protestas en la calle y una derrota fulminante del Gobierno en las siguientes elecciones.