
Los tejados pueden ser lugares bastante interesantes. El cine se ha encargado de demostrarlo en repetidas ocasiones: piensa en el comienzo de Batman, en la escena de Matrix en la que Neo esquiva las balas sin mover los pies del suelo, en los consejos fiscales que Tim Robbins le ofrece al alcaide en la azotea de la prisión de Shawshank en Cadena perpetua o en el emotivo final de la futurista Her.
Por fortuna, hay una forma más sencilla de sacarles partido a los tejados que rodar producciones multimillonarias en ellos. Sobre todo ahora, que acabamos de estrenar el verano y el sol llena la mayor parte del día. No se trata de construir piscinas al estilo de las Torres Blancas de Madrid o de la -ciertamente espectacular- infinity pool del hotel Marina Bay Sands de Singapur... no. En 2021, lo más interesante que le puede ocurrir a un tejado es convertirse en aliado de la transición energética.
Quizá has adivinado que esa conversión tiene todo que ver con la instalación de paneles fotovoltaicos y, por tanto, con el aprovechamiento de una fuente de energía que España tiene en abundancia: nuestro país es uno de los lugares más soleados de Europa, con cerca de 3.000 horas de sol anuales. La energía solar tiene varias ventajas: es totalmente renovable, no produce gases de efecto invernadero, no genera ruido y es fácil de instalar.
Hasta ahora, la fórmula más común era que el propietario del tejado aprovechara esa superficie para producir y utilizar su propia energía: el autoconsumo individual. Hoy la tendencia, sin embargo, es que la electricidad producida por estos paneles fotovoltaicos sea utilizada tanto por el propietario como por otros usuarios cercanos, creando comunidades solares en núcleos urbanos. Es lo que se conoce como generación distribuida o autoconsumo compartido.
"Este nuevo modelo energético de futuro está al alza, entre otros factores, por la supresión en 2018 del llamado impuesto al sol, que gravaba el autoconsumo de la energía que se produce desde los paneles solares, y la aprobación en 2019 del Real Decreto 244 que reguló el autoconsumo colectivo, permitiendo compartir la energía generada por una instalación fotovoltaica entre varios vecinos de un mismo barrio", señala Julieta Maresca, gerente de Generación Distribuida de Repsol.
Esta forma de cooperación energética permite, además, conjugar sostenibilidad y economía: la energía generada se utiliza directamente, por lo que es más barata, y aquella que no es consumida se vierte a la red. No es de extrañar que cada vez tenga más acogida: en España se instalaron en 2020 596 megavatios (MW) de nueva potencia fotovoltaica en instalaciones de autoconsumo, un 30% más que en 2019. Un total de 11 comunidades autónomas ya han eliminado la licencia de obra para las instalaciones de autoconsumo, siendo esta una de las principales barreras al desarrollo del autoconsumo junto con complejos trámites de inscripción de las instalaciones de autoconsumo colectivo en el registro autonómico.
""Este nuevo modelo energético de futuro está al alza, entre otros factores, por la supresión en 2018 del llamado impuesto al sol y la aprobación en 2019 del Real Decreto 244, que reguló el autoconsumo colectivo,"
En España ya se han creado más de 148 comunidades solares a través de Repsol Solmatch. Este servicio se apoya en la generación distribuida para facilitar el acceso a energía solar a cualquier hogar, incluidos aquellos que no cuenten con un tejado en propiedad. "La energía solar generada en un tejado, al que denominamos Roofer, se comparte con hogares, denominados Matchers, situados en un radio de 500 metros, sin que ninguno de ellos tenga que realizar inversión alguna", resalta Maresca.
El Roofer saca, así, partido al espacio inutilizado de su tejado y tiene la posibilidad de consumir la energía producida, mejorar el certificado energético del inmueble a la vez que contribuye a expandir un modelo energético sostenible y pasados 15 años, las placas podrán ser de su propiedad de manera gratuita si así lo requiere. El Matcher, por su parte, accede a energía solar sin realizar inversiones ni obras en su hogar, ahorra en su factura y reduce emisiones de CO2. El modelo no exige compromiso de pertenencia y tiene la ventaja de que combina la energía producida en las placas solares con la proveniente de la red, sin interrupciones ni límites de consumo. Esta energía también es 100% renovable, ya que toda la energía que comercializa Repsol está certificada como tal por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.
La generación distribuida tiene otros beneficios: por ejemplo, permite hacer uso de energía que de otro modo sería desaprovechada y, al basarse en fuentes locales y cercanas al consumo, reduce las pérdidas de energía inherentes a la transmisión y distribución de las líneas eléctricas. La existencia de pequeñas fuentes de generación mejora la fiabilidad del sistema eléctrico y, como promueve la compartición de infraestructuras, la generación distribuida comporta una optimización de recursos impulsando la economía circular.
La energía solar pasa, además, por un buen momento. El año pasado, fue la tecnología que más incrementó su presencia dentro de la generación renovable en España. Al mismo tiempo, es evidente que tiene mucho recorrido: nuestro país generó en 2020 un 65% más de energía solar fotovoltaica que el año anterior, pero esta solo representó el 6,1% de toda la electricidad producida. Elevar ese porcentaje requerirá más propuestas, como la generación distribuida, que aúnen sostenibilidad, ahorro económico y "el sentimiento de ser parte del cambio en esta transición energética", resume Maresca.