
Uno de los efectos colaterales de la pandemia el pasado verano fue la proliferación de caravanas y autocaravanas por toda España. La situación sanitaria y las limitaciones impulsaron un turismo básicamente nacional y con ello muchos redescubrieron casi por obligación los campings.
Sin embargo, el balance del año del Covid no fue ni mucho menos positivo para este tipo de establecimientos. Las pernoctaciones totales se desplomaron un 47% y el número de viajeros que recibieron fue un 45% menor que el año anterior, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Un desplome que pese a todo fue menor que el de otros tipos de alojamientos.
"El año 2020 ha sido muy malo, aunque puede haber algún establecimiento en zonas concretas que le pudiera haber ido bien porque ha aprovechado el verano. La actividad en invierno ha sido mínima, porque los clientes no podían venir", explica Fernando Garijo, director general de Alannia Resorts. Un grupo que surgió a partir de la empresa familiar alicantina Marjal. En 2018 entró como socio Corpfin y hoy gestiona cuatro grandes complejos en Alicante y Tarragona que suman más de 2.000 plazas.
La estacionalidad es una de las características de este sector en buena parte de España, muy atomizado y donde proliferan los establecimientos familiares de temporada. El año pasado apenas permanecieron abiertos durante la mayoría del año unos 500 recintos, un tercio menos que en 2019 por los efectos de la pandemia y la mitad de los más de 1.100 campings que operaron durante agosto.
En el caso del verano pasado, el progresivo desconfinamiento provocó que "junio fuera un mes flojo, pero en julio estábamos en torno al 60% y en agosto limitamos los aforos para estar a un máximo del 75% para primar mantener las medidas y la seguridad", comenta el directivo de Alannia.
Sin embargo, la incidencia de las nuevas oleadas de la pandemia en otoño impidieron a los complejos como los del grupo alicantino mantener la actividad plena y el flujo de visitantes europeos que utilizan estos alojamientos en toda la costa mediterránea. "De los cuatro establecimientos, los dos de la Costa Blanca se mantuvieron abiertos después del verano, mientras que en Tarragona se cerraron porque allí la situación epidemiológica era peor". apunta Garijo.
En el caso de los resorts de Alicante, sus campings cuentan con clientes internacionales "que llevan viniendo desde hace 25 años y nos consideran su segunda casa". Por eso, pese a mantener un nivel de ocupación muy bajo -en enero sobre el 30% frente al 60% habitual de años anteriores- y que no era rentable "nos sentimos obligados de mantenerlo, porque además muchos llegaron justo antes de que se cerrasen fronteras", comenta su ejecutivo. Con ese balance anual, el grupo alicantino redujo su volumen de negocio de los más de 20 millones de euros en 2019 a 12 millones el año pasado.
Temporada alta al alza
Ahora el verano se ha vuelto a convertir en la gran esperanza para del sector campista español y las reservas alimentan el optimismo. Según la Federación Española de Cámping (Feec) desde que decayó el estado de alarma en mayo, las solicitudes se han incrementado un 60% respecto al mismo periodo del año anterior. Los fines de semana de junio se ha alcanzado cerca del 90% de ocupación, mientras que para el mes de julio ya se supera el 50% y en agosto el 70%, con lo que la media de ocupación podría superar este verano el 75%, el nivel registrado en 2019.
El director general de Alannia confirma que el ritmo de reservas está siendo superior al de 2019, aunque matiza. "Hay que tener en cuenta que normalmente ya hay gente que empieza a reservar en enero y febrero, algo que no ha ocurrido este año, y esa demanda latente ha salido en masa ahora". Según Garijo, si se mantiene este ritmo "podríamos estar hablando de un verano comparable a 2019", con una gran diferencia respecto a la normalidad. "Esperamos que los clientes internacionales apenas supongan entre el 15% y el 20%. Aunque puede haber un repunte de última hora, el turismo nacional seguirá siendo mayoritario", apostilla. En su caso, la empresa ya recuperó hace semanas a toda su plantilla del Erte. Este verano empleará a 350 trabajadores, de los cerca de 15.000 que el sector puede alcanzar en temporada alta.
Pese a la pandemia, Alannia mantiene sus planes de inversión, con la previsión de inaugurar otro resort el próximo verano en Salou y la tramitación del sexto en Águilas (Murcia). Garijo asegura que pese a la caída de ingresos en el sector no han aflorado aún oportunidades de compra de campings, una de sus estrategias para crecer, por el fuerte peso familiar en el sector.